Capítulo 9: SOLO EL PRINCIPIO

154 21 4
                                    


KARA 

Las miradas de los rebeldes me recorrieron al entrar en el salón de reunión.

—Te estábamos esperando.

Cynthia me miró desde el otro lado de la mesa, se hallaba sentada sobre su majestuosa silla.

Esbocé una pequeña sonrisa burlona y en vez de sentarme, apoyé la cadera sobre el marco de la mesa y coloqué una mano sobre esta para mantener el equilibrio.

—¿Cuál es el motivo de esta reunión?

La líder entreabrió los labios y se quedó unos segundos observando la mano que llevaba apoyaba en la mesa. Escuché una voz a mi lado.

—Para perfeccionar el plan —dijo James, con una sonrisa de satisfacción en la labios mientras se acercaba a mi lado—. Tu colaboración es muy importante en todo esto. Por eso estás aquí con nosotros, guapa —colocó un brazo sobre mi hombro, como si fuésemos amigos de toda la vida. Me agradó el gesto.

Amplié mi sonrisa.

—Perfecto —susurré y volví a mirar hacia Cynthia—. ¿Dónde está la fortaleza?

Ella miró hacia un lado.

—Primero necesitarás saber el motivo del por qué estamos haciendo todo esto.

Estuve a punto de rodar los ojos, pero me aguanté. Ya estaba agobiaba con el sosiego del habla con el que se manejaba Cynthia. ¿Cuándo dejaría de atrasar tanto el tiempo?

—Creo que quedó bastante claro después de lo que vi ayer. Conozco todos tus planes, Cynthia, ahora es momento de que me involucres en ellos.

Las miradas se concentraron en ella y ciertos murmurios cundieron la habitación.

Ella apretó los puños lentamente y no pude evitar en notar el gesto. ¿Acaso le molestaba a los demás rebeldes que yo supiera el gran secreto que se guardaban?

—No exactamente —dijo—. Los rebeldes hemos sido los marginados por toda la vida. La Orden se ha encargado de bajar nuestra reputación para hacernos ver como los malos.

Eso estaba bastante claro. Toda la vida los había catalogado de esa forma hasta que llegó Dante para cambiar mi forma de pensar. Desde pequeña nos contaban historias terribles sobre los rebeldes en la escuela y contantemente me advertían sobre ellos. Tampoco ayudaba el hecho de que algunos fueran tan aterradores, estuvieran cubiertos por marcas en su cuerpos como símbolo de lucha o que portaran armas de la época de los gladiadores.

Como Hunter, quién en ese momento alzó la cabeza en mi dirección y no pude evitar en sentir un nerviosismo por toda la columna vertebral al contemplar su cicatriz y sus ojos oscuros. Tenía el cuerpo tan robusto que se notaban las venas de los brazos cada vez que los cruzaba en una postura de diligencia.

—Mientras la sociedad de Prakva nos tenía miedo, la Orden se encargaba de secuestrar y torturar a nuestra gente. Han asesinado a niños, mujeres, jóvenes rebeldes solo por el hecho de no portar un brazalete, y todo esto ha sido cubierto por el gobierno del anterior Leví. De Gregorio —soltó arrugando un poco las cejas. La molestia al contar aquello setraslució en el resplandor de sus ojos, que chispeó sobre la atención de todas las miradas—. Desde la construcción de Prakva, nos han aislado de la ciudad. Solo unos cuantos han logrado sobrevivir, infiltrándose en la ciudad con brazaletes robados —murmuró volviéndose hacia Dante.

»Tras la transmisión, nuestro momento ha llegado para acabar con nuestro enemigo. Tu enemigo. Queremos recuperar a nuestra gente retenida en la Alta Torre de Prakva y que también se encuentra en condiciones peores en la Fortaleza, pero sobre todo, queremos un lugar donde vivir y cambiar este mundo tan... devastado —entrecerró los ojos.

Ladrón de Humo| 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora