Capítulo I
Te protegeré.
10 de abril de 2018
Las ramas de un árbol de cerezo descansaban casi cerca del techo de un coche negro. La primavera lucía en su auge más profundo, dejando que las flores de cerezo inunden las calles y residencias de las ciudades. Dentro del coche, Kento Nanami esperaba pacientemente que Itadori Yuji salga de la casa que se encontraba en frente. Prendió un cigarro, abrió la ventanilla y expiró el humo restante. Una flor cayó sobre su brazo que se extendía entre el móvil y él afuera. La dejó posar unos minutos y algunos recuerdos viejos y reprimidos, volvieron a su mente de forma fugaz. Recordó su juventud, una muy borrosa, y una mano colocando una flor en su cabeza. Antes de seguir abriendo esa puerta en su memoria, decidió apagar el cigarro, cerrar la ventanilla y tocar un leve bocinazo para apurar al que se tarda. Se miró por el espejo retrovisor y notó que su corbata grisácea con franjas negras, no estaba bien puesta. Kento siempre se consideró un experto en su arreglo personal. Su forma de vestir, tan tradicional y monótona, le habían enseñado un montón acerca de la formalidad. Su traje beige hacía contraste con su corbata y su camisa azul marina. Tan elegante como pocos de sus compañeros de trabajo y tan rutinario como el mismo. Se cuestionó si cambiar de imagen, le vendría bien para la nueva vida que empezaba. Pero aisló ese pensamiento al darse cuenta de que no había movimiento alguno del otro lado de la calle. Los minutos avanzaron y Kento empezó a desesperarse. Decidido a bajar y buscar a Yuji, tomó su celular del bolsillo y vii la hora: nueve AM. Demasiado pronto para Yuji, demasiado tarde para Nanami. En cuanto levantó su mirada, observó que un muchacho de cabellos rosas salió corriendo de la residencia; un poco despeinado, con un suéter amarillo y pantalones azules. Una sonrisa gigante nace en el rostro del joven y Kento no puede evitar pensar en lo mucho que había crecido. Y aun así parecía un niño. Antes de verlo subir a su lado, corrobora que el GPS se encuentre bien con respecto a la ubicación: Distancia desde Meguro hasta la Universidad de Tokio. Las calles de las zonas residenciales siempre fueron solitarias, en su mayoría. Lo que no significaba que también lo fueran las de las principales metrópolis de Tokio; pero Meguro resultaba ser un poco menos transitada que el resto de las prefecturas. Aun así, llegar sobre la hora a la primera clase de Yuji, no era opción, no al menos para Nanami, porque el muchacho peli rosado no parecía muy preocupado. Kento le dirigió una mirada penetrante y retadora a su acompañante que solo le ofrecía sonrisas y conversaciones triviales sobre el día.
-Ya. Deja de mirarme de esa manera. Te pedí disculpas por hacerte esperar. - Dijo Yuji un poco ofuscado. Desviando la mirada hacia su ventanilla- Woaaa, Nanamin. ¿Viste cómo han florecido los cerezos? - terminó comentando.
-Te dije que te durmieras temprano, Yuji. Vi la luz de tu cuarto a las dos de la mañana. No podemos llegar tarde a tu primer día en la universidad. Compórtate porque ya no eres un niño. - contestó el rubio mientras no quitaba los ojos de encima del frente.
- y dime ¿en qué dirección debemos seguir ahora.?
-mm. Dobla a la derecha. Oye, solo estaba acomodando mis prendas de hoy. No te preocupes. Ya sé que soy un adulto, Nanami. Por eso, si tan así lo crees, deberías dejarme ir solo. O mejor aún, deberías haber renunciado a tu trabajo y-frenó por la interrupción.
- Ya te dije que no puedo irme ahora, menos sabiendo que apenas conocemos Meguro, vas a la universidad y me dieron un cargo importante. El viaje puede esperar unos meses más. No pongas cara de ofendido.
- ah... no es eso. Malasia es tu sueño. Me lo contaste desde que nos conocemos. Me parece absurdo que lo sigas postergando por mí y por tu trabajo de mierda que no quieres.
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🖤 Parallel Loves💓|| ItaFushi ~GoNana
FanfictionAU: Nanami Kento y Satoru Gojo, actualmente no tienen nada en común. Excepto por el hilo del destino que une a Yuji Itadori y Megumi Fushiguro, y que casualmente, hara que estos se vuelvan a encontrar después de diez largos años. Cuatro personas y d...