—¡No lo hagas, Haneul, sabes que quiero lo mejor para ti! —exclamó su padre, esposado justo en frente de ella.
—Le has vendido información confidencial a mis competidores, ¿creías que no me daría cuenta? —comentó ella, depositando tres balas en el revólver —. Te implicabas tan poco en la empresa últimamente, tus reportes eran vagos, sabía que eventualmente llegaría el momento en que me venderías. —Haneul apuntó a la cabeza del hombre.
—¡Ten piedad, por favor! —exclamó él, la mujer apretó el gatillo, no pasó nada.
—Lucky you —susurró. Apuntó al suelo y disparó, esta vez la bala sí salió. Volvió a sujetar el arma en dirección a su padre.
—¡Soy tu padre, no puedes hacerme esto! —gritó él. Haneul disparó y no pasó nada.
—Qué suerte tienes, capullo —susurró ella. Disparó al suelo y, esta vez, nada salió del revólver.
—¡No lo hagas, hija de puta! —exclamó él, Haneul rio.
—Madre me dijo que los hijos de puta tienen suerte, así que me convertí en uno —susurró, arrodillándose delante de él y sujetando el arma justo debajo de su barbilla.
—Por favor, por favor... —susurró él.
—Para ser alguien que no se calla nunca, debo decir que tus últimas palabras han sido penosas. —Esta vez, por fin, dio en el blanco, la cabeza de su padre voló en pedazos, cubriéndola de sangre. —Limpiad esto —ordenó ella a sus guardaespaldas.
Si era sincera consigo misma, no sabía si había matado a su padre por ser un traidor o por meras rencillas personales. De todas maneras, solo era una vida menos, nadie le echaría de menos.
—Jefa, ¿qué hacemos con el cadáver?
—Disolvedlo en los tanques de residuos de la farmacéutica —respondió ella, con obviedad. Limpió su revólver en su vestido y caminó hasta su Tesla.
—Ojalá me estrelle —susurró ella arrancando el coche. Tristemente, su deseo no fue concedido. Llegó a su mansión y vio que alguien estaba esperando fuera —. Mierda...
Haneul comenzó a golpear el volante, pitando a la persona que estaba delante de su casa.
—¡Vete o te atropello! —gritó ella una vez hubo bajado la ventanilla. La mujer aceleró y, justo cuando le quedaban apenas unos metros para estrellarse contra esa persona, fue capaz de verle la cara, todavía no sabe si eso fue lo que la hizo frenar.
Salió del coche enfadada y se acercó a Hanseok, en cuanto estuvo a su lado se fijó en la cara del hombre, había tenido un mal día, pero ¿a Haneul le importaba? No, todos tienen malos días y no se presentan en casa ajenas.
—¡Esto es acoso o qué! —exclamó ella, llegando a su lado.
—Pensaba que te alegrarías de verme —comentó Hanseok con sorna —. Estás llena de sangre, ¿qué ha pasado?
—La regla —contestó con simpleza.
—Claro, por eso tienes toda la cara llena de sangre.
—Mi regla es diferente, yo sangro por los ojos. —Sonrió tétricamente. —Bueno, ¿qué haces aquí?
—No sé si me apetece contestar a una presunta asesina —respondió él.
—Es verdad, los muertos no pueden hablar —susurró ella —. Bueno, me importa una mierda qué haces aquí, así que vete.
—Chayoung se ha ido de Wusang.
—Wait. Do I give a fuck? No, not one —habló Haneul sacando las llaves de casa.
—Intentará contactarte para ponerme en una posición comprometida —explicó él.
—Y obviamente yo aceptaré ayudarla.
—Entonces tendré que matarte.
—Pues mátame. Sabes que me encantará ver cómo Babel se derrumba desde mi cómodo trono. No hay nada que me guste más que ver a mis enemigos caer. —Haneul sonrió, abriendo la puerta de su mansión.
—¿No podemos ser amigos solo esta vez? —Hanseok sonrió falsamente.
—Too bad I don't have friends.
Haneul cerró la puerta tras de sí, dejando al hombre plantado. Caminó con desdén hasta el lavabo, se duchó rápidamente y, cuando acabó, bajó a la cocina para ver qué podía comer. Su nevera estaba vacía, algo normal ya que no había salido últimamente a comprar.
Se cambió rápidamente, de su pijama a unos pantalones de chándal negros y una camiseta ancha blanca, y salió de su casa para comprar.
—¿Qué haces todavía aquí? —preguntó ella, señalándole con una llave.
—¿Vas a comprar? —cuestionó él.
—Sí, un rifle para matarte. —Hanseok sonrió de lado. —¿Qué quieres?
—Déjame acompañarte, seguro que las bolsas pesarán mucho. —Haneul, sin demasiadas ganas de discutir, asintió. —Me gusta la ropa que llevas, no pareces una millonaria.
—¿Me estás haciendo la pelota? —dijo la mujer —. Sigue haciéndolo.
Ambos caminaron durante unos minutos hasta llegar a un 24 Horas. Se pasearon entre los estantes y Hanseok agarró un paquete de galletas de chocolate.
—Haneul, cómpramelo —ordenó él, enseñándole la caja —. Sé mi Sugar Mommy.
—Puaj... —susurró ella —. Dámelo. —Hanseok le entregó las galletas y ella las metió en el carrito. —Ves a por veinte sobres de ramion sabor vulcano, yo voy a por leche.
—Okay! —respondió.
Una vez acabaron de comprar, Haneul agarró todas las bolsas y ambos salieron de ahí.
—¿No quieres que te lleve la compra? —preguntó el hombre, Haneul negó —. Dame, me he ofrecido antes, así que lo haré. —Agarró las bolsas de las manos de la mujer.
—Vale.
—¿Quieres ir a beber Soju? —preguntó Hanseok.
—¿Me ves cara de alcohólica? —Él asintió. —Está bien, pero solo una botella.
—¡¿Para los dos?! ¡Eso es muy poco! —Ambos se dirigieron hacia el bar más cercano.
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silence | jang junwoo (hanseok)
FanfictionPosiblemente la forense y presidenta de la farmacéutica Anjan (su principal competencia), no entraba en los planes del joven jefe. Jamás imaginó que alguien pudiera leerle como si fuera un libro abierto, era vergonzoso y humillante. Así que solo le...