Cap.7, parte b: Infiltración

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A la mañana siguiente, Roy se despertó temprano y bajó a desayunar con su bolsa colgada del hombro. Tras un rápido desayuno y tras contarle a las doncellas lo mismo que a Kazue, Roy se marchó de la mansión, en dirección al aeropuerto.

Como era primera hora de la mañana, Roy no tuvo problemas para coger un taxi que le llevase hasta el aeropuerto, en donde subió al avión que le llevaría a Centroeuropa.

El viaje duró alrededor de unas trece horas sin hacer ninguna escala. Después de pasar los últimos meses en Japón, protegiendo la mansión Fukugawa, Roy volvía a pisar suelo europeo. El aeropuerto en el que aterrizó el avión de Roy estaba bien cuidado y con todo lo necesario para los pasajeros. La corporación se había encargado de que la primera impresión fuera buena aunque la realidad fuera una muy distinta.

Tan pronto como estuvo fuera del aeropuerto, cogió otro taxi hasta la ciudad más cercana a la sede de la corporación Olympus. Durante el trayecto, Roy no vio a ninguno de los soldados de la corporación, por lo que resultó ser un viaje tranquilo y relativamente corto. La ciudad a la que se dirigía estaba preparada para turistas y estaba muy cuidada para dar una buena impresión. A pesar de eso, había zonas marcadas por la propia corporación para evitar que los turistas salieran de las principales zonas de la ciudad.

Aquellas zonas marcadas escondían lo que la corporación hacía en ciudades como aquella, a pesar de que sus actividades eran un gran secreto a voces que sabía todo el mundo. Después de bajarse del taxi y tomando todas las precauciones posibles para que nadie le viese, Roy traspasó una de las zonas marcadas con la intención de salir de la ciudad para internarse en los territorios de la corporación Olympus.

La sede de la corporación se situaba en medio de los Alpes, justo a los pies de la cadena montañosa que tiene el Mont Blanc, el pico más alto de los Alpes. Desde allí, la corporación Olympus tenía controlados a todos los países de Europa y al mismo tiempo mantenía ocultas sus actividades.

El camino que tomó Roy para llegar a la cadena montañosa fue largo y difícil. Con cada paso que le acercaba a las instalaciones de la corporación había más y más soldados patrullando la zona; todos ellos vistiendo sus característicos uniformes negros.

Y por fin, justo antes de la llegada de la noche, Roy fue capaz de ver en un valle las instalaciones de la corporación Olympus. El edificio principal era tal y como el chico lo recordaba: tan alto como los rascacielos y de color negro por los cristales tintados de sus ventanas. Estaba rodeado de varias instalaciones más pequeñas donde se entrenaban a los soldados y donde había algunas viviendas para los mismos y para los trabajadores que quisieran vivir allí.

También se podían ver las entradas de los aparcamientos subterráneos donde estaban los vehículos de la corporación, y a lo lejos se podía ver una gran zona de aterrizaje para los helicópteros que tenía a su servicio.

Para acceder por la carretera principal había que pasar por unos puntos de control; por el resto del lugar, no había muros o vallas que la separasen del resto del mundo. La única forma de protección que tenía eran las patrullas que los soldados realizaban por los alrededores, aunque por alguna razón, nadie se había atrevido a acercarse a la corporación desde que inició su invasión del mundo.

Manteniéndose oculto en los bosques que rodeaban las instalaciones, Roy logró hacer un pequeño campamento bajo unas rocas que formaban una pequeña cueva. Tras observar que no había ninguna clase de animal salvaje allí, Roy usó una linterna para iluminar la cueva un poco y con un fuego portátil de campamento se preparó una rápida cena. La temperatura bajó mucho durante la noche, pero por su propia seguridad, Roy tuvo que apagar tanto la linterna como el fuego nada más terminar de cenar para no llamar la atención.

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