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Se suponía que era una simple poción para ayudarlos, se suponía que debía ayudar con su magia, porque.. ¿Para que más estaría haciendo una poción y entregársela a su mejor amigo? No debería ocurrir nada malo.
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Arriesgar para ganar..
El primer mes pasó lo más rápido posible, fue curioso porque no hicieron realmente casi nada. Adrián los visitaba algunas veces, enseñándole hechizos nuevos al castaño, o solo platicando de cualquier cosa común a Aquino. Y realmente a Duxo le pareció lo peor del mundo, la idea era desagradable, así que cada que notaba al trigueño charlando amistosamente con el moreno, su estomago se retorcía en celos, y ese acido amargo subía por su garganta permitiéndole ahogarse en insultos hacia el otro, sin embargo no podía hacer nada al respecto más que morderse la lengua y gruñir. Adrián se había vuelto importante en la vida de Aquino, otro amigo más, y eso lo hacía arder en furia, quizás envidiaba al trigueño, él al menos podía acercarse demasiado sin incomodar al de ojos miel.
Aún así era obvio que Duxo había cambiado con Aquino, cada que podía intentaba acercarse a él, halagarlo constantemente, coquetearle sin disimular su cercanía corporal, rozar sus manos, sostenerlo de la cintura cada que se le presentara la oportunidad, y sobre todo mirar esos iris mieles que tanto lo mareaban.
La verdad era que ya había aceptado sus sentimientos por el castaño, lo amaba, eso era obvio, si, tenía un crush con él anteriormente, deseos e ideas sexuales, no negaba que el moreno fuera atractivo, pero el sentimiento de amor, jamas se cruzaba en su mente y ojos, no creía en esa precipitada idea, mayormente se la pasaba coqueteando y ligando o acostandose con chicas del pueblo que nunca más iba a ver, pero con el castaño, fue un sentimiento que tuvo su proceso lentamente hasta que su corazón no paró de resonar y cantar el nombre del moreno, aunque intentara callarlo, evitarlo, y sentirse frustrado por él, el castaño era una maldita adicción.
Y su objetivo fue ese, hacerle saber al castaño que estaba interesado en él, obviamente con las anteriores acciones resumidas el castaño ya se ha de haber hecho una idea. Pero no había ninguna respuesta más que un sonrojo en sus mejillas, y esa mirada cálida que luego se transformaba en una de miedo y ansiedad, su rostro formando una mueca, y cielos dolía, era como si el castaño le quisiera decir algo con aquella facción, más las palabras reales nunca eran pronunciadas.
