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╰┈EL ANCIANO Y EL DUENDE┉╮

Jaz abrió los ojos estando tumbada en una cama muy blanda y calentita, tapada con muchas mantas

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Jaz abrió los ojos estando tumbada en una cama muy blanda y calentita, tapada con muchas mantas. Una sensación cálida le abrasaba la garganta y el cuerpo. Pestañeó un par de veces y vio la acogedora habitación en la que se encontraba, iluminada por un resplandor dorado. Pero apenas fue consciente de lo que la rodeaba, también lo fue del dolor que sentía en el rostro y en el estómago. No tardó en ponerse a temblar y presionó los dientes, soltando un gemido.

—Ay, hola Jaz —la saludó una figura pelirroja, alta y con la cara magullada. Cuando la chica vio con mejor claridad, distinguió que Bill se sentaba en una silla a su lado y le ponía un paño húmedo en la frente. El chico comenzó a revolver unas botellitas que estaban junto a la cama en la mesa de noche—. Qué bueno que despertaste.

Jaz lo miró con la vista borrosa por las lágrimas. El pelirrojo vertía cuidadosamente un poco de cada poción en tres vasos. Luego levantó uno y se lo puso a la chica en los labios.

—Esto es para el dolor —le aclaró. Jaz abrió la boca y gustosamente se la tragó, porque necesitaba que se detuviera la tortura.

De inmediato una sensación de alivio la invadió, y el efecto fue instantáneo. Poco a poco el dolor fue desapareciendo. Bill tomó un segundo vasito y se lo acercó de vuelta.

—Este es para la fiebre. —Jaz se lo tragó rápidamente, y luego Bill tomó el último vaso—. Para la regeneración más rápida de la piel.

Después de que la chica se bebió las pociones, Bill tomó los vasitos y los apiló en la mesita, tapando las pociones con sus respectivos corchos. Los acomodó ordenadamente y luego volvió a mirar a Jaz.

—Tuve que cortar tu jersey para salvarte la vida, espero que no te moleste —dijo en voz baja.

—No, tranquilo —negó Jaz mirando el techo. Los recuerdos la azotaban como si fueran unos látigos con clavos.

—Lo que te hizo esas heridas, al parecer estaba embrujado con magia oscura, porque no pude curarlas con nada —explicó Bill—. Evidentemente te dejarán cicatrices.

—Genial —masculló Jaz con sarcasmo; ya había perdido la cuenta de todas las cicatrices que tenía—. ¿Y los demás? ¿Harry, Hermione, Ron? ¿Dobby?

—Todos están bien —le aclaró Bill. Jaz soltó un suspiro de alivio—. Excepto Dobby. Falleció.

Jaz emitió un chillido ahogado y se llevó las manos a la boca, horrorizada. Dobby, muerto... No podía creerlo.

Jazlyn Ramsay y los HorrocruxesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora