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—Bien, ahora que hemos hablado todo debería ser más fácil ¿Qué te apetece?
Parpadeo un par de veces, tratando de averiguar si es una pregunta retórica. El peso de su mirada imperativa me aplasta y me cuesta coger aire. Él está esperando, está esperando y no sé qué pasará cuando agote su paciencia.
—¿Q-qué me apetece? —repito en voz baja, respetuosa.
—De cenar —añade molesto, sosteniéndose el puente de la nariz ¿Es acaso una broma? —, necesitas energía, mañana será un día atareado. —añade con seriedad, sin un mínimo atisbo de ironía.
Está jodidamente loco. Trago saliva, tratando de entender por qué este criminal quiere hacerme algo de cenar. Sea como sea, si puedo fiarme mínimamente de sus palabras, tengo la tranquilidad de saber que no me matará esta noche. Hasta entonces tengo tiempo para pensar algo.
—Cualquier cosa estará bien —murmuro, tratando de sonar agradecido, y él asiente.
Luego vuelve a acercarse hacia mí y el pánico se dispara. Me coge de un tobillo y me atrae hacia él, arrastrándome por la cama.
—¡Espera! ¡Espera, por favor! —grito, apabullado por su gran fuerza. Él me voltea en la cama y yo pataleo inútilmente. Tato de levantarme, pero me empuja la cabeza contra el colchón.
—Deja de hacer un escándalo por todo, necesito atarte mientras hago la cena. Ahora ¿Vas a parar de hacer una puta escena?
Yo asiento contra la cama, notando como cada vez más quedo más y más sin aire mientras su poderosa mano me mantiene firme, a apenas un leve movimiento de respirar. Él me suelta y yo alzo la cabeza, tomando una enorme bocanada de aire. Me volteo hacia él cuando vuelve a poner sus manos sobre mí y, jadeando, imploro.
—Es-espera, si me atas mi hombro empeorará, yo... —trago saliva mientras lo veo escucharme pacientemente. Mete una mano en su otro bolsillo, sacando un pedazo de cuerda. Tengo que esforzarme por seguir hablando y no echarme a llorar ahí mismo. —por favor, será muy doloroso si lo haces, realmente tengo el hombro mal.
Él hace una mueca tristona y lleva la mano con la que sostiene la cuerda hacia mi cara. Cierro los ojos con horror, pero lo siento tomándome de la barbilla para que lo mire.
—Oh, cariño —dice con lástima. —, pero es que no puedo arriesgarme a que te me escapes. Vamos, solo dolerá un ratito, respira hondo y aguántalo, hazlo por mí ¿Si?
La amabilidad y compasión en su voz hacen que me estremezca y cuando empieza a quitarme el cabestrillo, dando pequeños tirones que hacen que me retuerza de dolor, siento que moriré en sus manos. Si cuando es gentil conmigo me tiene llorando, sudando y balbuceando ¿Qué será de mí cuando le enfade? Me intento resistir, poniendo mis manos sobre sus antebrazos, pero apenas soy capaz de usar fuerza y él me aparta como si nada. Si intento algo más, si le golpeo, si le araño la cara, si me defiendo con todas mis fuerzas quizá pueda escapar, pero... recuerdo con un escalofrío su mano sobre mi hombro, la leve presión de sus dedos, el terrible dolor. No, no de nuevo.
Cuando logra quitarme la férula y la lanza al otro lado de la cama reaccionó. Si me dolió que me apretase el hombro me dolerá mil veces más tener mis manos atadas tensamente tras mi espalda.
—Escúchame, espera, por favor, por favor, dices que quieres cuidarme ¿Verdad? Si me atas solo me estarás haciendo daño, por favor, juro que me quedaré aquí y no intentaré escapar. Lo prometo.
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El niñero (Yaoi) [EN AMAZON]
RomanceTyler tiene una vida tranquila, no hay grandes preocupaciones que lo mantengan en vilo por las noches, ni siquiera le da gran importancia a tener una laguna en su memoria que le ha hecho olvidar su adolescencia. Un día descubre que durante esos años...