sano manjiro.

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LOST.

¡Nana!

Su cantarina voz hizo que detuvieras tu paso, giraste sobre tus pies y observaste con timidez al rubio quien mantenía una diminuta sonrisa traviesa en su rostro.

— Mikey... — acomodaste mejor el bolso en tu hombro debido al nerviosismo. De alguna forma su presencia siempre hacía que tus manos temblaran como gelatina al igual que tus piernas.

— Pensé que estarías con Takemicchi — uno de sus pies bajó con fuerza el caballete para sostener la moto en el suelo — No es bueno que andes solas a estas horas.

— Tuvo que ir a casa de Hina — levantaste tus hombros sin preocupación y sonreíste sin mostrar tus dientes — Le dije que estaría bien sola.

Frunció sus cejas y murmuró algo entre dientes, acto seguido golpeó el asiento de su moto — Sube.

— ¿Q-que? — exclamaste, su mano palmeaba el lugar mientras te miraba de forma juguetona — Sabes que me da miedo.

— Nana — su mano se alzó dispuesta a entrelazarla con la tuya — No te preocupes, no te dejaré caer.

El corazón te latía más deprisa, probablemente era por aquella bonita frase que deleitó tus oídos. Siempre te habías negado a subir en una de sus motos ya que le tenías un pavor a caerte y tener una muerte dolorosa.

Pero siempre habría una primera vez y por alguna razón, Mikey era la única persona que te hacía sentir segura.

Ya que tal vez si te subías a la moto de los demás, tendrías una muerte segura o algún accidente.

Soltaste un suspiro profundo, no podías negarte ante la forma en que te miraba. Sus ojos se habían tornado como los de un cachorro exigiendo cariño.

Te acercaste con vergüenza, su sonrisa diminuta se agrandó y se corrió un poco del asiento para que pudieras sentarte.

'No pienso sostenerme de su cintura'

Fue lo primero que pensaste al subir, asomaste tú cabeza buscando un lugar en donde pudieras agarrarte, pero antes de que pudieras elegir correctamente de donde sostenerte Mikey aceleró haciendo que lo tomarás de la cintura por inercia.

Cerraste tus ojos aferrándote, la sensación no era tan mala pero sentías que en cualquier momento ibas a caerte para atrás.

— ¡Abre los ojos Nana! — grito alegre como si pudiera deducir tus acciones — No temas.

Tu ojo izquierdo se abrió con temor y un carro pasó con velocidad haciendo que terminarás abriendo los dos ojos con sorpresa.

El viento pegaba de lleno en tu rostro, tus manos pudieron sentir como el cuerpo de Mikey temblaba debido a una risa traviesa.

Las luces pasaban con velocidad por tus ojos, el olor a tierra mojada era más fuerte a pesar que pasarán con rapidez.

Mentirías si dijeras que no estabas gozando de este momento, la ciudad se veía más preciosa desde esa perspectiva. Y la presencia de Mikey lo hacía más placentero.

Miraste dudosa su espalda, ¿él acaso era consciente de tus sentimientos?

Apoyaste tú cabeza en su espalda sin dudarlo dos veces, los pensamientos intrusivos que sentías se habían esfumado. Tú amor por el había crecido de una manera impresionante a pesar que siempre lo tratabas de reprimir.

Pero no podías sacarlo de un día para otro.

Cada vez que lo observabas, algo dentro de ti deseaba protegerlo. Era gracioso después de todo, el era una persona fuerte, más grande y más inteligente que tú. Pero aunque incluso fuera así siempre sentiste la necesidad de protegerlo.

Protegerlo de aquel destino que deseaba hundirlo.

Tus pensamientos quedaron en blanco al sentir como uno de sus dedos acariciaba con cariño tus nudillos, ¿alguna vez sintieron como si su estómago se comprimiera con lentitud?

Sus dedos eran suaves, los movía con unísono.

'Algún día vas a matarme de amor'

— ¡Mikey! — hablaste angustiada al notar que solo estaba manejando la moto con solo una mano. Este volvió a reír y tomó el mango de la moto — Tal vez tú seas el que me terminé matando.

Exclamaste de forma decaída tus últimas palabras, finalmente detuvo la moto en un pequeño lago. Su pierna volvió a tirar del caballete y giró sobre su hombro mirándote con felicidad — ¿Qué tal tu primer viaje en moto?

— Pésimo — aclaraste con una sonrisa y aflojaste el agarre de su cintura, tal vez le habías encajado las uñas del pánico que sentía tu cuerpo — Aunque los paisajes estuvieron lindos.

Borro la sonrisa de su rostro y miro el lago, su pelo se movía con lentitud gracias al viento — Al menos se que tu primera vez en moto me pertenece.

Tus ojos se posaron en su rostro, este estaba sin expresión alguna. No podías entenderlo, no sabías si sentía cariño o simplemente hablaba sin pensar.

— Si...lo es — susurraste y observaste el lago, este tenía cierto destello debido a la luz tenue de la luna. El lugar era reconfortante y cálido, como una zona en donde no podías ser juzgado y libre.

Así te hacía sentir él.

Kohana, me gustas.

Sus palabras resonaron con claridad por el lugar, tan fuerte y tan autoritarias. Su rostro aún mantenía aquella inexpresividad a pesar de confesar aquella barbaridad.

'¿Que?'

Ibas a pellizcar uno de tus brazos para asegurar que esto estaba pasando, pero tu cuerpo estaba totalmente congelado.

Es extraño — volvió a hablar a pesar del gran silencio de tu parte — Ya que el solo mirarte hace que no me sienta perdido y solo...

Tú subconsciente aún no podía analizar sus palabras más recientes, definitivamente tu corazón iba a salirse en cualquier momento de tu pecho.

— M-manjiro...yo...

— No es tan malo... — sus ojos se rasgaron debido a la gran sonrisa que había aparecido en su rostro — ¿O si?

Un sentimiento de tranquilidad y cariño se adueñó de tu corazón. Estaban ahí, el estaba ahí.

Dejaste caer de lleno tu frente en su espalda así evadiendo su mirada, podías sentir el calor en tus mejillas por la vergüenza y él no pareció molestarle tu acción.

A mi también me gustas, Manjiro.

Hablaste de forma átona, el solo decir esas palabras hacia que tú corazón latiera como loco. Nuevamente el silencio se hizo presente y tu cabeza se movió debido al largo suspiro de parte del contrario.

— Al parecer no era tan desagradable — sus dedos acariciaron tu rodilla haciéndote sentir escalofríos en esa zona — ... Gracias...

'No, no lo era'

El querer a Mikey no era desagradable, era todo lo contrario. El quererlo significaba paz, adoración y cariño.

Quererlo era aceptar la oportunidad de conocerlo verdaderamente y disfrutar de la aventura de explotar y descubrir lo que guardaba más allá de las defensas; contemplar sus temores, sus carencias, su dolor, sus esperanzas y sus anhelos.

Comprender lo que había detrás de Sano Manjiro era magnífico.

Tus manos temblorosas abrazaron con fuerza su cuerpo y cerraste tus ojos deleitándote con tenerlo entre tus brazos.

'Prometo protegerte del destino, Mikey'

Aunque eso pudiera matarte a ti.

necking and misery | tokyo revengersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora