A Zenitsu le reportan un tumor cerebral a corta edad; el doctor asegura que debido a que fue descubierto a tiempo y las capacidades curativas de su cuerpo joven hay esperanzas de que viva muchos años más, incluso existía la mínima posibilidad de que...
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Zenitsu soltó un sonoro suspiro a la par que dejaba caer su cabeza contra su escritorio. El estruendo provocado por el golpe alarmó a su compañero —quien hasta ahora se había mantenido concentrado en su computador sin percatarse de que el rubio estaba presente—.
Tanjiro, desde su mesa contigua a la del impacto, divisó a su socio y amigo farfullar algunas maldiciones por lo bajo, la frustración en su voz se mezclaba con un mar de lágrimas que se escapaban de sus ojos. Conocía a Zenitsu desde hacía más de veinte años, nacieron en el mismo barrio y por ende crecieron juntos; de pequeños eran tan inseparables que incluso algunos los molestaban con que estaban enamorados, aquellos tiempos Tanjiro la pasaba negando semejantes acusaciones mientras que Zenitsu lloraba a cántaros; la época de la primaria pasó y con ello llegó la secundaria, otro de los mejores momentos de su vida, ambos comenzaron a desarrollarse y a llamar la atención de las chicas, eran un dúo bastante popular y dejaron una huella allí a dónde fueron; la preparatoria llegó y marcó tiempos de separación, Tanjiro asistió a una escuela muy prestigiosa tras obtener una beca y sobresalir con sus resultados académicos, mientras que Zenitsu apenas pudo seguir sus estudios en un instituto público, la diferencia tan abismal entre ambos hizo al rubio querer superarse en todo sentido y se esforzó para poder asistir a la misma universidad que su mejor amigo; así, después de noches en vela, horas de estudio y la invaluable ayuda del otro, pudieron ir juntos a la universidad; ambos se graduaron de abogados y ahora mismo ejercían en uno de los mejores bufetes de la ciudad.
Para Tanjiro, Zenitsu siempre había sido una persona sencible, excesiva y algo paranoica, cualidades que solo se agudizaron cuando hacía ya un año atrás el médico de la familia Agatsuma le había diagnosticado un tumor cerebral, si bien la noticia había llegado como un cubo de agua fría, su amigo la había tomado mejor de lo que cualquier otro hubiera hecho, se había propuesto a regañadientes que no quería morir solo y había transformado toda su rabia y tristeza en fuerzas y empeño para tratar de encontrar a una mujer con la que estar hasta el final. El único problema en ello es que debido a su personalidad torpe y directa, todas las del sexo opuesto salían huyendo tras dirigirle dos palabras, porque aunque Zenitsu era atractivo, de primera y pata les pedía matrimonio... ¡Cómo si alguien fuera aceptar semejante locura!
—¿Quién fue esta vez? —inquiró el Kamado, colocando su codo sobre la mesa y posteriormente su barbilla sobre su mano. Dibujó una sonrisa interesada y esperó pacientemente a que su compañero se limpiara los mocos.
—Mitsuri-san —contestó el pobre chico, alzando su cabeza en dirección a su mejor amigo, aún tenía los ojos cristalizados y por supuesto su expresión era forzada.
