Esta historia se remonta desde de la primera guerra santa, en un mundo ancestral donde los mundos humano y espiritual todavía no se habían separado, existían 5 clanes: el Clan de la Diosas, el Clan de los Demonios, El Clan de las Hadas, el clan de l...
Era un lugar totalmente diferente a las construcciones de sus clanes, los hogares de los humanos se veían muy avanzados para su época, con calles y caminos empedrados, algo raro de ver para aquella época.
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Elizabeth: Este lugar es asombroso, jamás había visto un lugar así - Hablaba maravillada viendo todo el lugar.
Lunala: Este es el único lugar de su tipo de todo el clan de los humanos.
Elizabeth: Princesa, no lo había notado, se ve muy bien usando vestido.
Meliodas: Es cierto, es la primera vez que la miramos vestida de esa forma – Gloxinia solo se limitaba a oír y observar, de verdad Lunala se veía hermosa con vestido.
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Lunala: Bueno, no todo el tiempo puedo usar mi traje de guerra, en tiempo de paz debo usar este tipo de vestimenta, aunque sea mas por protocolo que por gusto.
Hablaban amenamente, en verdad a Lunala le encantaba hablar con aquellos personajes; Para que descansaran de su largo viaje, subieron a un carruaje abierto para dirigirlos al lugar, al igual que con todo lo demás quedaron maravillados con aquel medio de transporte, nunca habían visto nada igual, miraban con ojo crítico todo asombrados, los lugareños los miraban con curiosidad.
Elizabeth: De verdad estoy impresionada, su reino es muy hermoso.
Lunala: Gracia diosa Elizabeth.
Elizabeth: Por favor, solo dime Elizabeth.
Lunala: Entonces dime Lunala, eso de los títulos es incómodo.
Gloxinia: ¿Entonces porque a mí sigues diciéndome Rey?
Lunala: Porque su titulo es de un rango muy alto, y debo de mostrarle mis respetos.
Gloxinia: Lo sé, pero insisto, por favor, solo llámame por mi nombre – Sonriéndole cálidamente volviendo a aletear sus grandes y majestuosas alas, pero ahora con un poco de más ahínco, a la peliblanca le gustaba tal acción por parte del Hada que quedaba hipnotizada por ellos.
Lunala: Vo-voy a tratar – Respondió sin dejar de ver sus alas, Meliodas observo la acción de la albina y volteo a ver a su compañero, Elizabeth ni siquiera se había dado cuenta.
