III

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Natasha

Poco antes de caer la tarde noche, Milenka despertó luego de llenar sus energías al cien por ciento, mentiría si dijera que mi hija era una niña tranquila y quieta, dónde quiera que pasaba, terminaba siendo un desastre total.

Había jugado con ella al escondite alrededor de 20 minutos, luego, tuve que ponerle algo de música en el televisor para que se distrajera en lo que yo preparaba la cena para ambas. A pesar de que hacía años que Mielnka había dejado de comer papillas, y había tenido que alimentarla con comida de verdad, nunca me acostumbraré a estar dentro de una cocina, mucho menos a preparar una buena comida, pero hasta ahora hago lo mejor que puedo para no alimentar a la niña con comida basura.

Le pongo el plato con carne en trozos en la barra de la cocina y Mielnka corre a subirse a una silla para comenzar a comer, dejo que como unos trozos y me preparó para hablarle de su padre.

— Oye Mi, ¿Recuerdas lo que hablamos sobre tu papá? — asintió lentamente con la boquita cerrada

— Quiero saber más — susurró — ¿Puedo?

— Quería hablar contigo sobre algo que sucedió está mañana — le dije tratando de abrir el tema de conversación

Sus ojos demostraban curiosidad mientras me observaba, está niña no era buena ocultando información.

— Tu padre vino a visitarme — solté lo más calmada posible

—¡¿Enserio?!, Mi papá, ¿mi papá?

— Si Milenka, tu padre

— ¿Y pregunto por mi? — indagó

— El quiere verte — le dije poniendo uno de sus mechones rubios detrás de su pequeña oreja — ¿Tu estás de acuerdo con eso? ¿Quieres conocerlo también?

— ¡Si! — dijo entusiasmada, luego me dedico una mirada más seria — no te pones triste por eso ¿verdad?

— Si tú eres feliz, yo también

Dió un último bocado y se bajó con cuidado de la silla, rodeando la barra hasta llegar conmigo y estirar sus bracitos para que la alce.

— Te quiero mami — beso tiernamente mi mejilla y recostó su cabeza sobre mi hombro

Sonreí y bese su cabellera — Yo igual

El resto de la tarde, Milenka se dedicó a hacer dibujos para Steve, y luego me la llevé pera darle un baño, cuando acabamos, la lleve a su habitación y me quedé con ella hasta que cerró sus ojos y comenzó a dormir profundamente.

Me retire sigilosamente de su habitación, hasta llegar de nuevo a la bañera, la llene de agua y espuma y me metí lentamente, necesitaba dejar de pensar y relajarme.

Eché mi cabeza hacia atrás y quite todo pensamiento de mi cabeza, hasta que en la paz que me rodeaba, mi cerebro creyó gracioso recordar los inicios de mi informal relación con Rogers.

Siendo honesta, lo que más me gustaba de esa relación era la clandestinidad que teníamos, era divertido y seductor el hecho de tener que conformarnos con una mirada coqueta cuando estábamos en público, pero cuando las puertas de mi habitación se cerraban, solo quedábamos nosotros dos, disfrutando del placer que nos podíamos ofrecer.

Cuando termine mi relación con Steve, no quise volver más a esa habitación, porque cada parte de ella habitaba un recuerdo, una caricia o un suspiro, todos arrancados o regalados por el mismo capitán américa.

Dicen que recordar es volver a vivir, y en ese momento estaba viviendo de nuevo, una de nuestras noches más memorables, desde nuestro primer beso hasta el último, había disfrutado tanto esa relación, que llegue a desarrollar sentimientos que me había prohibido volver a sentir.

Hasta La Última Estrella Del CieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora