Y ahí estaba, en su lugar favorito, donde siempre iba cuando las cosas se salían de control.
Le gustaba ver las luces de la ciudad, de algún modo le hacía sentir que todo iba a estar bien (el mismo me lo había dicho en una de nuestras muchas pláticas), y que una de todas esas luces tenía que ser su persona indicada y que algún día ambas luces se juntarian y harían fuego.
Bastante conmovedor, cierto? Bueno si, ella me cuenta todo lo que pasa por su cabeza y más sobre las cosas que la invaden lo cual me hace sentir débil porque nose que se hace para ayudar a una persona como ella.
Ella es tan especial para mí. Llevaba unos minutos parado en una esquina contemplando su hermosura y ella parecía estar apagada, no se percataba de nada, nisiquiera de mi.
Yo que siempre he estado con ella cuando ella lo pide y lo necesita, hemos vivido hermosos momentos juntos desde la infancia, ella es como una hermana para mi. Pero ahora yo la dejaría, no tenía opción.
Me acerqué lentamente hacia ella y cuando estaba a su lado me senté en la banca de madera vieja. Le miré y por un momento se me olvidó como respirar.
Estaba tan pálida, sin ningún gesto ni sentimiento en ella. Nada. Sus ojos miraban hacia las luces pero su mente estaba en las nubes, paracia estar pérdida entre sus pensamientos.
No sabía que hacer, me aterrorizaba la imagen que tenía en mis narices. Empecé a temblar y de mi boca salió un susurro.
-Ana
Le miré, pero ella no reaccionó, ningún gesto, ningún movimiento, ningúna palabra.
-Ana
Repetí ahora con vos normal, al diablo los susurros ella me está asustando.
-Ana
Le tome de la mano. Me picaban los ojos y mi garganta estaba hecha nudo.
-¡Anastasya!
Grité lo más suave que pude pero no me funcionó, lágrimas botaban de mis ojos como si de una fuente de agua se tratara.
-Anastasya, por favor.
Dije más calmado. Ella sólo comenzó a reír, pero no había rastro de felicidad en su risa, sino más bien, era sarcasmo, tristeza y un toque de enojo lo que acompañaba de la mano a su gran carcajada que aún no acababa.
Ella reía y yo la miraba asustado.
Le tome de la barbilla y le hice voltear. Paró de reír y me miró con lágrimas en los ojos, la tomé de la cintura y la abracé con todas mis fuerzas.
Ella me abrazo con delicadeza, parecía que no quería romperme o algo por el estilo.
-Patrick
Susurro en mi oído y yo solo negué con la cabeza.
Ella no paraba de llorar en mi regazo, odiaba verle así y más sabiendo que es por mi culpa.
-No quiero que te vallas.
Dijo con el poco aliento que su alma le permitía en estos momentos.
-No llores por favor, sabes que siempre puedes voltear hacia arriba, aquí mismo y... esa estrella, la ves?
Ella sólo asintió me miró.
-Allí mismo estaré yo, jamás me iré de ahí.
-Lo prometes?
Le limpie las lágrimas que seguían rodando por sus ahora rojas mejillas, y ella se limitó a absorber su nariz.
-Lo prometo.
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La vita é bella
PoetryReflexiones acerca de la vida es lo que encontrarás en este libro. Si eres una persona desesperanzada, leer este libro será la decisión correcta. Ven y deja tu alma volar a las tierras de la verdad y la esperanza. Al final del libro te darás cuenta...