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La demonia cargaba como si fuera una bolsa de patatas a su pareja, como cualquier chica normal.

Ella luego de tantas sorpresas que le solía dar su pareja, quiso hacer por una vez algo que le gustase al menor. Fue así que se lo llevo a un buen sitio.

No veía nada Boyfriend, le tapó la vista con un trapo, no le molestaba eso, pero si se le hacía algo ridículo que siendo un hombre adulto lo llevase como un párvulo. Siendo ella se lo permitiría simple.

— ¿Y este secuestro? Me dejaste a medias de una importante, espero que esto acabe con eróticos resultados. — El joven está de guasa cómo simple, la chica no decía nada

— Oh claro, como olvidarme de tu segunda novia, siempre susurrándole cosas mientras la agarras con esos dedos rechonchos y cortos — La chica se reía un poco, su pareja le tocaba un poco el pelo, le gustaba eso— Te prometo que vale la pena.

— Ya en serio, no esperaba que aparecíeras en mi cuarto como si de una invocación satánica, casi me das miedo con esa cara de sicópata con esa sonrisa tan exageradamente blanca, te va contratar Colgate para los anuncios.

La chica no dijo nada, meramente caturreaba, se notaba alegre. Eso sólo hacía que el chico también le acompañara, le gustaba el sonido que percibía.Esa voz, era imposible para el que su corazón también se uniera.

Se escuchaba como entraban a un establecimiento, un japonés hablaba. No le daba eso muchas pistas, pero no tardó mucho en notar como lo colocaba en algo acolchado.

Al ser destapado lo prometo que hizo fue poner la cara de pánfilo posible para un enamorado.

— Me gusta lo que veo. — La chica no podía evitar sonrojarse un poco, igual está tuvo que girarle la cabeza un poco. El muchacho se le levantaron las cejas rápido — Mi novia y un karaoke, ¿Me vas hacer cambiar mi día de la semana preferido? — La chica salió un momento para volver hablar con alguien, entro con dos cajas de pizzas.

El muchacho más que alegrarse, se puso los dedos en los labios, como si de una cuenta de matemáticas estuviera frente a él. La chica no le entendí a a veces, pero lo que si sabía era de biología. Le dio un beso que le espabilo al instante.

— ¿Se me está olvidando algo?¿Se murió alguien? ¿Me rompiste el micrófono?¿Por qué me quieres matar?

— No tonto, simplemente quería darte un detalle... — Movía de un lado a otro los ojos, pero el muchacho conocía eso, se puso cómodo en su asiento, la chica se apego a este abrazando su tronco. — Bueno sí, te quiero romperte la garganta... ¡Porque mi novio merece cariños también! Aquí lo único que quiero asesinar es el aburrimiento.

— A veces pienso que estoy en coma etílico y todo esto es parte de mi imaginación. — En respuesta posó su cabeza en su hombro — Pero no quisiera despertar de esto.

Ambos estaban bastante tranquilos, pero la noche era joven. La muchacha abría una caja de pizza para tomar un trozo, el chico tomo un mando para buscar alguna cosa para ir calentando el ambiente.

Que mejor para hacer reír a su pareja que la música más infernal que podía ofrecer la Tierra.  Sí, puso una canción reggaeton con el título más directo a su pareja posible, tomo el micrófono de la sala para hacer magia.

Estaría haciendo el payaso pero se escuchaba realmente bien. No por nada era cantante.

¿Cuál es el sonido de apareamiento de un enano pecador adicto a demonias culonas?

Keith era muy polifacético en la música, te podía hacer prácticamente de todo, nadie por la venas con géneros callejeros muy marcados. Descripción no había, pero si que se nota una voz varonil, relajado, confiado, casi no parecía alguien tan baboso, capaz de atraer a la chicas si fuera una sirena atrayendo barcos.

Sí, un rapero con flow propio que no se podía comparar.

Su chica estaba engatusada por aquella voz que le incitaba ir con él para acompañarle. Tomo el segundo micrófono, era una chica mala, le dio una nalgada a ver si así dejaba de ser tan profesional.

Pero el rapero ni se inmuta.

Igual, sus orejas no podía decir que querían más de ella. Era normal que la hija de un cantante de rock y una cante pop tuviera tan hermosa hija con voz angelical.

En cuanto terminó la canción el chico tenía cierta sonrisa maliciosa.

— ¿Que no tenías vergüenza a cantar? — La chica estaba como un tomate, junta sus dedos con algo de puchero. — Sólo por eso canta algo, me encanta cuanto lo haces... Extraño tu linda voz a veces.

— Oh no Boyfriend, sólo quería hacer algo contigo, de verdad que no soy tan buena como tú. — Suspiro un poco para tocarse algo la nuca — Se supone que es tú noche.

— ¿Nerviosa cariño? Tiene suerte, tienes un profesor aquí. — Con un dedo se daba en sus propios labios, la chica  por supuesto que llegaba a tonos rojos insospechados. — Firma aquí.

Con eso no tardaron ambos para hacer las cosas cursis que todo puberto hace con sus parejas. Nada como algo de romance para arreglar las cosas.

Con eso la chica iba más confiada. Está con una cara bonita buscaba alguna canción del repertorio. Está se puso frente a su pareja, incluso movió algo la mesa para que la vieja. El chico tomaba tumbado la pizza con gusto.

Fue poner los altavoces y retumbar el cuarto a golpe de guitarra eléctrica, el piso entero temblaba ante la voz de la demonia. Casi se le veía su ojos prenderse en un intenso rojo.

Tal era la fuerza, que los objetos parecían bailar, rompió un pobre jarrón a bases de gritos, incluso la gente gritaba despavorida pensando que el edificio se iba derrumbar.

Sí, la chica cantaba una canción de black metal que daba gusto.

Ante la duda de si iba quedar sordo el rapero. No era así, el simplemente sonreía cual estúpido, hasta el paquete se le notaba. Si esto no era más que una nana de su amada dedicada. Una canción cantada por el ser más puro de su vida.

Cuanto terminó la chica de cantar, se tapó un poco la cara.

— Lo hice mal verdad.

— No, me pienso ponerte de alarma para despertarme todos los días.

Con eso el chico abrazaba a su chica, incluso la movió a un lado para que no le callera la lámpara de araña que había en el techo.

  

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