Corceles magestuosos

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Narra Mérida

La escena sin duda era extraña, pero mantuve la calma para escuchar lo que mis padres querían decirme.

-¿Qué cosa hice ahora?- pregunté mirando a mis padres alternadamente y temiendo que de nuevo me viera envuelta en otro interrogatorio sobre lo que hacía en el bosque o sobre mis molestos tres pretendientes.

-Nada cielo, nada- sonrió mi padre tratando de calmar la situación. Al parecer él estaba más nervioso que yo.

-Solo queremos darte un par de noticias- afirmó mi madre relajando un poco la mirada, aunque no lo suficiente como para tratarse de un asunto que debía a tomarse a a ligera.

Me senté a la mesa justo enfrente de mis hermanos quienes al parecer tampoco entendían lo que pasaba y no hacían más que jugar con unas piernas de pollo asadas.

-Los escuchó- afirmé mientras me servía un poco de puré y carne de ternera en el plato. Estaba realmente hambrienta.

-Bueno, tiene que ver con la idea que tuvimos antes... de que pases tiempo con los jóvenes hijos de los Lords- explicó la reina.

-Me lo imaginaba- murmuré por lo bajo, sabía que tarde o temprano volveríamos a hablar de eso. Aquel tema realmente me desesperaba.

-Y con la creciente necesidad de una alianza fuerte en el reino- complementó segundos antes de beber un trago de vino.

Mi papá se aclaró la garganta. Al fin sabría por qué estaba tan nervioso.
-Este fin de semana viajaremos a Berk, es una isla en el Norte... nos reuniremos con mi viejo amigo, Estoico, quién es líder de la tribu vikinga de allá- espetó.

-La idea es que formen parte de alianza con los clanes, son un pueblo guerrero y dadas las circunstancias actuales y después de lo ocurrido con los orcos, lo más prudente será tenerlos de nuestro lado- puntualizó mi madre.

-¿Y eso tiene que ver conmigo porque..?- inquirí tratando de llegar al punto principal.

-Porque eres la princesa de Escocia y la heredera del clan, algún día deberás encargarte de los asuntos diplomáticos de las Tierras Altas. Sabes lo importante que es tener aliados poderosos, más ahora tras la guerra en la Tierra Media- mi mamá hizo una pequeña pausa para lanzarle una mirada cómplice a su esposo.
-Además de que tu padre y yo consideramos que el viaje puede ser una buena oportunidad para que pases tiempo con tus pretendientes.

Solté un largo suspiro.

-Pero...hay algo que debo hacer... no creo que sea buena idea salir del Reino- murmuré. Sabía lo importante que era que Legolas y yo continuáramos con la misión.

-Descuida hija, solo serán unos cuantos días, además te sentará bien despejar tu mente un poco- sonrió mi padre intentando reconfortarme.

-Pero, pero...

-Sin peros Mérida, hicimos un trato y es momento de que empieces a poner de tu parte. No has hecho más que ignorar a los jóvenes Lords, intenta abrirte para conocerlos- recalcó mi mamá.

-Agh, está bien- respondí resignada. Sabía que no había manera de impedir aquella decisión. -Solo espero que ustedes también cumplan con su parte del trato- agregué.

-Así será- afirmó mi mamá con una sonrisa de satisfacción.

Mi familia y yo terminamos de cenar en silencio. Al parecer nadie tenía ánimos de iniciar alguna aburrida charla o de matar el silencio con comentarios innecesarios.

Me fui dormir con una extraña sensación en el estómago. Mis padres estaban empeñados en que mi matrimonio se efectuara lo antes posible, lo cual me hacía pensar en que debía confesarles la verdad en cuanto tuviera la oportunidad; que Legolas y yo estábamos ¿Enamorados? y que nos estábamos viendo en secreto todos los días.
Claro que omitiría decirles la información respecto a la misión de sellar los portales y proteger a los reinos mágicos. Además estaba el hecho de que el rey Thranduil me odiaba, él jamás aprobaría lo que Legolas y yo teníamos... mi profundo miedo a expresar abiertamente lo que sentía solo complicaba las cosas aún más.

El último suspiro "Legolas & Mérida"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora