MADDISON

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Las relaciones con la familia son algo así como una cebolla, a lo largo de tu infancia vas descubriendo diferentes capas hasta que llegas a la pubertad y todo se va a la mierda.
En mi caso se arruinó todo cuando yo era un feto, mi padre se enteró de que yo iba a nacer y no os lo podréis creer, spoiler, se fue. Y mi madre se dio a la fuga cuando recién cumplí los dieciocho, dejándonos a mis hermanas: Maya, de nueve años y Arya de dieciséis años y a mi en un apartamento que tuve que vender para poder mantenernos, así que decidí hacerme stripper.

Mi apartamento está ubicado en Arizona, que se encuentra habitado por mis hermanas, yo y mi perro Milo, un pastor alemán.
Cuando tenía dieciséis empezó a venir a casa como rutina, en busca de algo de comer. Mi madre, Alyson, se negó a adoptarlo, así que cuando se marchó yo lo hice por ella.

Me encuentro en el trabajo, ya son por lo menos las dos de la noche, pero esta es la única ocasión que tengo para que mis hermanas no descubran lo que hago. Y poder ahorrarme charlas de Arya, advirtiéndome, como si fuera la mayor. Le saco dos años, puedo hacer lo que me plazca.

Es mi turno, así que sin pensarlo si quiera salgo y empiezo a moverme, cerrando los ojos dejando mis problemas atrás con un simple movimiento.

 Bailar era la única forma de ignorar todo lo que me sucedía: la burla por parte de mis compañeros de universidad zafándose de mi trabajo, el abandonó de mis padres...
Pese a que quiero autoconvencerme de que no me afectó, tengo una cicatriz interna que dice todo lo contrario.
Es jodidamente difícil aparentar ser firme delante de los demás cuando por dentro te estás autodestruyéndote lentamente de la forma más repulsiva posible.

Cuando abrí los ojos fue como si me golpearan en la cara y me devolvieran a la realidad, todos esos hombres gritando obscenidades, silbando y arrojando dinero, hizo recordarme que a pesar de que no me desagradaba mi trabajo estaba ahí por un simple motivo: mantener a mi familia, de la manera más repugnante para la sociedad.

Recogí mi ropa y me marché a los camerinos. 

Ya cambiada, salí del local y regresé a casa.
Mis hermanas seguían durmiendo así que traté de hacer el menor ruido posible, pese a que la maldita escalera no estaba de mi parte, llego a mi habitación y me tiro en la cama hasta que al fin consigo dormirme.

—¡Mad, son las ocho, falta media hora para llegar a clase!—me grita Arya con sus manos en las caderas.

Coloco la almohada sobre mi cabeza tratando que así deje de molestarme y se vaya.

—¡Enseguida voy! —le contesto.

Arya se dispone a irse de mi habitación, pero no sin antes tirarme una almohada en la cabeza.

—¿Y esto a que viene? —pregunto con voz ronca.

—Anda, vístete —dice ignorando mi pregunta.

Sin decir nada más sale de mi habitación.

Tras bañarme y vestirme con unos pantalones vaqueros, una blusa blanca y mis converse negras, me dirijo a la cocina donde se encuentran Maya y Arya, ambas comiendo un bol de cereales.

—¿Cómo estás, bella Aurora? —me pregunta Arya sin despegar su mirada de la caja de cereales. Maya esta colocada justo a su lado, parece triste, pero prefiero no preguntar.

—Cansada —le respondo en un tono seco.

Me encamino a la entrada y les aviso que se den prisa.
Tras dejar a Maya en la escuela y a Arya en el instituto, yo conduzco hasta llegar a la universidad.

Coldplay retumba en mis oídos mientras me acerco a mi taquilla, al contrario que las demás, la mía no está decorada, sigo sin saber por qué la gente se empeña en decorarlas, es una perdida de tiempo.

—Hey Mad, ¿Cómo te encuentras? —me dice Mer colocando su codo en el casillero de al lado.

—¿Tienes química? —le suelto ignorando su pregunta y cerrando mi taquilla.

—No, matemáticas.

Suena el timbre, así que nos despedimos y me dirijo en el aula de química, donde me encuentro haciendo un dibujo para matar el tiempo.

—Maddison ¡Sal de la clase! —me grita la maestra señalando la puerta, como si fuera estúpida y no supiera donde esta.

—¿Y eso porqué? — suelto haciendo una mueca con las manos—. Si no he hecho nada.

—Ese es el problema que no has hecho nada —informa con tono de obviedad y todos se ríen.

De malas maneras recojo mi bolsa y salgo al pasillo. Sin saber que hacer, me dispongo a subir las escaleras donde me encuentro con Markie, sentado en el suelo con la cabeza apoyada en la pared.

Lo ignoro y sigo caminando para poder llegar a la biblioteca, pero una voz detrás de mí me interrumpe.

 —¡Hey!—me llama la atención—. ¿Dónde vas? —me pregunta señalándome con la cabeza.

—¿Acaso te importa? —lo miro haciendo una mueca.

 —No, pero podría hacerte compañía —me dice ladeando la cabeza.

Suelto un bufido y me dirijo al final del pasillo.



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⏰ Última actualización: Aug 05, 2023 ⏰

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