Capítulo VIII

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Catherine Smith

— No sé si lo sabes — Comenzó a decir Leo — Pero todas y cada una de las casas de esta zona tienen cercas electrificadas como seguridad, sin mencionar las cámaras y alarmas.

— Cállate — Respondió Bastián.

— ¿¡Qué?! — Exclamó Leo — ¡Nos trajiste hasta aquí y no tienes ni siquiera una idea de como entrar! ¡¿Cierto?!

Bastián se movió rápido y agarró a Leo por la espalda, tapándole la boca con una de sus manos — Escucha, Díaz. Esta zona es de las más prestigiosas de Giant Hills, aquí nunca ocurre nada ni hay problemas, así que si vas a quedarte aquí, mantén tu temperamento y voz de niño bajo control ¿Si? — Dijo soltando a Leo con fuerza.

— Ven, Leo — Dije mientras lo jalaba y hacía que diera la vuelta junto con las chicas y Damián.

—  Observen las casas que están delante de esta y ubiquen donde están las cámaras de seguridad, yo haré lo mismo con las de esta calle — Indicó Bastián. Todos volteamos y comenzamos a hacerlo.

Unas fuertes pisadas, como si algo hubiera agarrado carrera y hubiera corrido a nuestras espaldas aparecieron, no había ni pasado un minuto desde que nos habíamos volteado cuando Bastián gritó y llamó nuestra atención.

— ¡Oigan! — Gritó desde el otro lado del muro — ¡Ya no hace falta, ya entré!

— ¿Cómo mierda lo hizo? — Susurró Damián sorprendido.

 Tengo mis métodos — Dijo Bastián — Vengan, había una copia de la llave dentro de una maceta.

—  ¿Cómo mierda te escuchó? Estamos a más de 4 metros de distancia — Preguntó Ayleen, quien estaba al lado de Damián.

—  Ese chico tiene algo raro — Dijo Leo, desconfiado — ¿Seguros de querer hacer esto?

—  Ya llegamos hasta acá, no cambiaremos de opinión — Respondió Damián decidido.

Bastián abrió con calma la puerta del muro y nosotros pasamos, yo seguía sosteniendo el brazo de Leo, quien seguía demasiado tenso, algo me decía que si lo llegaba a soltar, intentaría golpear a Bastián de inmediato.

—  ¿Qué buscaron ustedes dos antes de irnos de la tienda? — Le preguntó Emma a Damián, era obvio que las chicas también notaban la tensión que había en el ambiente y buscaban reducirla.

—  Esto — Dijo Damián mientras agarraba un hacha exactamente igual a la que estaba usando para jugar con Leo en la tienda, pero a diferencia de aquella, esta soltaba reflejos con la luz del sol.

—  ¡¿Es real?! ¿Hay armas reales en Montgomery's? — Le pregunté fascinada a Leo.

—  Te dije que las que están en exhibición son de utilería, nunca dije que no habían reales — Dijo mientras sacaba de su mochila una de las manoplas que usó antes y me la extendía — Mira.

Leo se colocó la manopla en su mano derecha y levantó un mechón de su cabello con la izquierda, luego levantó la mano que sostenía la manopla y con un movimiento suave, lo cortó como si no fuera nada.

—  Wow, sorprendente, cortaste un mechón de cabello — Dijo Bastián a nuestras espaldas — ¿También puedes usarlo para untar mantequilla?

—  No solo eso — Respondió Leo, soltándose de mi agarre, sacando la otra manopla de su mochila y uniéndolas, creando algo parecido a un frisbee — También puede hacer esto.

Leo lanzó el disco con fuerza a Bastián, el arma no hizo ni un sonido mientras surcó el aire y se estrelló contra el muro de roca que separaba esta casa de la otra. Bastián se quedó quieto en su lugar, sorprendido por lo que Leo acababa de hacer, solamente volteó lentamente hacia mi mejor amigo y lo vio con una mirada fría, como si lo estuviera desafiando.

Caminos Cruzados (Saga Pecados)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora