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信頼

—¿Cómo? —pregunté confundida.

—Pienso que sería bastante útil que te acercases a él y te ganases su confianza. Cuanto más confíe en ti y más sentimientos involucre mejor. —contestó inexpresivo.

—¿Te estás escuchando a ti mismo? —pregunté algo alterada.

L se giró a verme sorprendido. Parecía desconcertado ante mi actitud.

—No puedes decir eso como si me estuvieses encargando hacer la compra —expliqué con un tono resignado y el ceño fruncido— Fuese Kira o no, no voy a jugar con los sentimientos de alguien de esa manera, va en contra de mis principios.

—Me parece más peligroso que arriesgues tu vida a que incumplas unos principios que son completamente subjetivos —rebatió L ante mi respuesta mirando al frente— Además, tengo varios motivos por los que te lo sugiero —comentó— La mayor debilidad del ser humano son los sentimientos.

Le observé intrigada. L hablando de emociones es algo completamente nuevo.

—Está claro que Kira, aunque se le denomine como un Dios, sigue siendo un humano. Si Light resultase ser Kira, al acercarte a él y hablarle conseguiríamos varias cosas: no sólo se encariñaría de ti, sino que probablemente te use para conseguir información sobre mí —narró observando a la nada jugueteando con su labio inferior— A no ser que sea un completo psicópata, acabaría confiando en ti. No aseguro que te confiese que es Kira, de hecho es algo muy improbable; lo que quiero conseguir es que te intente usar al principio como una forma de acercarse a mí y que se acabe encariñando de ti, o incluso enamorándose.

Me quedé durante unos segundos en silencio asimilando lo que acababa de decir. Sonaba como un completo psicópata, pero todo lo que estaba diciendo tenía cierto sentido para ser una locura tan inconcebible.

—Bueno, ¿y por qué tengo que ser yo? Además, ¿quién asegura que no sea yo la que me acabe enamorando de él? Parece el típico chico perfecto de película —respondí.

—No sólo eres la persona del cuartel más cercana a él en cuanto hablamos de edades, sino que, además, parece tener cierto interés en ti, aunque no sepa exactamente por qué —refutó mientras se dirigía con parsimonia al sillón para sentarse de nuevo de cuclillas— En cuanto anuncié hace unos días que había llamado a una amiga, se mostró extrañamente intrigado, deduzco que se le haría extraño que requiriese de más ayuda —dijo sin ningún tapujo a la vez que acomodaba las palmas de sus manos sobre sus rodillas— Aparte, eres una mujer fuerte y decidida. Es el tipo de mujeres que le gustan a Light.

—¿Y tú como sabes eso?

—Por algo me llaman el mejor detective del mundo, ¿no? —preguntó mirándome indiferente.

¿Estaba hablando con L o con Cupido?

—Dime, por favor, que él personalmente te dijo que le gustaban las mujeres "decididas y fuertes" —supliqué remarcando las comillas con mis dedos en tono de burla.

—No iba a pedirte que hicieses algo como lo que estoy diciendo basándome en nada —contestó— Y, respondiendo a tu segunda pregunta, considero de que solo hay un 5% de probabilidades de que te enamores de él. Soy consciente de las demás chicas con las que sale, y conociéndote, no creo que te interese un chico que pueda dejarte de la noche a la mañana, ¿me equivoco?

No contesté nada. Tampoco se equivocaba.

—Obviamente, no te voy a obligar a que lo hagas: después de todo, eso podría incomodarte. Pero preferiría que, si no lo vas a hacer, me des un argumento válido que contradiga a lo que te acabo de explicar.

Me quedé durante un rato en silencio analizándole detenidamente pensando en lo que debía hacer.

En parte tenía razón; en el momento en el que pisé el cuartel de investigación automáticamente puse en riesgo lo más valioso de mí, es decir, mi vida. Si realmente ya estaba arriesgando todo, ¿por qué no arriesgar algo construido únicamente por la ética establecida en la sociedad, lo cual probablemente nos dé beneficios a la hora de descubrir quién es Kira?

A pesar de todo esto, había algo que no era correcto. ¿Y si, finalmente, Light no resultase ser Kira? Solamente estaría manipulando a alguien completamente inocente. ¿Y si me enamoraba yo de él? Eso sería un inconveniente que no veo tan improbable como lo ve Ryuzaki.

—¿No hay ninguna otra opción? —pregunté, quizás algo desesperada por una respuesta diferente.

—Es la mejor entre las que he barajado antes.

Fue en ese momento en el que se me ocurrió algo.

—¿Tengo que actuar necesariamente como su novia?

L se giró a verme confuso.

—Siento que si primero me acerco a él para hacernos amigos sería mejor que ir directamente a cualquier otra cosa, ¿no crees? —expliqué.

Volvió a dirigir la vista al frente.

—Supongo... Si te parece mejor está bien. La cuestión es que acabéis siendo cercanos —concluyó levantándose del sillón— Mañana los policías y Light vendrán al cuartel de investigación como siempre. Ahí aprovecharás y te acercarás a Light para quedar y reuniros por la tarde —continuó acercándose a mí— Espero que realmente estés dispuesta a hacer esto.

—Sí, claro, no te preocupes —contesté.

Lo que más nerviosa me ponía de L es que mantiene durante muchísimo tiempo la mirada cuando conversa con las personas; y no me gusta sentirme intimidada.

Esta vez, al contrario que en otras ocasiones, me quedé mirándole al igual que hacía él. Parecía que habíamos establecido algún tipo de competición no escrita: quien baje la mirada primero pierde.

Esta vez pude observarle más detalladamente. Su pelo cubría por completo sus finas cejas, y su piel era tan pálida que parecía una muñeca de porcelana. Poseía unos labios casi del mismo color de la piel, y daban la impresión de ser bastante suaves para su aspecto descuidado. Sus ojos, sin embargo, eran oscuros y profundos, sin ningún tipo de brillo, y casi siempre se encontraban como si estuviese sorprendido. Las ojeras prominentes de justo debajo de estos eran más profundas de lo que pensaba. Al estar tan cerca, podía observar lo alto que era aún estando encorvado.

Al estar tan cerca.

¿Desde cuándo estamos tan cerca?

Otra vez en esta misma posición, pero esta vez no iba a bajar la vista.

No sabía exactamente por qué, pero no lo iba a hacer.

Lo que sí sabía es que me transmitía más tranquilidad que otra veces.

No quería mirar a otro lado que no fuesen sus ojos.

Repentinamente, noté como una mano se acercó a mi cara y sujetó un mechón de mi pelo que, sin darme yo misma cuenta, se había adelantado más de lo que debía. L cogió dicho mechón entre sus dedos índice y pulgar y lo colocó cuidadosamente detrás de mi oreja.

—Creo que es bastante tarde, deberías ir a dormir —comentó pacíficamente sin apartar su mirada.

—Claro, por supuesto —dije observando el reloj, el cual marcaba las diez de la noche.

Había perdido, pero solo por esa vez.

—Buenas noches, Ryuzaki —me despedí con una sonrisa para dirigirme a mi habitación.

—Buenas noches, D-san.

ʚ Deathly Love ɞDonde viven las historias. Descúbrelo ahora