Capítulo 14 - Dante -

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El chocolate caliente se ha quedado en sólo chocolate en la barra de la cocina esperando que Ishtar se digne a salir de la habitación por enésima vez.

Tomo un último sorbo del mío y elevo mi voz de nuevo en un último intento por hacerla salir de ahí.

- Si quieres volver a ver a tu familia y amigos tu única opción es salir de ahí y entrenar para enfrentarte a ellos, tú verás lo que haces. - refunfuño sin mirar más allá de la televisión.

Escucho que la puerta se abre ruidosamente dando un portazo contra la pared y un ente viviente con la misma pinta que Ishtar cruza por delante mía en dirección al jardín trasero en ropa deportiva.

Llevaba ahí encerrada casi quince días, sólo saliendo a asearse y comer cuando creía que yo dormía o entrenaba en el jardín.

Me levanto del sofá para acercarme a la ventana de la cocina y observarla, ya que me sorprende bastante verla fuera de su cueva.

Ishtar se para en medio del jardín un momento como si no supiera qué está haciendo ahí, pero al final decide acercarse a una esquina llena de enanitos de jardín y herramientas de jardinería y comienza a hacerlas flotar lentamente, sumando uno a uno los artículos mientras se concentra.

La observo lanzar y recoger los enanitos en el momento justo antes de hacerse añicos durante un rato y cuando ella comienza a animarse y empieza a colocar en fila unas rocas como dianas, el teléfono prepago que me dio mi madre para mantenerme informado suena.

- ¿Sí? - respondo descolgando.

- ¿Dante? ¿Cómo va todo ahí? - escucho la voz de mi madre.

La pongo al día sin dejar de mirar de reojo el entrenamiento de Ishtar y ella me cuenta que todo en Viraha parece sospechosamente calmado, pero que no debemos confiarnos aún.

- He estado investigando… - dice mi madre al final. - La marca de esa chica, sabemos que es de un ser ancestral y extinto, pero tengo mis dudas de que sea realmente un simple ángel.

- ¿Qué podría ser entonces? - pregunto interesado.

- No lo sé aún, pero si que sé que el plan inicial de la chica cuando fue a pedir ayuda al círculo podría tener parte de sentido. - 

- ¿Hablas de invocar a vuestro amiguito Asmodeus? Ni de coña, mamá. - sentencio intentando cortar ahí la conversación.

- No, por supuesto que no, Asmodeus siempre pide un precio muy alto y vosotros aún sois niños, no podríais pagarlo. - mi madre suspira y prosigue. - Pero la idea de ir a buscar pistas al sagrado templo de Asmodeus no es tan mala…

Me quedo un rato más hablando con mi madre mientras mastico sus palabras y, cuando cuelgo, vuelvo a la ventana para ver a Ishtar hacer añicos las piedras que usa de diana con pequeñas ráfagas de su campo de fuerza.

Ishtar me mira de soslayo y atisbo una sonrisa de medio lado, pero sigue a lo suyo.

Salgo al jardín dispuesto a ayudarla, pero me freno en seco al notar su campo de fuerza engullirme de repente y empujarme hacia ella.

- ¿Me estabas espiando? - pregunta ella cuando me ha conseguido acercar a un palmo de ella.

- No, estaba simplemente asegurándome de que entrenabas y dejabas de compadecerte de tu pobre existencia. - respondo intentando dar un paso atrás sin morir calcinado por su campo de fuerza.

- No sabía que así llamábais ahora los acosadores a lo de babear mirando a vuestra presa. - ríe ella por lo bajo.

- ¿Cómo dices? - me empiezo a enervar y la fulmino con la mirada mientras ella se recoge el pelo en una cola alta.

- Lo que has oído. - sentencia ella secando el sudor de su cuello y pecho con un pañuelo. - Bueno, ¿sigues hablando o empezamos a hacer ejercicio ya?

La miro con una ceja enarcada y abro los ojos como platos. Reconozco que me he quedado pillado mirando una de las gotitas de agua caer desde la botella que está bebiendo e ir a parar entre sus pechos. “¡Mierda! ¿Qué ha dicho? ¿Hacer ejercicio?”

- ¿Cómo dices? ¿Qué ejercicio? - 

- Entrenar cuerpo a cuerpo, ¿no? - Ishtar ríe y yo no puedo evitar seguir pensando en otra cosa. - Como en la azotea de casa.

- ¡Ah, claro! - me cuadro ante ella y siento el aire correr de nuevo cuando ella retira el campo de fuerza. - ¿Qué quieres practicar?

Ishtar se acerca a mí como si fuera una pantera en su hábitat natural y sujeta mi antebrazo un segundo antes de hablar.

- Llaves de defensa personal. Ya que te gusta tanto hacer de acosador, quiero saber defenderme de los depredadores. - dice ella mientras se coloca entre mis brazos.

Ishtar gira entre mis brazos para darme la espalda y coloca uno de mis ellos alrededor de su cintura apretándose contra mí y yo me tenso de inmediato.

- ¿Qué hago si un atacante me coge desprevenida por la espalda así e intenta… - ella coge mi otra mano y la posa sobre su garganta. - ahogarme o romperme el cuello?

Me quedo inmóvil un momento al sentir su diminuto cuerpo apretado contra mí sin entender nada de lo que hace.

¿Está jugando conmigo? Pero si hace quince días no quería ni verme… 

- Pues… - balbuceo sin darme cuenta. - Hay varias opciones.

- Te noto nervioso, Dante, ¿te pasa algo? - noto su voz vibrando a medio camino hacia la risa juguetona en mi mano y despierto de mi trance.

- Yo no me pongo nervioso cuando soy el depredador. - sentencio apretando el agarre sobre ella para que se ponga en guardia. - Atenta, tienes cinco minutos para escapar de mí o el atacante te habrá ahogado.

Nos quedamos así entrenado movimientos de defensa un rato y para cuando hemos terminado de entrenar el sol ya apenas consigue atravesar sus rayos de luz entre los árboles del bosque y yo necesito una ducha fría o una parte concreta de mí va a explotar como las piedrecitas esas que usaba Ishtar como diana antes.

La niña ángel, que empiezo a creer que tiene más alma de demonio que de ángel, se ha pasado el entrenamiento provocándome a pesar de haber dejado claro que no me acuesto con celestiales.

¡Joder! No me acuesto con celestiales, pero tengo sangre del demonio de la lujuria, mierda, es inevitable que sus juegos me dejen con un dolor de entrepierna importante.

- Vale por hoy, volvamos dentro, es peligroso quedarnos fuera de la cabaña de noche. - le digo mientras me dirijo ya a la cabaña.

- Sí, genial, pero me pido primer para la ducha. - responde Ishtar pasando corriendo por mi lado para entrar antes que yo en el baño.

Resoplo y pongo los ojos en blanco, pero me dirijo a la cocina para hacer un par de sandwiches o algo para cenar.

Ishtar tarda una eternidad en acabar en el baño y me impaciento. Quizá haya terminado y esté en su habitación de nuevo encerrada.

Me acerco al baño y veo que la puerta de su habitación está cerrada y la del baño abierta de par en par así que entiendo que tengo más razón que un santo.

Cojo ropa limpia de mi mochila y una toalla y me dirijo de nuevo al baño para darme mi ansiada ducha fría de una vez, pero cuando cruzo el umbral de la puerta del baño tengo que frenar en seco.

Ishtar ha dejado la puerta del baño de par en par, pero sigue en la ducha y su silueta se dibuja en la mampara opaca dejando entrever sus curvas al desnudo y su larga melena negra cayendo en cascada por su espalda.

Definitivamente está jugando con mi paciencia, pero no lo va a conseguir.

Atraída por el mal [...A La Venta En amazon...]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora