Capítulo 9: Camila

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Camila



Me despierto en la mañana con un sentimiento de angustia en el centro del pecho, tomo la foto que me acompaña cada día y noche ubicada en mi velador, donde salimos ambas haciendo unas muecas chistosas que logran sacarme una pequeña sonrisa, a pesar de lo triste que me siento y de las inmensas ganas que tengo de echarme a llorar.

-¿Cariño, vas a tomar desayuno?- mi madre entra sin preguntar y se sienta en la cama mirándome con un poco de preocupación- hablé con tu padre y le hice saber que estoy molesta por esto- señala mi cara- ¿Te duele?- me gustaría decirle que me duele más la indiferencia de mi padre que el golpe. No lo hago.

-Si me duele, pero da igual- cambio de tema- no tengo hambre- hablo sin despegar mi mirada de la foto. Siento como mi madre se posiciona a mi lado y mira la foto con una expresión de ternura.

-Salen bellas- dice con un deje de admiración como si de verdad lo creyera

-Salimos horribles- me río

-Hay cierta belleza en ver a dos personas tan alegres en una foto, siendo felices porque te cuestionas que habrá pasado en ese preciso instante para lograr esas radiantes sonrisas.- rememoro el día en que nos hicimos la foto y me cuesta creer lo contentas que estábamos. Atesoro esos momentos como si mi vida dependiera de ello. A veces siento que sus recuerdos son los que me han ayudado a seguir de pie, aquí.

-Quizás- digo simplemente porque para mí este día ya es melancólico de por sí, hablar de las cosas que pasaron sería una mala combinación.

-Mis niñas- abraza la foto como si al hacerlo nos estuviera abrazando a nosotras, como lo hacía cuando éramos unas bebés, en sus ojos veo guardada una tristeza que al igual que yo trata de camuflar con una sonrisa.

-¿Lo haremos ahora?- me levanto y paso por su lado para cepillar mi cabello

-Si ahora venía a eso, ¿estás lista entonces para limpiar su cuarto?- lo dice como si fuera el mejor de los panoramas

-Para ordenar su cuarto- corrijo- no quiero que botemos todas sus cosas.

-Nadie lo hará cariño- me asegura

-¿Me das un minuto para cambiarme? Me pondré algo cómodo- necesito que se vaya de mi habitación para aclarar mis pensamientos.

-Te espero afuera- deja la foto en su lugar y sale de la habitación. Me pongo unas mallas y un poleron varías tallas más grandes que es mi favorito.

Me miró al espejo directamente aunque deteste ver mi reflejo, trato aunque sea una vez en la vida de callar a mi mente y decirme a mi misma que soy capaz de esto. Las lágrimas amenazan con desbordarme pero se que necesito dar este paso, por ella y por mi. Muerdo mi mano tratando de parar el dolor que se está expandiendo como un virus y seco mis ojos antes de salir, tratando de simular que todo va bien siendo que no es así, pero eso nadie necesita saberlo ¿Cierto? Trato de guardar mis lágrimas para el momento en el que me encuentre sola.

-¿Tienes la llave?- pregunto a mi mamá que estaba esperándome afuera, agradezco no haber hecho ruido.

-Si- me mira- cariño quiero que sepas que si no lo queremos no nos desharemos de nada, podemos embalar todo o quedarnos con lo más importante ¿si?

-Si- pone la llave y es como si sucediera a cámara lenta, porque la última vez que entre aquí fue el momento en el que todo cambio rotundamente, cuando puse un pie adentro ese pasado 20 de abril fue cuando vi como la vida de mi hermana se apagaba.

Cuando la puerta se abre y veo la cama desecha, los libros en la estantería y sus cosas por todos lados no puedo evitar la lágrima que cae por mi mejilla. Absolutamente todo tiene un recuerdo en este momento.

Enséñame a soltarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora