Capítulo II - El Barista

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Derechos de autoría: Los personajes, en su mayoría, pertenecen a la franquicia que dio inicio por la creatividad de Masami Kurumada. El dibujo es de "KeithGoodmanK2".
Esta historia es totalmente de mi ingenio con el fin de ejercitar y poner en papel mi imaginación. 

Advertencias: Historia de tipo Slice of life con contenido erótico homosexual y heterosexual, en algunas ocasiones explícito. Mezcla de personajes de Saint Seiya Clásico y Saint Seiya The Lost Canvas.

Notas de la autora: Les traigo el segundo capítulo. Espero sea de su agrado.


~°~°~ Capítulo II: El Barista ~°~°~

El lunes por la mañana manejaba por un lado de la ciudad que no visitaba con regularidad, sin ningún indicio de ser víctima de la fuerza del destino. Como representante del bufete de abogados, debía atender las necesidades de la empresa a la cual se dirigía. Percatándose que tendría tiempo para tomar o comer algo, dejó su vehículo parqueado y caminó hacia una modesta cafetería que quedaba en el camino.

Ordenó un capuchino, su bebida favorita, y algo ligero para comer. Pagó al cajero y se sentó en la barra a esperar su pedido. Cuando recibió su bebida, la taza tenía un dibujo de un dragón enojado con una ceja bastante poblada. Las bromas ante su ceja eran recurrentes, le parecía una broma barata, pero nunca antes algún servidor había sido tan insolente. Preparado para reclamar al barista, levantó la vista para verlo directamente y se le atoraron las palabras en la garganta.

—Parece que el ratón le comió la lengua al gato —dijo el barista.

—Que infantil —respondió. —Kanon, ¿Qué haces aquí? —preguntó, sin poner cuidado al dibujo comenzando a comer el Galaktoboureko1 en aquella porcelana con dibujos felinos que caracterizaban al lugar.

—Pues... A veces me gusta disfrazarme de barista y atender clientes, es un hobby muy interesante. Ah, y me pagan por ello, ¿Qué te parece? —respondió Kanon posando con las manos en su cintura, a manera de hacer lucir mejor el uniforme que tenía puesto. Aquello provocó la sonrisa del otro.

—No tenía idea que tuvieras un trabajo. Veremos si eres bueno —le dio un sorbo a su capuchino. —mmm... decente —expresó Radamanthys, a manera de molestar al otro.

—Para el gusto de un inglés, le hace falta un poco de "hojas hervidas", ah, y con un toque de diamante – dijo de forma burlona. En ese momento, atendió a su compañero que se encargaba de la caja registradora. —Me gustaría seguir conversando, pero los clientes esperan, no creas que eres el único—. Sin esperar respuesta, se retiró para atender los siguientes pedidos.

Radamanthys continuó comiendo su pastel en compañía de su bebida favorita, la cual era de las mejores que había probado. Parecía ser que la cafetería era muy popular, observaba cómo diferentes personas entraban y salían con sus pedidos. Otros pocos se quedaban a comer en el lugar, como él. Y muchas, principalmente jovencitas, buscaban maneras de entablar alguna conversación con Kanon, y hasta de cierta forma, coquetear. El griego, no se hacía del rogar, era muy sociable y platicaba mientras realizaba su trabajo. Rechazaba las invitaciones y muestras de afecto de las chicas de forma olímpica, pero sin ser abusivo, de hecho, hasta daba un toque de misterio.

Al inglés, ese hombre le parecía cada vez más interesante. ¿Dónde se lo encontraría después? ¿Como vecino? o ¿Llegaría a la oficina de la firma y Kanon sería el presidente de la compañía? Sonrió, aquello era un disparate total. Habiendo terminado su pastel de leche y su capuchino, se levantó y se retiró sin despedirse, fijándose en lo ocupado que estaba el griego.

Durante un par de semanas, Radamanthys debía asistir a las reuniones en el mismo edificio, el cual se encontraba a una cuadra de la cafetería gatuna, así que todos los días por la mañana, pasaba por su capuchino y algún otro pastel diferente. Cuando era atendido por Kanon, era recibido de manera hostil, con alguna broma pesada o frases sarcásticas. Era algo a lo que se estaba acostumbrando, y le agradaba. Generalmente, no podía mantener conversaciones pesadas con cualquiera, las personas se lo tomaban personal, se ofendían y aquello era una de las razones por las cuales no tenía muchos amigos.

Drákos AgóraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora