Día 3: Madrugada-Mañana.

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-¿Me vas invitar a bailar?

-¿No quieres?

Miro hacia las escaleras. ¿Y si baja una de mis hermanas y nos ven? Volveríamos a pelear diciendo y empezarían a decir que Flor no me importa.

-Bajemos un poco más la música.

Él lo hace y se acerca a mi con una mano en la espalda y ofreciéndome la otra.

-Señorita Silby, ¿me concede esta pieza?- dice en un tono exagerado.

Este sí que es tonto.

-Por supuesto, joven Eric.- hago una reverencia exagerada y tomo su mano.

Eric pone su mano un poco más arriba de mi cintura y yo pongo las mías en sus hombros, siguiendo sus pasos lentos al ritmo de la canción.

Si soy sincera conmigo misma, creí que mi primer baile sería a los veintitrés años con mi novio. O, incluso, el día de mi boda... pero no. Estoy aquí, con mis catorce años bailando con un desconocido en la cocina de mi casa.

No despega sus ojos de los míos y tiene una pequeña sonrisa, junto con unas mejillas algo rosadas. No sé por qué, pero me gusta ver cómo se sonroja, por eso, me tomo el pequeño atrevimiento de poner su mano en mi espalda baja y tomarlo del cuello, acercándolo un poco más.

Efectivamente, sus mejillas se ponen rojas y sus ojos se abren en sorpresa.

-Me gusta verte sonrojado.

-No estoy sonrojado.

De nuevo, me tomo el pequeño, pequeñito atrevimiento de poner mi mano en su mejilla.

-Yo creo que sí.

Bajo un poco más mi mano y noto cómo su pulso se ha acelerado. Sonrío y bajo mi mano hacia su pecho, alejándome un poco.

-Perdón si te hice sentir incómodo.

-No, no.- toma mi mano y la pone en su mejilla. Yo la bajo hacia su cuello.- No me siento incómodo.

Seguimos bailando al ritmo de la canción sin apartar nuestra vista. No sé por qué, pero, algo me dice que estoy sonrojada. Tal vez el hecho de que acaba de sonreír.

Miro de reojo el reloj en la pared y sonrío ampliamente.

-Ya soy las doce.- me pongo de puntillas y le beso la mejilla.- Feliz cumpleaños, Eric.

Él se sonroja y me sonríe tanto que creo que se le van entumir las mejillas.

Él me mira un momento, luego comienza a inclinarse y duda un poco, pero cuando ve que me relamo los labios, no duda en acercarse y besarme.

No es un beso largo, ni intenso. Es un beso... tierno. Me besa como si me estuviera saboreando y yo me encuentro con ganas de seguir besándolo de esa manera.

No dejes de besarme, por favor. Esto se siente demasiado bien.

Cuando se separa, noto que se relame los labios y que nuestros pechos suben y bajan. Él está completamente rojo, al igual que yo. Y no me había dado cuenta de que enredé mis dedos en su cabello.

-Feliz cumpleaños a mí.- sonríe de lado.

***

Cuando bajo las escaleras en la mañana para desayunar, la primera persona que me ve es Rosa, pero me ignora completamente. Susan parece avergonzada y Emily directamente no me mira. A Linda no le importa y es la única que me saluda.

-Buenos días, Silby.- Linda sonríe.- ¿Cómo dormiste?

Bueno, puede que Linda haya sido la única que me dirigió la palabra cuando entré al cuarto y notó que estaba sonrojada y muy sonriente.

Día 4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora