Prólogo

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Era lunes en la mañana y el joven Dylan Vasseur iba tarde a la escuela, pues la noche anterior se había quedado despierto jugando con su consola. Su madre lo había despertado discutiendo y regañando, pues llevaba varios días acostándose a altas horas de la noche y llegando tarde a sus clases. El chico se levantó no muy contento y con unas ojeras muy notables en su rostro, para acto seguido dirigirse hacía el baño, lavar sus dientes y terminar de prepararse para ir a la escuela. Cabe mencionar en éste punto varias cosas:

1- A Dylan siempre se le había complicado hacer amigos.

2- Sufría de bullying constantemente.

3- No era muy sociable que digamos.

Sin embargo, Dylan era un chico bastante noble y muy caballeroso y a pesar de lo antes mencionado, tenía una amiga, Laia. Laia se podría decir que era su mejor amiga, por no decir que la única en su vida. A ella le contaba absolutamente todo. Cuando está triste, cuando se pelea con su madre, incluso cuando le gusta alguna chica y unos cuántos chismes no faltan.

Ya en la escuela, se encontró con Laia y hablaron sobre cómo les había ido en el fin de semana. Ella le comentó que había ido de paseo con su familia. Éste le respondió que no había hecho nada interesante, pues la había pasado todo el día en su habitación jugando a los videojuegos.

El timbre sonó y éstos fueron directo a su salón, abrieron sus cuadernos y comenzaron a copiar lo que había en la pizarra.

Ángeles Y Demonios: Una Batalla Celestialmente Infernal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora