Todo está oscuro, pero no tengo miedo, grito y nadie me escucha, solo se puede oír el eco retumbar en mis oídos. Todo está frío y húmedo, siento como si mi alma se fuera, es como si nada importara. No siento nada, ningún sentimiento se apodera de mí en estos momentos. Estoy sola en un lugar desconocido, estoy perdida. Siento como mis párpados se van cerrando, pero justo antes veo una luz a lo lejos y es cuando siento mi cuerpo caer en un vacío seguido por un dolor desde mi vientre hasta mi espalda, y fue cuando sentí, sentí el dolor, ahora sí tenía miedo. Seguía sin saber en dónde estaba, no se escuchaba nada más que mis gemidos de dolor, lo que duro mucho antes de que empezara a llorar. La luz se aproximaba a mí y a medida que se iba acercando pude divisar un auto y supe que estaba en una carretera. Intenté levantarme, pero fue inútil porque el dolor en mi espalda y abdomen era cada vez más agudo hasta que sentí un fuerte impacto y todo se volvió a tornar oscuro otra vez.
Desperté en mi habitación, mi pecho subía y bajaba a un ritmo que fue cesando, me senté con cuidado en el borde de la cama recordando el sueño que tuve anoche mientras me frotaba la sien, sentía mi cuerpo pesado y un tanto débil. El reloj marcaba las 7:00 AM, lo que significaba que solo tenía unos treinta minutos para alistarme, por lo que me apresure a comenzar el día.
Al cabo de un rato ya me encontraba bajando las escaleras para ir directo a la puerta principal donde Lauren ya me esperaba con el auto encendido. El nuevo año escolar había comenzado y espera llevarme todas las expectativas que tenia fijas para mi este año. Sabía que tal vez iba a ser un poco difícil ya que prácticamente iba a ser como si fuera nueva en el colegio, aun si llevaba años en el. Mi amiga más cercana se había ido hace un mes a Australia y aunque por un año ella intentó convencer a sus padres para que se quedaran, ellos solos le respondieron que "el mundo era más grande que una pequeña ciudad". Una parte de mí se alegraba por ella al saber que estaría en un lugar nuevo, con personas desconocidas que al fin y al cabo terminarían siendo sus amigos. Pero por otro lado, estaba yo, viviendo en el mismo lugar desde hace dieciocho años y con las mismas personas de todos los días. Era algo amargo sobre llevar eso, pero no me sentía mal en su totalidad ya que al final todos teníamos rutinas parecidas.
Los pasillos estaban llenos, reconocía una que otra cara, pero la mayoría eran nuevos. Había perdido de vista a mi hermana Lauren, ella es mayor que yo por meses, siendo honesta, no nos parecíamos absolutamente en nada, tanto físicamente como en personalidad. Al final quien siempre terminaba desenvolviéndose más en todos los aspectos era Lauren.
Busqué la página de los horarios entre uno de los libros que tenía a mano para buscar el número del salón que me correspondía.
El timbre de comienzo de clases había sonado, el pasillo empezaba a vaciarse y yo aún no encontraba mi salón, así que apresure el paso para llegar antes de que no pudiera elegir un asiento de mi agrado. Caminé por el pasillo izquierdo hasta llegar a la última puerta donde en un fondo blanco y remarcado con negro decía "salón 43". Abrí la puerta y al entrar una ráfaga de aire caliente chocó contra mi cara, permitiendome sentir lo gratificante que era dejar de sentir el frío que había en el ambiente. Aún faltaban estudiantes por llegar, habían unas nueve sillas desocupadas, así que no tenía muchas opciones de escoger. La mayoría estaban sentados al frente, había un puesto en la entrada, dos en el medio de todo el salón que probablemente Emmy los hubiera escogido para nosotras si sus padres le hubieran permitido quedarse, así que decidí sentarme en el penúltimo puesto de la penúltima fila con el fin de no tener que permanecer sentada al frente el resto del año.
Detrás de mí había una chica de ojos oscuros igual que su cabello, vestía con un abrigo de terciopelo y unos jeans, se veía nerviosa, lo sabía por como movía sus piernas de una forma apresurada. Miré al resto de mis compañeros y noté que todos eran nuevos, solté un leve suspiro y volví a buscar la página del horario de clases para ver si me había equivocado de número, pero la confusión se fue cuando vi que en el borde de toda la página se encontraba el número 43. Me recosté al respaldar del asiento y volví a mirar a la chica que seguía haciendo el mismo acto de hace un momento, decidí sentarme de lado en una posición en que le daba la espalda a todos los demás y fue cuando decidí establecer una conversación con aquella chica.
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Portadores
RandomQué pasaría si todas las pesadillas no fueran más que un sustituto de la realidad. He llevado una vida común, pero desde aquel día, desde aquel sueño, todo ha cambiado. Ahora me encuentro escondida entre los villanos de una historia mal contada. He...