Finalmente llegó el día y después de dos años de mucho esfuerzo me dirijo a California. Miento si no digo que es uno de los mejores días que he tenido en mucho tiempo.
Cierro las valijas luego de leer como por décima vez la lista que hice con las cosas que no debía olvidar empacar. Al bajar las escaleras de la casa con mis cosas y lo primero que veo es a mis padres y a mi novio Jamie. Intento ocultar la sonrisa que asoma por mi rostro cuando veo la cara de descontentos que tienen los señores Hart. Cuando llegó mi carta de admisión a la Universidad de Los Ángeles no me hablaron por una semana, hasta que tuvimos que tocar el tema y discutirlo como las personas adultas que son. A pesar de todo, sabían el esfuerzo que hice para obtener la beca académica que me dejó entrar a la universidad, y después de mil promesas y una pequeña posibilidad de que me desheredaran, aceptaron. Y aunque no podían entender porque tenía tantas ganas de ir a la misma universidad que mi hermana, no es algo que me hayan preguntado mucho tampoco.
Desde aquel día que marcaría el resto de nuestras vidas, mis padres se rehusaron a hablar de lo que pasó. Y después de muchas noches sin dormir, y de no dirigirles más de dos palabras por día, entendí porque lo evitaban. El dolor se hace más fácil cuando dejamos que no se lleve lo mejor de nosotros, cuando lo hacemos desaparecer.
No los justifico, pero llegué a entenderlos. Obviamente nunca voy a entender las razones por las que lo hicieron, pero llegué a comprender cómo se comportaron luego de que ella se fuera. Lo hecho no podía revertirse, y si realmente quería hacer algo de mi vida, tenía que seguir adelante.
Cuando mi padre se llevó a Elizabeth estaba más que segura que no volvería a pisar la preparatoria. No estaba lista para enfrentar la realidad, y aunque nadie nunca supo realmente las razones de la "partida" de mi hermana, tampoco quise gastar energías en comentarlo o pedir consejos porque sabía que nadie iba a entenderme completamente. Es por eso que después de muchos intentos por parte de mis amigos en hablar conmigo y en intentar acompañarme, se rindieron cuando se dieron cuenta de que no era la misma.
Si me faltaban fuerzas para comer, dormir o respirar, ¿cómo iba a estar para alguien más? Entendí que se alejaran porque ya no podía darles nada, no me merecía su amistad porque no la iba a cuidar, porque habían dejado de importarme.
Cuando finalmente pude centrar mi cabeza y dejar de sentir pena por mí misma fue que empecé a idear todo. Y como el primer paso era entrar a la Universidad y conseguir la beca, me dediqué exclusivamente a estudiar para sacar las mejores notas y a hacer actividades extracurriculares que sumaran. Nada de salidas, de fiestas, de amigos o de diversión.
La parte de mí que no quería pasarse su último año de escuela únicamente estudiando se dedicó a escuchar música, a leer y a bailar, ya sea en las clases que tomaba del Instituto o en mi habitación. Descubrí nuevos artistas como Kodaline o Seafret, pero nunca descuidé a mis favoritos, como Taylor Swift o Niall Horan.
Y aunque eso fue una linda parte de mi año, no lograba contrarrestar la falta de sueño y las pesadillas que tenía sobre la cantidad de posibles destinos por los que podía pasar mi hermana. Y si, sangrientos, oscuros, tristes y simplemente devastadores. Fue cuando me convencí de que no la vería de nuevo que los sueños comenzaron a ser más leves.
Una paz interior difícil de encontrar se hacía cada vez más clara, y con la desaparición de las pesadillas abrió paso el odio y la ira. Me sentí un robot, y aunque la mayor parte de las veces no me importó, hubo momentos en los que quise dejar todo por el deseo de volver a encontrarme, de volver a ser yo. Las dudas se acabaron cuando supe que ya estaba rota, y que tenía que hacer algo útil de los pedazos que quedaban no solo míos, sino también de mi hermana.
Cuando pensaba que mi vida era una caída en picada, me encontré con Jamie, mi actual novio. Se mudó desde Nueva York a New Hampshire porque sus padres querían "renovar los aires", como si este pueblo horrible tuviera algo que pudiera darles. Aunque no los culpo, se nota que viven en un felices para siempre, y cada vez que iba a su casa me hacían sentir una más.
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¿Hasta dónde llegarás?
Teen FictionNada es fácil si te arrebatan a tu persona favorita. Kat es una chica decidida, solitaria y dolida. Para ella, su plan lo es todo y no dejará que nadie vuelva a quitarle lo que más ama. Sean es el capitán de baseball de la Universidad, y aunque su...