Disculpa las molestias [Oslix]

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El amanecer era frío.

Era de esos amaneceres en los que no puedes sacar tu cabeza de entre las cobijas porque rápidamente se enfría por el ambiente fuera de ellas, pues bien, esa mañana tan fría no había sido impedimento para que Félix hiciera su rutina. Le había costado un poco despertar y tenía intenciones de volver a la cama pero después de ducharse se sentía con más energía, guardo las cosas que utilizaría más tarde en clases, se arropó lo mejor que pudo y salió de su habitación dirigiéndose directamente a la cocina, el aroma a café era embriagante.

Al ingresar notó a su pequeño sobrino tratando de no caer dormido sobre la mesa mientras que su "hermano" preparaba el desayuno, el felino negro saludó a ambos mientras dejaba su mochila en la entrada y se acercaba a sacar platos para servir la comida. Fue un desayuno muy tranquilo entre los tres.

Después de un rato, partieron a sus destinos juntos. El cielo aún se veía oscuro por lo temprano que era así que procuraban ir con cautela, en un punto el "hermano" de Félix debía tomar otra ruta pues a pesar de que iban juntos al instituto tenía que dejar antes a su pequeño hijo en el suyo por lo que más tarde lo vería, se despidieron y Félix siguió su curso hasta llegar al instituto. Al entrar, notó que no habían muchos alumnos todavía pero los que estaban, estaban reunidos en bolita en un punto del patio, el felino supuso que algo estaba pasando como alguna pelea o un estudiante nuevo así que un poquito movido por la curiosidad fue a hechar un vistazo también.

Al acercarse notó que no se trataba de otra cosa más que de el hijo del director, era un ratón bastante simpático y amistoso que trataba de la manera más calmada posible atender a los estudiantes y es que era bien sabido que en los últimos años ese toon, Mickey Mouse, había subido de fama considerablemente por lo que todos querían aprender sus técnicas o lo que fuese que lo haya impulsado de tal modo. Para Félix no era novedad el ratón y tampoco estaba muy interesado en él pues quería forjar su propio camino a la fama a su propio modo, sin embargo no pasó mucho cuando notó que detrás de aquel carismático cartoon estaba nada más y nada menos que el conejo que le había defendido hace algunos días, a diferencia de Mickey nadie se dirigía a él pero también se notaba que tampoco tenía intenciones de entablar conversación con alguien.

Lo miró unos minutos y después se fue a su aula en dónde, después de tomar asiento, empezó a pensar si ya habría leído la pequeña nota que había dejado para él, pensó en si también le odiaba o si también planeaba pegarle de vuelta por salvarlo, aunque si lo hacía no se iba a quejar ya que era lo justo a como él lo veía. La campana de la escuela sonó y todos los alumnos entraron a sus aulas, fue ahí cuando Félix notó que el conejo entraba en la misma aula que él ¿Dos semanas de clases y no había notado su presencia? Vaya, que despiste.

La clase era literatura. Era algo aburrida ya que no se enfocaban en analizar importantes obras o libros, no, se dedicaban más a la interpretación de personajes, a expresarse correctamente en cada diálogo, interpretar con pasión... Bueno, entienden el punto. Para el felino era algo muy sencillo pero para el conejo parecía no ser así pues cuando el profesor le pidió que interpretara un pequeño diálogo de una lectura este se puso bastante nervioso y comenzó a tartamudear lo que hizo que su interpretación no saliera del todo bien.

«Cielos, es bastante malo para esto.» pensó Félix para sí. De pronto una idea cruzó por su cabeza: si ese conejo tenía intenciones de que le devolviera el favor entonces le compensaría dandole a cambio una pequeña ayuda en literatura para que no volviera a hacer el ridículo otra vez... Aunque moriría de risa si sucediera denuevo. Así que ya estaba, escribiría una nota y se la daría al final de la clase, no sé atrevía a hablarle pues de cierto modo lo intimidaba un poco así que una simple notita estaría bien.