xxxi. unreleased memories

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1976 ― Sexto Curso


Las gotas corrían por su rostro como si el destino del universo dependiese de eso, y ella seguía allí, sentada en la vereda con los pies en una calle desierta. Con el pestañear para evitar que la lluvia cayera en sus ojos, se dio cuenta de que se encontraba en un lugar familiar, uno al que se había prometido nunca regresar ni en las peores circunstancias. Se veía exactamente igual pero tan desconocido, tal vez por el tiempo que había pasado fuera, siendo feliz. Las nubes cada vez se oscurecían más y escondían cualquier rayo del sol, aunque parecían batallar por el dominio del terreno. Sin pensárselo dos veces se levantó, una tormenta se acercaba. Selene sacó su varita de dentro de una de sus botas e iluminó su camino en Grimmauld Place. Si tan solo tuviera su baúl consigo o alguna carga con sus pertenencias, el Autobús Noctambulo no tardaría en detectarla, recogerla y llevarla a su hogar, pero ni siquiera los autos de las familias muggles se encontraban estacionados, era como si se encontrase frente a una ciudad fantasma. Si gritara lo más fuerte que pudiera, ¿alguien siquiera la escucharía? Resopló haciendo que una pequeña nube de vapor saliera de entre sus labios, sabiendo que incluso si alguien la escuchara nadie la ayudaría.

La lluvia recobró fuerza con cada paso que daba, para que cuando se encontrase frente a la placa con el número doce, estaba completamente empapada al punto de que toda su ropa se le pegaba al cuerpo e incluso comenzaba a transparentar.

¿Adónde podía ir si no era allí? ¿Valía la pena entrar por un poco de calor?

Dudó unos segundos antes de intentar tocar la puerta, en el mejor de los casos no habría nadie dentro y Kreacher la dejaría entrar por su lealtad a Regulus, pero antes de siquiera tener oportunidad de saber el resultado la puerta se abrió por sí sola.

El lúgubre hogar de los Black nunca se había visto sin tanta vida, seguía limpia, ordenada y elegante, pero había algo que faltaba y no podía reconocer. ¿Eran acaso los niños lo que le otorgaba el color, o la sangre y el abuso que marcaban las paredes? No podía esperar a llegar a casa para debatirlo con sus hermanos bebiendo de un té, tan tranquilos como si sus trágicos recuerdos fuesen sacados de un libro, como si sus gritos por ayuda no hubieran hecho sus gargantas escocer o si no llevaran las marcas de esos días con ellos por el resto de sus vidas.

Le hubiese gustado que su mente se llenara de nostalgia por los buenos momentos, sería egoísta consigo misma si negara su existencia, pero incluso en aquellos recuerdos la tensión del hogar lo arruinaba todo. Algunos adultos contarían como en algunas noches se reían a carcajadas y luego fingían dormirse cuando sus padres iban a llamarles la atención por el escándalo, y eso los hacía sentirse como unos rebeldes, y ellos por su lado apenas subir el tono más de la cuenta se esperaban unos gritos e incluso una bofetada dentro de unos minutos.

Caminó por el vestíbulo lentamente hasta que llegó al salón, y entonces se encontró a una mujer que bebía una copa de vino a un lado de la chimenea, se veía muy distinta a como ella la recordaba en su último encuentro, tenía el cabello suelto y desordenado y traía un vestido negro que no la favorecía. Se giró con lentitud y cuando la identificó sus labios se tornaron en una sonrisa amarga.

― Es gracioso, ¿no crees? Todo el mundo pensaba que Regulus volvería primero, pero sabía que serías tú, mi querida. ― Selene se recostó sobre el marco de la puerta sin expresión alguna, y comenzó a jugar con su varita entre sus dedos como si ese fuera un encuentro casual, como si ninguna historia las conectara. No quería que ella pensara que la intimidaba, pero era imposible no parecer molesta luego de todo lo que había pasado entre ellas, nadie podía culparla.

𝚂𝙲𝙰𝚁𝚂 ― james potterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora