Megumi Senju Terumi, una descendiente perdida de la Quinta Mizukage que fue criada por la Quinta Hokage, recorre su camino ninja al lado de su equipo; en donde conoce al misterioso Sasuke Uchiha.
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PoV Megumi
Muy bien... Primer día de escuela, wii. Nadie se da cuenta de mi verdadera cara en este instante. Maldición, y yo que quería explorar mi nueva aldea primero pero ni modos, la vida me odia y hará que llegue a la dichosa academia preguntando... ¡Y sólo por eso me tuve que parar más temprano, maldita sea! Odio al mundo, menos a mi nuevo amigo, Naruto... Y a mi ídolo, Kakashi.
En fin, a iniciar una nueva rutina: Me levanté de la cama y la arreglé; recogí el desorden de mi cuarto, tomé una toalla y ropa limpia para ir directo a la regadera; tomé una ducha para despertarme por completo, estrenando mi nuevo shampoo con su respectivo acondicionador (siempre diva, nunca indiva. Como mamá Tsunade); terminé de bañarme, me sequé y enredé la toalla en mi cabello para que empezara a secarse, mientras me vestía con la ropa que había elegido junto a Shizune-neesan.
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En cuanto salí del baño fui directo a la cocina para comer algo de cereal con leche y preparar una mochila con lápices y una libreta (porque es una escuela y, aunque dudo, tendré que tomar notas). Terminé de comer mientras leía un poco del libro que traía, lo eché a mi mochila junto con una manzana y una naranja (bueno 2, en caso de que me encuentre a mi nuevo amigo, para compartir); volví al baño para lavarme los dientes y peinar un poco mi cabello (es lacio pero de vez en cuando se esponja un poco), procurando mi flequillo que cubre por completo mi ojo del lado izquierdo.
Tomé mi mochila y salí, cerrando con llave mi nueva casa. Salí del edificio y empecé a caminar hacia la primera persona que me encontré para preguntarle cómo llegar a la academia de la aldea. Para mi buena suerte era una jounin que iba acompañada de un enorme perro; al principio creí que era una gruñona pero resultó ser amable y alegre. Hasta me cayó bien y me dijo que le pidiera "a su holgazán hijo" que me apoyara en lo que necesite. Lo curioso es que no me dijo nombre ni nada. Total, caminé siguiendo sus instrucciones y finalmente llegué al edificio que reconocí de inmediato.
Finalmente entré y tuve que pedir indicaciones para llegar a la dirección ya que ahí me dirían cuál sería mi salón. Al llegar a la oficina toqué la puerta y pedí permiso para entrar; había un hombre joven de cabello castaño sentado en lo que parecía un cubículo, tenía una cicatriz en la nariz.
