<Narra Alonso >
Era martes y me levante temprano para ir a la academia y ver a Ros, sabía que su mamá llegaba siempre antes así que me salí temprano de casa, ya quería ver a mi chica y estar aunque sea un rato asolas con ella. Pero cuando llegue no había nadie, no podía entrar a la sala ya que la profesora tenía la llave y yo no podía abrir la puerta. Después de diez minutos llego la maestra pero Ros no venía con ella.
Prof: Alonso, ¿Qué haces aquí tan temprano? faltan más de veinte minutos para la clase.
Alonso: Quería ver a Ros y sé que siempre llegan temprano.
Prof: Pues qué bueno que llegas antes. No traje a Ros porque ayer tú y yo no terminamos de platicar y por lo visto es peligroso que ella esté aquí, me dijo que nos escuchó hablando. Mira, como ayer te dije tú eres apegado a ella a pesar de que no tiene mucho que se conocen, me gustaría que me aconsejaras. Claramente yo ahorita no pienso bien las cosas y ayer también te dije que no sabía si contarle lo que le pasaba o dejarlo así. Sé que cuando la empiece a llevar a menudo al doctor ella no querrá y hará muchas preguntas. ¿Tu como su amigo que me aconsejas hacer?
Alonso: Pues como yo también le dije no creo que Ros tenga nada grave y estoy seguro de que el doctor está equivocado. Y si creo que ella merece saber lo que pasa, si debería decirle.
Prof: Si estas tan seguro que lo que tiene no es tan grave no deberíamos decirle lo que el doctor me dijo a mí, que quizá pronto... eso.
Alonso: Bueno pues eso le corresponde decidirlo a usted señora.
Prof: Hoy mismo le diré, pero ¿Te puedo pedir un favor?
Alonso: Claro.
Prof: ¿Puedes estar ahí presente? se que estando tu ella no se tomara las cosas tan mal.
Alonso: Por supuesto. Saliendo de aquí vamos a su casa.
Prof: No, saliendo no puedo tengo pendientes. Pero si quieres tu puedes adelantarte y más tarde yo llego.
Yo ya le había dicho que si la acompañaría a darle la noticia, pero a la vez no sabía si yo iba a aguantar. Siempre que recordaba el tema me daban unas ganas inmensas de llorar, aparte yo no sabía cómo iba a reaccionar ella; aunque sabía que era fuerte no iba a soportar verla mal y llorando. Pero tenía que estar a su lado, apoyándola como ella a mí estos últimos meses. Aun no llegaban los chicos así que decidí marcarle.
Llamada:
Alonso: Bonita ¿Cómo estás?
Ros: Bien, despertándome ¿y tú?
Alonso: Hermosa ¿te desperté? perdóname. Estoy bien, llegue a la clase temprano pero no estabas y quise llamar para ver si estabas bien.
Ros: Si, lo que pasa es que mi mamá como que se enojó o se sintió por algo que le dije y hoy ni siquiera me despertó para acompañarla.
Alonso: Ay y yo que quería verte para darte una súper noticia.
Ros: ¿Qué? Dime.
Alonso: No, te lo quiero contar en persona.
Ros: Pero quiero saber. Bueno dime aunque sea la mitad de la noticia.
Alonso: NO, me tengo que ir, te quiero bye.
No podía seguir hablando, esa noticia era muy importante para mí y quería dársela en persona, pero su voz me hipnotizaba tanto que si seguía preguntando yo terminaría diciéndole así que mejor colgué. En cuanto termino la clase yo salí corriendo del lugar para ir a casa de Ros sin siquiera despedirme de los chicos.
ESTÁS LEYENDO
Mi mejor casualidad (Alonso Villalpando)
RomanceUna novela que no es como cualquier otra, porque no todas las relaciones se terminan por la culpa de alguien. La vida siempre tiene algo preparado para ti. y no siempre lo puedes ver. El amor es algo facil de encontar, pero nunca sabras lo que pasar...