Capítulo 10: Cameron

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Cameron

-¿Por qué hoy días estás tan callado?- me acaricia el hombro desnudo

-Porque no tengo nada que decir- respondo simplemente aunque este mintiendo, tengo mucho que decir pero no es para conversarlo con ella.

-Tú siempre tienes algo que decir-me dice como si me conociera de toda la vida

-Esta vez no, me interesa más otra cosa- trato de persuadirla, pero en el fondo creo que lo que quiero es que deje de hablar. No se porque acepte venir cuando me llamó.

-¿Te vas a quedar a dormir?- besa mi cuello y trato de acallar su voz y enfocarme solo en sus besos.

-No lo sé, convénceme- sonrió seductoramente

-¿Por qué te tengo que convencer yo?- la respuesta es obvia

-Porque tú quieres que me quedé, no yo- la miro

-¿Cómo te gustaría que lo hiciera?- se sienta en mi regazo y me tira suavemente el cabello algo que personalmente detesto

-Tú tienes buenas técnicas para eso- le quito con suavidad las manos de mi cabeza

-Lo sé- si hay algo de esta chica que es digno de admirar es lo confiada que es, no es algo común lamentablemente.

-¿Entonces?

-Quiero que me lo digas- insiste

-Nosotros no necesitamos palabras para entendernos, y ambos lo sabemos.- no cederé con ella. 

-Por eso funcionamos bien- está de acuerdo conmigo

-aja-digo cortante para que dejemos de hablar, no funcionamos bien y eso lo ambos lo sabemos. 

Ella me mira sonriente, de una forma que no soy capaz de corresponder y por un momento mi cabeza me juega una mala pasada, porque me encuentro buscando en sus ojos otros cafés chocolates que no han dejado de rondar por mi cabeza estos días, pero por más que me esfuerzo no los encuentro. Miro sus brazos en los que no hay un rastro de tinta, con mi mano agarro su cabello corto y no el largo y sedoso con el que he fantaseado enterrando mi mano.

Su imagen se dibuja en mi mente, pero cuando abro los ojos entiendo que no estoy con ella, la persona que me está besando no es la que me gustaría que lo estuviera haciendo, y sus labios no son los que deseo probar.

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Hoy día es lunes y llega mi esperada visita-nótese el sarcasmo- aunque aún no estoy del todo de acuerdo no tengo más opción que aceptar que hoy día llegará la hija de la amiga de mi madre de la cual aún no se nada excepto su nombre: Camila, un nombre bonito pero bastante común. Le prometí a mi madre que me portaría bien, ya veremos si puedo cumplirlo porque bueno para cumplir las reglas no soy.

La tal Camila se supone que llega en unos minutos, lo único bueno del día es que no tendré que ir a la universidad, porque mi madre como es tan buena persona me pidió que ayudara a la chica a acomodarse y le mostrara el departamento, sus palabras textuales fueron: Cam hazla que se sienta como en casa. Eso estaba difícil, era casi una misión imposible pero no me quedaba otra opción así que lo único que esperaba era que la chica fuera simpática, si así era por mí parte no iba a haber ningún problema, y de verdad esperaba que congeniáramos bien porque más que mal viviríamos juntos cosa que nunca antes había hecho. Ojalá está primera vez fuera buena.

Escucho como suena el timbre y mientras me dirijo a abrir la puerta siento que mi palma suda, ¿Qué mierda me pasa? ¿Desde cuándo me pongo nervioso yo al conocer a una chica? Además estamos en mi casa, o sea mi terreno no debería tener que estar nervioso. Y si alguien está nervioso que sea ella, es ella quien está invadiendo mi espacio lo cual es razón suficiente para estar nerviosa.

Enséñame a soltarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora