Mi vida, mis reglas ©

•· Capítulo 9 ·•

¿NO PODÍAS O NO QUERÍAS, KATIE?

—No, no, no y no —Lucas negó nuevamente con la cabeza—, ¿Qué guionista en su sano juicio hace que los intérpretes se besen a mitad de la narrativa? —nos miraba a las tres incrédulo aún. Éste chico realmente solía comportarse de una extraña manera lo cuál me causaba gracia.

—Hhm, no lo sé —jugué con mis dedos gracias a mi nerviosismo—. Pero yo también me niego a ese tipo de obras —puse una mueca.

Claro, olvidé el detalle —como siempre—. Katie Anderson no ha dado su primer beso.

—Llevamos tres horas en ésto y ustedes no se deciden, nada les gusta, todas son excusas —nos reclamó Lindsay buscando más obras teatrales en mi portátil.

—Oigan, ¿Y si creamos nuestra propia obra? -—interrogué entusiasmada—, digo si les gusta por supuesto —lancé hacia Lucas y Ruth que me miraban como si de una loca idea se tratase.

—P-pero, si solo falta semana y media —Lucas me miraba estupefacto y reí ante eso.

—Anda vamos, anímate —ladeé la cabeza con una sonrisa.

—Vale, muy bien. ¿Qué hay que hacer?

—Primero, elegir el género, luego crear y redactar el guión, para después comenzar a ensayar.

Los chicos me miraban atentos a mis indicaciones, mientras yo les seguía dando ideas.

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Ya eran pasada las seis, las chicas se habían ido media hora más tarde —claro que cada una por su lado—, pero Lucas aún permanecía en mi casa. Decidimos hacer la tarea de hoy juntos.

El atardecer ya no eran colores vivos, anaranjado con azulados tonos. Sino todo lo contrario; estaba completamente nublado, dentro de unos pocos minutos comenzaría a llover. El cielo se tornó gris.

—¿Katie me estás escuchando? —la cálida voz de Lucas me sacó de mi trance.

—Disculpa, ¿Qué me decías? —sonreí ladina.

—Hmm, ¿En qué tanto piensas? —dijo en un tono divertido y ambos reímos.

Que mis padres nos van a pillar y me van a matar pero del resto, normal.

Sí, normal.

—Decía que si querías ir al juego de éste miércoles conmigo —continuó.

Mis mejillas tomaron un color carmesí de inmediato al escuchar su propuesta.

—¿El de Lacrosse en el Instituto? —le pregunté algo confundida.

—Pues, si conoces otro podrías avisarme para debatirlo —soltó varias carcajadas—, sí, el del Instituto Katie.

—Oh, claro. El miércoles —gesticulé pensando en voz alta.

Seguimos con la tarea y charlamos sobre la obra nuevamente, hasta que me levanté de la mesa, me asomé por la ventana de la entrada principal notando las gruesas gotas de lluvia como se deslizaban por la ventana. Estaba lloviendo y muy fuerte.

—Lucas, creo que ya deberías irte. No lo sé, tus padres deberían estar preocupados, la lluvia está aumentando —hablaba mirando mi ventana empañada por las gotas.