Capítulo 19: Miéntele

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Él cree que tú eres muy feliz

No hace otra cosa más que hablar de tiDale un beso antes de dormirUna excusa para vivir

Miéntele, no le digas lo que hiciste ayer

Cuando me viniste a verMiéntele, no le digas nunca como fueTú sabes como es él.

💭

 Otabek seguía abrazado al rubio, acariciando sus cabellos con amor, mientras que Yuri le veía con una sonrisa en el rostro. Inevitablemente, unieron sus labios en un movimiento suave y lento, algo calmado y flojo, sin ganas de separarse. Claro, hasta que escucharon la voz grave de Nikolai, y no tardaron en alejarse el uno del otro. Yuri le respondió a su abuelo con un grito, avisándole que iban a bajar en un momento. Otabek buscaba algo que ponerse mientras el menor se paraba frente al espejo con un montón de cosas en la mano, desconcertando un poco al moreno.

— Ve, mientras yo hago esto ve con mi abuelo, sino podría pensar mal de nosotros.

La sonrisa burlona en el rostro de Yuri causa pánico en el moreno, quien en seguida comienza a negar con rapidez, nervioso.

— No, no, no... Tu abuelo me va a matar.

— Ayer no te importó, babe.—Yuri se encoge de hombros mientras sonríe, aplicando más maquillaje en las marcas de su cuello— Vamos, no seas un cobarde, machote.

Sin más que hacer, Otabek se acomoda una campera y decide ir al primer piso, donde probablemente la muerte le esperaba. Trató de hacer el menor ruido posible, sin ganas de molestar a Nikolai, o que siquiera se enterara de su presencia. Podía escuchar las noticias desde la televisión del salón, y es que el mayor de los Plisetsky solía escuchar desde la cocina en su pequeño hogar, siempre opinando sobre los acontecimientos más recientes.

Y ahí estaba ahora, con Canela recostada en el mesón, escuchando atentamente al anciano. Lamentablemente, los nervios traicionaron al kazajo, cuyos intentos por ser sigiloso fueron en vano, pues solo le bastó apoyarse en la mesa para tirar un par de cosas y hacer un gran estruendo. Nikolai dirigió sus ojos hacia él, y para Otabek, el ruso estaba más serio que de costumbre.

— Otabek, buen día.

— Buen día, señor Plisetsky.

Altin baja la mirada, con los nervios haciendo estragos en su estómago. Está a punto de decir algo, mas la llegada de Yuri le interrumpe. El rubio aparece lleno de energía, besando la mejilla de su abuelo con un ruido sonoro, para luego robar unas galletas y tomar en brazos a su gata, maldiciendo las noticias. Otabek sonríe al ver a Yuri en su elemento, con un sweater demasiado largo y el cabello trenzado, tan hermoso como siempre. Su sola presencia podía alegrar a los dos hombres que estaban a su lado, que le amaban más que a nada, siendo conscientes de los sentimientos que el otro tenía hacia el menor.

Como Nikolai, que despejó todas sus dudas al ver los ojos enamorados de Otabek Altin, con esa mirada ilusionada que le enviaba a su nieto, a la vez que sus manos se encontraban con sigilo, juntándose y acariciándose.

El mayor de los Plisetsky era feliz de ver que había alguien que amaba a su nieto casi tanto como él, feliz de que su Yuratchka estaba en buenas manos. Aunque no iba a dejar pasar el incidente de la noche anterior, así como se iba a asegurar de que Altin estuviera enterado de las consecuencias que podría sufrir si le hace daño a su nieto, solo como precaución.

🌹

No era extraño que Otabek y Yuri estuvieran nuevamente en el cuarto del menor, jugando con la consola, a la vez que Nikolai leía tranquilamente en el sofá. El invierno estaba llegando a su fin y se aparecía más crudo que nunca, por lo que la mejor solución era estar acurrucados en la desordenada habitación de Yuri, aunque ahora Canela no les acompañaba, pues estaba dormitando junto a la chimenea, en el primer piso.

Hijos Del Peligro [otayuri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora