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 Una llamarada de fuego recorrió todo el cuerpo de Jimin al oír aquel seductor susurro. 

 —¿Yo? —soltó un chillido mientras los hambrientos labios de Yoongi le recorrían el cuello y el anhelo lo hacía estremecerse y humedecer la ropa interior. 

 —Tú. Una noche —repitió bajando las manos hasta sus caderas, acariciando la bata de seda, explorando con avidez. 

 Jimin dejó caer la cabeza a un lado dándole vía libre para explorar la sensible piel de su cuello. 

 Santo Dios, cuánto placer. Y qué bien olía. 

 Cuando la boca de Yoongi descendió hacia la suya, perdió por completo la poca capacidad de pensar que le quedaba. 

 Yoongi no preguntaba, exigía. 

 Empujó con la lengua la puerta de sus labios hasta que cedieron. Jimin se dejó hacer y Yoongi se apropió de su boca con exigentes lengüetazos. 

 A Jimin se le escapó un gemido; aquel beso lo hacía sentir extasiado y abrumado, y su reacción impulsiva fue de deseo. Empujó la lengua y la enroscó con la suya, explorándolo, catándolo... 

 Yoongi siguió abrazándolo con pasión mientras le desataba la bata y amasaba imperioso su cuerpo entero, pero sobre todo sus pezones duros, que reaccionaban con entusiasmo. 

 Para aumentar su deseo fue combinando las caricias con los pellizcos hasta que logró que perdiera el control por completo. Le metió entre las piernas el muslo, aquel fornido músculo enfundado en unos jeans, y Jimin se frotó contra él, atormentado por el deseo. 

 Jimin recorrió su cabello oscuro con las manos y, cuando la ola de placer se hizo aún más intensa, se agarró a él con fuerza. 

 Yoongi separó su boca de la de Jimin y empezó a jadear como si acabara de correr un maratón. 

 —Madre mía, Jimin, me pones a cien. ¡Eres tan receptivo! 

 A Jimin le palpitaba el cuerpo entero y Yoongi le posó la mano en el trasero antes de repetir: 

 —Quiero una noche. 

 Jimin pegó un respingo cuando los dedos de Yoongi le tocaron su entrada, que estaba empapada. Retiró el muslo para explorarlo con más facilidad y poder estimular a sus anchas el anhelado trocito de carne rosada. 

 —Estás tan húmedo, tan dispuesto... —susurró trazando círculos—. Huelo tu excitación y me estoy poniendo a mil. Quiero tenerte. 

 —Oh, sí... Por favor. 

 Jimin se dejó llevar por las sensaciones. 

 Le ardía cada terminación nerviosa de su cuerpo y, para no perder el equilibrio y poder mantenerse de pie, apoyó las manos en los hombros de Yoongi. 

 —Eres tan dulce... —murmuró Yoongi en su oído. 

 Entonces empezó a lamerle el cuello a un ritmo que imitaba lo que le gustaría hacer en otro sitio; exactamente en el mismo sitio al que Jimin deseaba que llegara pronto, pues ardía en deseo de sentir aquella lengua de terciopelo entre sus muslos. 

 Tanto lo deseaba que comenzó a mover las caderas para lograr que el contacto fuera más intenso, para sentir más el roce de aquellos maravillosos dedos que lo estaban volviendo loco. 

 —Yoongi, necesito... 

 —Sé lo que necesitas. ¡Exactamente lo mismo que yo! Pero ahora solo puedo ofrecerte esto. 

Mío Esta Noche || YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora