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Londres, Nueva Inglaterra
30 de enero, 2020

William había sido enterrado en el cementerio familiar, alejado de las tumbas que guardaban los restos de aquellos hombres y mujeres que fueron buenos en vida. Ahora que su carne comenzaba a pudrirse, su cuerpo podría reflejar cómo se veía su alma.

Juliette estaba destrozada. Sabía que tenía que sentir odio por él, por todo lo que había hecho, pero no podía evitar seguir amándolo. ¿Cómo puede ser posible amar y odiar tanto a una persona al mismo tiempo? ¿Por qué deseaba que él siguiera con vida, junto ella, cuando si así fuera no dejaría que se acercara? ¿Por qué el ser humano tenía emociones tan complejas, tan difíciles de comprender y de llevar?

La chica caminó entre las tumbas de antiguos príncipes, princesas, reyes y reinas, en busca de aquella en la que yacía con los restos de un hombre al que realmente llegó a amar.

Príncipe William Dorian Phillip Hugh, duque de York

Juliette se detuvo frente a la tumba. No le había llevado flores, ni ninguna otra ofrenda. Le dolía pensar que esa piel que había tocado muchas veces, durante muchas noches, ahora se estaba desintegrando bajo la tierra.

—No sé donde estarás ahora, William —murmuró mientras se sentaba en el césped —. Nadie sabe que es de nosotros cuando morimos... No puedo creer que tú estés...

Ella trató de ser fuerte. Trato de no llorar, él no merecía sus lágrimas. Pero no lo logró. Se rompió ahí mismo, frente a la tumba de su amor...

—¿Por qué tuviste que hacer todo eso, William? —preguntó sollozando —. Podríamos haber sido felices... Podríamos haber formado una familia... Pudimos haberlo tenido todo... Pero decidiste irte por otro camino.

La muchacha golpeó el piso con las manos, escondió su rostro entre sus brazos.

—¡Odio esto, William! —exclamó con la voz quebrada —. ¡Odio que aunque hayas hecho tanto daño no pueda dejar de quererte! ¡Y además me pides que me olvide de ti como si fuera algo sencillo! ¡¿Cómo voy a olvidarte, William?!

Juliette trago saliva mientras las lágrimas saladas no paraban de salir de su rostro, no tenía control. Su pecho subía y bajaba, tenía la respiración alterada. Sentía... Era un sentimiento tan raro, uno que nunca antes había experimentado, y no le gustaba cómo se sentía.

—¿Cómo voy a olvidarte...? ¿Cómo voy a olvidarte después de todo lo que hemos vivido? —preguntó, aunque sabía que nunca habría una respuesta —. ¡Me prometiste que estaríamos juntos para siempre, que seriamos felices! Si estabas metido en esto antes de conocerme, ¿por qué te acercaste a mi? —corrió una ráfaga de viento, pero eso no la animó a irse —. ¿Por qué te quitaste la vida, William? ¡Me condenas! ¡Si siguieras con vida podría limitarme a odiarte, pero no, estás muerto, y nunca más podré ver tu rostro, no podré ver nunca más tus ojos azules mirándome en medio de la noche, y eso me hace peor, porque te amo, idiota! ¡No quiero amarte, William!

Siguió llorando, sola en el cementerio, exigiendo respuestas a su difunto amor, odiándolo y amándolo a la vez, por más doloroso que eso fuera.

Un par de ruiseñores cantaban parados en las ramas de los árboles mientras el viento frío corría levantado unas hojas. Había olor a tierra mojada por las lluvias de temporada que ya empezaban. Pronto anochecería.

¿William la estaría observando, odiándose aun más por hacerlas sufrir?

—Ayer conocí a Víctor —habló en voz baja —. A tu hijo... Se parece mucho a ti... Tu madre dijo que iba a hacerse cargo de él... Ella también está muy destrozada, William, pero cuando supo que tenía un nieto pareció no importarle que fuera hijo tuyo... ¿Sabes a quien más no le importo que fuera tú, quien tanto daño causó, el progenitor de ese pequeño? A Daphne Loughty... A Louis... Ellos están muy felices ayudando a tu madre a criar al niño... ¿Puedes creerlo? Tú le hiciste algo inhumano a Daphne, y aun así ella está cuidando a tu hijo... Ella dice que Víctor es un niño encantador, y que no tiene culpa alguna de tus acciones... Entiendo perfectamente porque Louis eligió a Daphne por sobre mí, por sobre Irene, por sobre cualquier otra mujer... Ella es tan pura, como un ángel...

El peso de la corona [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora