Leí algunas líneas, sobre todo las citas o las frases aisladas:
Mañana empiezan las vacaciones!
Tengo todo, excepto a ti.Hoy, tienes suerte...
Soñé que el mar se incendiaba.
Volví al principio y recorrí de nuevo las páginas. Tenía ganas de leer todo de golpe, de saber todo... Imposible, había demasiadas cosas.
Suspiré y me pregunté por qué había tenido la loca idea de llevarme esa cosa . Qué iba a hacer con ella? La cerré y la metí en el cajón de mi escritorio. Ya era tarde; lo único que me quedaba era irme a acostar.
En el momento de dormirme tenía una imagen en la cabeza; una tarjeta postal pegada en una página de la agenda verde. Tweety (el Tweety de Tweety y Silvestre) cubierto con una gorra azul con la inscripción "Genio", orgulloso de sí, con las manos en la cintura y la mirada maliciosa. La leyenda que lo acompañaba decía: "Eres única...! Y lo haces a propósito!".
Imposible deshacerme de esa imagen! Vayan a saber por qué. Me dormí con ella.
Al día siguiente, al llegar al colegio, empecé a estudiar las caras de todas las chicas que me cruzaba. Era más fuerte que yo. Y seguramente no debía ser muy discreto, porque Benito me dijo:
- Pero qué te pasa hoy, que miras así a las chicas? Hace mucho que no sales con una o qué?
Gruñí una respuesta ininteligible y traté de hacerme notar un poco menos. Difícil. En cuanto llegaba una chica, yo escrutaba su cara como si de repente fuera a encontrar en ella una inscripción del tipo: "Es mía la agenda verde", o "Yo soy la dueña de la agenda".
Ya lo sé, nada más estupido. Sobre todo porque chicas no es precisamente lo que falta en el colegio. De sexto hasta tercero debe haber... Renuncié a hacer la cuenta. Era muy sencillo: no tenía absolutamente ninguna idea del número de chicas que podía haber. Habría hecho falta contar los cursos, decirse que en promedio hay tantas chicas pir curso, multiplicar... Un ejercicio que se parecía demasiado a un problema de Matemática, y yo nunca fui bueno en Matemática.
- Eh! Estás soñando!
Era Benito. Tenía razón: estaba soñando. Me empujó.
- Dale, apúrate, vamos a llegar tarde.
EL primer timbre había sonado, y yo no había oído nada ni encontrado una solución para mi problema.
Una vez en el aula, pasé revista mentalmente a todas las chicas que formaban parte de las clased. Bueno, había muy pocas probabilidades de que la agenda le perteneciera justamente a una de ellas, pero nunca se sabe.
A ver, María...
Esa era fácil! Su agenda estaba apoyada sobre su escritorio y era la suya; ninguna duda, la etiqueta pegada en la tapa lo demostraba: María Doroux.
Ahí había por lo menos una candidata eliminada sobre el conjunto del colegio. Era un comienzo.
Estefanía? Mmm..., Estefanía no es realmente del tipo de las que dejan sus cosas por ahí. Es hiperorganizada, nunca se habría olvidado nada en ningún lugar. También podía eliminarla.
La primera Emilia (hay dos en el curso). No: su agenda yo la conocía bien, con su tapa de patchwork, era imposible equivocarse. Nada que ver con la "mía"...
- Veamos, Jeremías, qué hiciste?- dijo una voz de repente.
- Eh, nada- contesté estúpidamente.
Todo el aula explotó de la risa.
Evidentemente, "nada" no era la respuesta correcta. El profe de Ciencias Naturales arrancó:
- Nada! Ese es precisamente el problema. Deberías estar, como tus compañeros, copiando lo que acabo de escribir en el pizarrón. Dónde está tu cuaderno?.
- Aquí! Aquí está!
Abrí rápidamente mi cuaderno de Ciencias Naturales y me incliné sobre él con aplicación. Era absolutamente necesario que me sacara de la cabeza esa historia de la agenda, si no iba a terminar creándome inconvenientes.
Sin embargo, seguía reflexionando sobre mi problema. Había otra a la que podía eliminar de una: Laura. Llegó a mitad de año, no habla con nadie... y nadie habla con ella. No sé si tiene una agenda, pero no debe teber gran cosa de ella porque no tiene amigas y, menos todavía, amigos..
María, Estefanía, Emilia n° 1, Laura. Ahí ya había cuatro. Cuangas quedaban?
Me concentré en mi dibujo de Ciencias Naturales. Tampoco me gustan demasiado las ciencias. Y además, no tengo facilidad para el dibujo. En general, una vez que termino, el restado no tiene nada que ver con lo que el profe dibujó en el pizarrón. Él es bastante bueno dibujando. Tendría que haber sido artista; por lo menos, eso le habría impedido venir a envenenarnos la existencia. Pero habría otro en su lugar...
En cualquier caso, esta actividad me cambió las ideas. Al final de la clase había tomado una gran decisión: iba a llevar esa agenda a la biblioteca y a ponerla de vuelta discretamente donde la había encontrado. Ni visto ni oído. Después que pasara lo que tuviera que pasar... ya no sería mi problema.
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El misterio de la agenda
Novela JuvenilAlguien perdió una agenda personal, llena de secretos, y quién la encuentra intentará descifrar el misterio de su dueña. Una historia con intrigas, sueños, amor, dolor, humor y un final inesperado...