Día 6. Oficio

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El sol aún no había salido cuando Marco tuvo que ir al puerto en una emergencia. El Moby Dick había reportado una pequeña fuga en su casco y al parecer había daños en la mercancía cuando llegó a los almacenes. Al llegar al almacén uno encontró un enjambre de actividad, entre los que descargaban la mercancía, los que la movían a un lugar seco, y los que revisaban los contenidos. Cuando terminaron de revisar y de contabilizar los daños, el sol ya había anunciado el inicio de un nuevo día y Marco y sus hermanos estaban exhaustos.

Lo único bueno de todo esto era que el cargamento dañado no era de ninguno de sus clientes, sino del propio Marco. Aunque las cajas no habían tolerado bien la humedad, los libros prohibidos y mapas censurados que había traficado desde el otro lado del mar seguían siendo perfectamente útiles y podía venderlos fácilmente a precios de lujo.

Cuando no era más que un mocoso, Thatch solía recriminarle que pasaba mucho tiempo con las narices metidas en los libros. Ahora que sus conocimientos en libros antiguos venían útiles para comerciar, incluso Haruta había mostrado interés.

Una vez que terminó la crisis, Marco dejó el puerto y caminó rumbo al café de sus hermanos.

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—Bienveni... ¿Qué haces aquí? ¿No es tu día libre? —interrogó Izo cuando vio a su hermano entrar al negocio.

—Hola, buenos días —habló Marco—. Solo pasaba por café para Ace y para mí.

—¿Vas a verlo hoy? —Izo comenzó a preparar el pedido.

—Se quedó a dormir anoche —. Sonrió a sus anchas y sin vergüenza.

—¿No desperdician el tiempo, verdad? —Izo sonrió al ver a su hermano sonrojarse.

—Tú sabes que en la guardia costera no toman muchos descansos.

Había pasado poco más de un mes de la llegada de la familia Portgas, y aunque al inicio hubo más charlas largas, lágrimas y enojos, las cosas se estabilizaron. En algún punto Izo pensó que aquello no iba a funcionar, pero Thatch mencionó que era bueno que sacaran todo lo que tenían guardado desde hace mucho ahora y no después. Ace había conseguido trabajo en los barcos que vigilaban la costa y controlaban el tráfico marítimo. Al menos haber estado trabajando con el viejo de Garp había servido de algo.

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Al llegar a su pequeño departamento, Marco depositó en la mesa el café de Izo y el pan recién horneado de Thatch. No parecía que Ace hubiera despertado. Entró con sigilo a la habitación y vio que Ace seguía en la cama. Marco se quitó los zapatos y su suéter. Vio a Ace moverse, como si quisiera despertarse, pero no era eso. Tenía el ceño fruncido y podía ver que estaba apretando la quijada. Una pesadilla, quizá.

Marco se acercó despacio y se acomodó hasta que tuvo a Ace en su regazo. Soltó un suspiro y su ceño se relajó. Parecía que la pesadilla había pasado. Tomó entre sus dedos un mechón de pelo negro y comenzó a juguetear mientras observaba el subir y bajar de su pecho desnudo. Las primeras veces que se encontraron bajo esas mismas sábanas, Marco no pudo evitar trazar con sus dedos las cicatrices de espalda y pecho de Ace. Las acarició, las besó, las reverenció y las recorrió con su lengua hasta memorizarlas.

En su mente Marco trabajaba unos versos que aún no sabía a dónde se dirigían. Solo sabía que estaban llenos de alegría y esperanza. Su concentración se rompió cuando el mechón de cabello con el que jugaba se separó de sus dedos. Al bajar su mirada se encontró con la mirada preocupada de Ace.

—¿Qué sucede?

Ace no respondió. Solo se irguió sobre Marco, se sentó en su regazo y lo besó con una desesperación inexplicable. Marco lo abrazó y trató de seguir el ritmo del beso. Con la misma rapidez con que inició se detuvo. Ace tomó el rostro de Marco en sus manos y volvió a verlo a los ojos. Marco lo notó más calmado. Después, Ace solo se apretó a él, lo abrazó y apoyó su barbilla en el hombro de Marco.

Marco le dio beso pequeño a su cuello y apoyó una mano en la cama para mantener el equilibrio. La otra se dedicó a acariciar y dibujar patrones en el muslo de Ace.

—Soñé... que no podía encontrarte — rompió Ace el silencio. Después soltó un largo suspiro y se separó de Marco.

—Aquí estoy. Voy a estar aquí tanto como tú quieras.

Marco dijo sus palabras como si estuviera recitando una plegaria. No era la primera vez que prometía algo similar, no era fácil fingir que diez años vacíos en su relación no habían existido.

Ace en respuesta lo besó de nuevo.

~~ [¿Continuará...?] ~~


Mi cerebro se ha quedado sin ideas para el día 7. Se aceptan sugerencias, lol. 

Gracias por leer y por sus hermosos comentarios <3. 

P.D.: No creo que las dos o tres líneas "subidas de tono" de este cap califique como contenido adulto o sí? lmao honestamente no sé. 


Palabras de papel (#OnePieceWeek2021) [Marco/Ace]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora