Olivia:
Hay oportunidades en la vida que no se pueden perder. Al menos eso solía decir mi madre cuando encontraba ofertas de dos por uno en la tienda, o cuando compraba pasajes rebajados un 50% para ir a visitar a su familia en España. Por lo tanto esas mismas palabras fueron las que pronuncié yo hace dos noches, cuando decidí que me iría a Francia a probar suerte. Digamos que me tomó más tiempo convencer a mi familia de esta locura que tomar la decisión.
Estoy segura de que no todo saldrá como yo espero. En París me esperan muchas altas y bajar que tendré que superar. Pero en eso consiste la vida, ¿no? En tomar riesgos a pesar de estar muerta de miedo. Me pregunto qué hubiese sido de Shakespeare si nunca se hubiese atrevido a escribir las primeras líneas de su primera obra, o si Picasso nunca se hubiese atrevido a coger un pincel. Justo eso fue lo que le dije a mi madre antes de decirle con estas palabras exactamente: «Soy el Picasso del siglo XXI». Me miro con cara de incredulidad, sin embargo aquí estoy, corriendo por todo el aeropuerto mientras busco el vuelo que me llevará directamente a la ciudad del amor.
Escucho la voz de una mujer por los parlantes del aeropuerto. Mi escaso nivel en francés me permite adivinar vagamente lo que está diciendo. Arrastro mi pequeño equipaje de mano, pesa un montón, no obstante logro cargarlo hasta la zona de embarque. Hay una enorme fila de personas frente a mí. Sonrío con inocencia mientras me cuelo delante de una señora y una niña de lentes oscuros. Empezamos a ponernos en marcha. Subo al avión y busco el asiento que me asignaron el día que compré el pasaje.
— Disculpe, señorita — la voz ronca de un señor mayor y regordete atrae mi atención — .Ese no es su asiento.
— Si lo es, aquí dice claramente 6A — le muestro el boleto que llevo en mis manos.
— Está equivocada, le exijo que se levante ahora mismo.
«Lo que me faltaba, ya uno no puede ni viajar en paz»
¿Por qué me pasan estas cosas a mí?
— Aquí el único que está equivocado es usted, le pido de favor que no me moleste más y que busque su sitio con tranquilidad.
Presiento que me tirará el bolso que lleva en la mano. Su rostro irradia de todo menos felicidad y comprensión. Me preparo para el ataque que nunca llega, y agradezco internamente la intervención de una de las azafatas.
— ¿Hay algún problema? — pregunta la chica con una sonrisa radiante en el rostro. Alguien amable para variar.
— Esta señorita — dice esta última palabra con desdén — .Es una roba asientos, se ha adueñado del mío; deberían detenerla ahora mismo y bajarla del avión.
— Pero, ¿qué le pasa? — chillo — .Este es mi asiento, no el suyo.
— Señor, déjeme ver su ticket por favor — le pide la joven azafata ganándose una mala mirada por parte del anciano — ,su asiento es el 9A, este es el 6A — le explica amablemente.
El viejito gruñe en respuesta antes de arrancarle el ticket de las manos a la azafata, y no, no es exageración, literalmente lo ha tomado con tanta rabia que ha roto una de las esquinas del pequeño papel. La chica me devuelve la mirada, en sus ojos puedo notar la palabra «disculpa» le sonrío para calmarla y se marcha a seguir con sus funciones.
— Y usted, renueve sus espejuelos — murmuro bajito en el oído del anciano.
— ¡Fanfarrona! — masculla.
— ¡Gruñón!
Sé que está mal responderle así a una persona mayor, pero en mi defensa diré que he tenido una mala semana. Mi hermano sigue enojado conmigo por culpa de la imbécil de Katia. Mis padres sólo me hablan lo necesario y lo más duro de todo ha sido despedirme de Virginia sin saber cuándo volveré a verla. Eso sin contar que la nana resultó ser una chismosa que se mete en todo. En conclusión, no han sido unos días buenos.
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Efímero [Re-edición]
RomanceLibro I de la saga "Amores Altamente Peligrosos" ***** Para Olivia Campbell, su llegada a Francia es la solución de todos sus problemas. Finalmente podrá conseguir el trabajo que tanto anhela, y alejarse...