Capítulo 29: Mañana playera (¡Olé por la originalidad!)
Empezamos a pisar la fina arena blanca de la playa y nos quitamos las zapatillas para caminar mejor. Madre del amor hermoso. ¡Qué playa! ¡Parece el paraíso!
El año pasado fui de vacaciones con mi familia a las islas dominicanas (por deseo expreso de Roberto, por supuesto) y ni siquiera puedo comparar. Esto es la leche.
Bi y Len ya se han acomodado como reinonas en unas tumbonas de estructura metálica y cubiertas con cojines blancos. Parecen cómodas. Están tumbadas exactamente en la misma posición, con sus gafas puestas, tomando el Sol. Parece que están preparadas para que les hagan una foto en este preciso momento. Se les ha quedado la fijación.
Dejo la bolsa al lado de Len y me quito la falda. Creo que me voy a dar un chapuzón. Viendo esta agua turquesa y preciosa dan unas ganas de meterse tremendas. Dejo las gafas encima de una tumbona vacía al lado de Len ¡y voy al mar! Soy una payasa.
Vuelvo a comprobar si hago pie. No.
Creo que llevo metida en el agua más de una hora.
- ¡Lore!- oigo el inconfundible grito de Bi.
Miro hacia ellas. Siguen tumbadas exactamente igual que cuando las dejé, pero... hay un cambio. Están con un chico, aunque no puedo verle desde aquí. ¿Cómo se las apañan para encontrar chicos incluso donde cristo perdió el mechero?
Me acerco, saliendo del agua.
Vale, ya veo al chico. Debo reconocer que está muy bien, jorobadamente bien (por no decir otra cosa). Tiene la piel más bronceada que la mía dos veces (y eso ya es decir), el pelo moreno liso y largito, recogido con un coletero en la nuca, y unos penetrantes ojos negros carbón. Bueeeeeeeno, ¿quién será?
Me seco los párpados y recojo mi cabello mojado en una coleta alta.
- ¿Qué os pasa?- pregunto cuando ya estoy cerca.
Bi, de espaldas al chico extraño, alza las cejas al quitarse las gafas y lo señala con los ojos.
- ¿Quieres algo de beber?- pregunta Len, que contiene una sonrisa.
¿Qué las pasa? Sólo es un chico… ¡Ni que nunca hubieran visto uno!
- No, no me apetece, gracias.
Leo parece ajena a la escena. Está tumbada tranquilamente, con los cascos puestos y leyendo un libro (un tochazo flipante). Bi, a su lado, se da la vuelta para mirar al chico y dice con su voz de cazadora de hombres:
- Cuatro mojitos.
¿Se va a beber ella los cuatro mojitos o se flipa creyendo que me voy a beber esa asquerosidad? Soy menor, ¿lo recuerda alguien?
Él asiente son una sonrisa, nos echa una mirada fugaz y se va. ¡Anda! ¡Que era el camarero!
- No pienso beberme esa marranada.- protesto.
Además, ¿esa bebida no es de Sudamérica? ¡Estamos muy lejos! ¡Eso no es típico!
- ¡Eii!- se oye un grito.
Un grito masculino, para precisar. Giro el rostro para ver venir a los chicos. Son monísimos. Menuda desgracia.
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La historia de mi penosa vida adolescente: Loretta.©
HumorLoretta es una adolescente de diecisiete años que vive con sus dos hermanos y su ocupado padre. Es una atípica niña rica y su vida transcurre sin problemas... hasta que un accidente de su mejor amigo, Rubén, y la casual aparición de un misterioso ve...