Día 4: Noches estrelladas

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Solo pongo la canción porque fue en parte lo que me inspiró al escribir este cortito: Mary on a cross - Ghost.
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Una noche así, un cielo así, todo en calma, esas son el tipo de cosas de las que poco se pueden disfrutar cuando se vive a un ritmo acelerado, saltando de misión en misión, tratando de salvar al mundo que siempre está en peligro.

Pero Raven no se queja, realmente lo disfruta. La vida que ha elegido le ha traído muchas cosas buenas, cosas que superan con creces cualquier mal que haya tenido que enfrentar.

No desea perderse en los malos recuerdos, eso solo arruinaría el bello ambiente que ha logrado en ese momento, con Garfield descansando en su regazo, y ella sentada junto a una ventana de la torre, contemplando la calma nocturna que pocas veces se consigue.

—¿Aún despierta?

La voz de Damian, el actual Robin, la interrumpe de su mar de pensamientos. Parece que ese hábito que tenía Richard de aparecer de entre las sombras también se lo ha heredado a su hermano.

—Eso debería decirlo yo, ¿no es algo tarde para patrullar?

Raven sabe que el reloj marca más allá de las dos de la madrugada, pero también sabe que Damian no se ha perdido haciendo alguna investigación precisamente, como solía hacer cuando llevaba poco de haberse unido a los Titanes. Pero no quiere presionar, los dos han logrado una curiosa hermandad, y es vital que puedan confiar el uno en el otro.

Damian chasquea la lengua y baja la capucha de su traje. Entonces Raven puede ver algunas marcas en su cuello, marcas del tipo que quizás ella también tiene, pero que sabe ocultar mejor. Le es inevitable reír, pero trata de ser discreta y se cubre el rostro. Garfield se remueve un poco en su lugar y ella se dedica a acariciar su verde melena para calmarlo.

Damian hace un gruñido despectivo al ver ese lado cariñoso en su amiga. —¿Enserio? ¿Logan?

Raven se gira a verlo, con clara ironía en sus ojos. —¿Enserio? ¿El hijo de Superman?

Damian se siente descubierto, y de inmediato da la vuelta para marcharse a su habitación.

Raven niega con la cabeza, a veces su amigo es muy fácil de fastidiar.

Regresa su vista hacia la ventana.

De verdad que es una noche preciosa. Solo espera poder tener algunos momentos más así antes de que sus premoniciones se vean cumplidas.

Pero de nuevo, ella no quiere pensar en eso, así que solo se dedica a seguir acariciando al chico a su lado, recorriendo el contorno de sus mejillas y sus labios con sus dedos, ahogando su mente en viejos recuerdos, añorando porque el mañana nunca llegue, y así pueda decir que todo solo ha sido un muy mal sueño. Rogando porque al amanecer, Garfield logre despertarla de sus pesadillas como siempre lo hace, para luego prometerle que él siempre estará ahí para acompañarla, aún cuando ella se niegue a recibirlo.

Porque, en las propias palabras del chico, la única profecía que ella debe escuchar es aquella donde él jamás la abandona ni la juzga. Así lo han descrito las estrellas, y así ella ha decidido creerlo.

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