Con el pijama ya puesto, se acostó en la cama, listo para dormir un día más sin su alma gemela al lado. Sin el calor corporal que éste solía emanar y sin los susurros estremecedores dichos como si fuesen el secreto más importante del mundo.
Pero aún lo sentía, podía escucharle cantar en su oído aquella melodía que lograba calmar la tormenta del castaño cuando tenía un mal día. Que lograba sacar el arcoíris y formar una paz que solo Jungkook podía mandarle. Que solo el joven fallecido sabía transmitirle.
Sentía que el caos dentro de él se apaciguaba cuando el ahora extinguido cante del pelinegro llegaba a sus oídos, deleitándose con la dulce voz que el chico poseía y el bonito sentimiento que con ésta transmitía.Si cerraba los ojos, podía vislumbrar a la lejanía la sonrisa de conejo de Jungkook y sus orbes oscuros con forma de Bambi, los cuales brillaban con amor cada vez que conectaba miradas con Jimin. Los iris del más alto cobraban un resplandor diferente al cual solía tener. Sus pupilas brillaban con amor, un amor profundo y puro, un amor sin ataduras ni toxicidades, un amor que se llevó Jungkook consigo, robándose también el corazón del castaño con su marcha.
Si se relajaba, aún sentía el tacto de la piel de Jungkook junto a la suya, acariciando cada rincón del cuerpo del mayor con admiración y pasión. Con una admiración y pasión que nunca más llegaría a ser enviada hacia él, o no de la misma manera.
Y cuando Jimin caía en un profundo sueño, la voz del de ojos brillosos penetraba sus sentidos, permitiéndole tener un sueño tranquilo y reconfortante con la melodía siendo cantada por una voz simplemente perfecta a los oídos del castaño.Pero todo eso era fruto de su imaginación. El causante de tales efectos e ilusiones era la desesperación que recorría su cuerpo y la esperanza de que todo eso fuera un mal sueño, o más bien, una pesadilla.
Pero no era así.Sus ojos se abrieron como en cada amanecer buscando los del pelinegro, deseando sentir sus grandes y fuertes manos apresando su cintura y pegándole contra él, queriendo volver a notar el aliento de Jungkook en su nuca, causándole leves cosquilleos en la zona. No era un mal sueño. No era una pesadilla. Era la pura y cruda realidad desestabilizando su vida por completo, derribando su cordura y extinguiendo la tranquilidad y sencillez en la que antaño vivía.
No quería salir de la cama. No quería ir a ningún sitio. Lo que deseaba con todo su ser era volver a ver los ojos vivos de su Jungkookie. Aunque sea una vez más. Aunque fuera por un momento efímero. Aunque ya no pudiera volver a apreciar los rasgos favoritos que el menor poseía una vez más. Aunque tuviera que olvidar que un día hubo alguien que le hacía suspirar de amor, que le hacía perder la cabeza con sus berrinches y que le hacía desear un poquito más de Jungkook, cada día un poquito más del amor de su vida.
Porque Jungkook había derrumbado sus barreras, traspasado sus fronteras y pisado más allá de los límites ordenados por el castaño. Jungkook fue el dueño y rey de su corazón por completo y siempre lo sería, a pesar de que ya no se encontraba a su lado.
🌑
La noche había caído sobre Jimin. El manto de estrellas había arropado a la luz, ahora volviéndose todo oscuro y siendo iluminados vagamente por la luna, la cual era la única testigo junto a las estrellas de los sollozos casi inaudibles del castaño, el extinto corazón roto del joven y los susurros que volaban por la brisa fresca que se colaba por la ventana entre-abierta de la habitación, siendo ahora insignificantes para todos. Insignificantes para la persona que había perdido en su vida.
--J-ungkook... Frente a la luna, y b-bajo las lágrimas de ella, y-o... Yo te pido que vuelvas. Que me en-entregues de nuevo mi corazón y que me abraces y me c-cantes como solías hacerlo bajo las sáb-anas.
Palabras siendo evaporadas por el viento, peticiones imposibles destruyéndose en pedazos, letras cargadas de sentimientos abrumadores que se esparcen por la habitación, todo siendo derruido por la pesadumbre que envolvía por completo a Jimin.
No estaba listo. No iba a enfrentarse a la muerte del que fue su ex-compañero de vida. No era tan fuerte como para hacerlo. Nunca lo sería. No podía cargar con el peso de las promesas rotas y de las lágrimas de ambos, pues no resistiría lo suficiente como para poder aguantarse en pie frente a todos.
La lágrimas salían por sus ojos, recorriendo su rostro y acabando en sus labios. Y si volvía a cerrar o los ojos, sentía los dedos de Jungkook limpiar las gotas que descendían por sus mejillas, y besando éstas hasta que Jimin se calmase y se sintiese de nuevo la persona más especial del universo.
Pero no. No volvería a sentirse así. No volvería a ser tranquilizado de la misma manera. No volvería a ser besado con la misma pasión. No volvería a recorrer con sus manitas los tatuajes de Jungkook.
No volvería a ser él. No volvería a sentirse él.Cerrando los ojos, se dispuso a dormir, pero el bonito cante que adornaba sus sueños volvió a hacer acto de presencia, atormentándole de nuevo y a la vez tranquilizándole, con esa sensación agridulce que acaparaba el corazón postizo de Jimin, haciendo que las lágrimas se manifiesten una vez más y caigan como cascadas que representaban el principio de un río lleno de tristeza y melancolía que era ahora el alma del castaño.
No estaba listo. No aún. No iba a dejar esos sentimientos que le hicieron tan feliz en otra época y que le albergaron una seguridad que nunca antes había sentido y que nunca volvería a sentir de la misma manera.
No estaba listo. No aún. No iba a dejar que el vago recuerdo de su amor se extinga para siempre, huyendo de su alma fragmentada y de sus ojos carentes del brillo que en otra época le caracterizaba.
No estaba listo. No aún... No le iba a dejar ir. No aún...
Sus sentimientos que antes le parecían lo más hermoso del mundo, ahora eran un arma de doble filo; haciéndole daño pero disfrutando de que lo que Jungkook le hacía sentir todavía estuviese vivo dentro de él.
Su mente se llenó de recuerdos preciosos que ahora lo único que hacían era un daño inmenso en falso corazón de Jimin.
Intentó centrarse en obtener el sueño reconfortante que necesitaba desde hacía semanas, pero de nuevo, los susurros se hacían presentes, el rastro del tacto del menor sobre su tersa piel le causaba escalofríos, el aroma masculino de Jungkook acariciaba su nariz y la melodiosa voz que dictaba te amos transmitidos en canciones acaparaba sus sentidos, doliéndole todavía más si es que eso era posible.Él intentaba superarlo. De verdad que lo intentaba. Pero cada vez que sus ojos se cerraban y el sueño estaba por vencerle, los recuerdos de la sonrisa de conejo, ojos de Bambi poseedores de galaxias y voz perfecta de Jungkook alteraban su intento de descanso.
Y es que tal vez, tendría que acostumbrarse a esa pesadez que envolvía, su cuerpo, mente y alma.
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I Still Feel You [Kookmin O.S]
Short StoryPor las noches todavía escuchaba al amor de su vida cantarle al oído, mandar te amos al aire y acariciarle el cabello para tranquilizarle. No estaba listo. No aún. -NO está permitido adaptar o resubir la historia sin permiso de la autora.