Instinto Animal |Reescrita|

Capítulo 5

La vista de Amber recorrió la cocina hasta la ventana para ampliar vista del jardín, observando detenidamente cómo un grupo de personas comenzaba a reunirse cerca de la piscina. La idea de que su hermano se estuviera ahogando cruzó por su mente, provocando que su corazón palpitara a gran velocidad. Sin titubear, comenzó a caminar con agilidad adelantándose a Marco, tratando de llegar lo más rápido posible a ese punto del jardín, esquivando a cualquier persona que se cruzaba en su camino. Detrás de ella, escuchaba a Marco pidiéndole que disminuyera el paso, pero simplemente no podía. Preocupada, entre nervios y pasos acelerados, se acercaban hacia la multitud, escuchando cómo la gente alrededor alentaba lo que parecía ser una pelea. Marco intentó pasar primero entre las personas de la ronda, despejando el camino para ella.

Un agrio olor a sangre, mezclado con el aroma distintivo de su hermano y otro individuo, asaltó sus sentidos con una fuerza sorprendente, llegando a su garganta de manera abrupta y provocando un escalofrío de temor en su espina dorsal. Era tan penetrante que casi resultaba doloroso, una experiencia sensorial que nunca antes había experimentado con tal nitidez. Sorprendida por esta revelación, se tapó la nariz por unos instantes antes de ampliar su campo de visión, identificando el epicentro de todo aquel alboroto.

Desmond, arrodillado en el suelo tocando su nariz la cual sangraba profusamente. En sus ojos ardía un odio intenso, como si las llamas de un infierno hubieran encontrado refugio en su mirada. Frente a él, un joven de cabello azabache, cuya figura resultaba vagamente familiar, destacaba por su espalda ancha y su contextura media. Un hedor repulsivo emanaba de él, envolviendo el aire a su alrededor en una miasma putrefacta o al menos así era para el olfato de Amber. Mientras tanto, a pocos pasos de distancia, Owen yacía indefenso bajo la furia de otro chico más corpulento, quien lo golpeaba sin piedad. Gavin luchaba por intervenir, pero sus esfuerzos parecían inútiles frente a la brutalidad del atacante. 

Sin darle oportunidad a Desmond de ponerse de pie, el misterioso joven de cabello azabache le propinó otro golpe certero en el rostro, causando murmullos de repudio y asombro entre los espectadores. Con un nudo apretado en el estómago, Amber intentó acercarse para ayudar, pero una mano firme agarró su brazo, deteniéndola en seco y privándola de cualquier acción.

— ¡No! —al voltear, vio a Rowan con una expresión de pánico que jamás había visto.

Un par de lágrimas se escapaban de sus ojos, rozando sus mejillas pecosas y coloradas. Nunca se había percatado de cuan pecosa era.

— ¡Amber, detente! —exclamó una segunda voz detrás de ella, que logró identificar.

— ¡¿Por qué están peleando y nadie está haciendo nada?! —preguntó enfureciéndose, viendo cómo Tayler apretaba el brazo de Rowan asustada.

En tan solo unos segundos, volvió a escuchar otro golpe seguido de insultos por parte de Owen, quien pedía que se detuvieran. Las personas que las rodeaban seguían alentando la pelea. Sin pensarlo dos veces, Amber apartó las manos de Rowan, alejándose de ella. Esta intentó volver a sujetarla, pero ya era demasiado tarde. Se acercó lo más rápido posible a su hermano, colocando sus manos en su brazo para ayudarlo a levantarse, pero él la apartó, reincorporarse.

—Puedo levantarme solo, déjame... —gruñó una vez de pie, limpiándose la sangre con furia en sus ojos, observando a su contrincante.

— ¿Qué te pasa, idiota? ¡Es suficiente, deténganse los dos! —gritó.

Amber se adelantó, haciéndole frente al chico que ahora lograba reconocer perfectamente: Jonathan Baker.

Al verlo directamente a los ojos, la opción de correr se presentó en su mente espontáneamente, pero su cuerpo no respondía; sus piernas estaban congeladas. El pelinegro, con una sonrisa burlona, intentó volver a acercarse a Desmond, ignorándola por completo, pero ella lo empujó hacia adelante con una fuerza extraordinaria que ni ella misma reconoció, y así, en un abrir y cerrar de ojos, un puñetazo impactó contra su estómago, dejándola sin aire, generando en el público presente una serie de gritos de desaprobación.