Parte 1 Sin Título

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Recuerdo

Estaba estudiando en mi cuarto solamente iluminado por la luz blanca del flexo, sólo se oía el silencio y el rasgar del boli en el papel. De repente, sentí una brisa, fría y húmeda,  en el cuello. Miré hacia atrás, deprisa, pero no vi nada más que mi propia sombre proyectada en la pared del fondo por efecto de la nítida luz. Aunque seguí estudiando, intentando concentrarme en las matemáticas, no podía quitarme la sensación de estar siendo observado… tenía el vello de la nuca erizad y la piel de gallina en los brazos. La atmósfera se hacía más y más pesada, hasta que la tensión se rompió en un escalofrío que hizo vibrar toda mi espalda. Me levanté inquieto y mire por la ventana. Vi la luna, algo que no podía ser dado que ese día no debía estar porque esa noche era luna nueva. Me fije mejor y vi que había algo en ella que se movía. Era más bien un pequeño círculo el que se movía dentro de la supuesta luna. Entonces vi que era un ojo  que en ese momento se había fijado en mí, lo sentía lo notaba. En ese momento supe que era un canal, un ojo, una ventana entre los dos mundos. Ese día los dos mundos están tan cerca que se puede cruzar de un lado a otro. Un millar de almas querían cruzarla  para intentar sentirse vivos un día más porque el  demonio no les iba a dejar irse tan fácilmente. Yo lo veía claro tendría que disfrazarme o esconderme para pasar esa noche. Así  sería como ellos y no me llevarían con sigo pero ya era demasiado tarde. Ya venían por mí los sentía los olía. Era como un viento frio seco que se te clavaba en la piel como agujas. Al girarme para intentar huir entonces lo vi, lo vi a él, el demonio,  en ese momento se me helo la sangre. Me ofreció un trato de inmortalidad pero no de cuerpo sino de un recuerdo. De alumbrar esa noche y el paso de las almas de recogerlas. Yo ya sabía que no podía decirle que no, no   me dejaría  y si lo intentaba  llamaría a la muerte para que me llevase consigo. Acepte el trato, pero todos los treinta y uno de octubre seria libre por una noche para hacer lo que quisiese. Y hoy treinta y uno de octubre escribo esto para que sepáis que todas las noches os observo que siempre estoy ahí aunque no me veáis, en cada rincón en cada casa. Algunos me oís cuando os susurro al oído, otros sentís mi aliento en el cuello cuando respiro y me acerco, otros creen que hay alguien con ellos y cuando se giran no ven nada porque no me pueden ver. Cuidado porque todos los treinta y unos de octubre estoy ahí con vosotros esperando vuestra hora para llevaros con migo. Porque gracias a la luna puedo volver al mundo con otros ya malditos por mí misma suerte. Algunos me veréis y correréis pero otros se acercaran y ya no volverán más.

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⏰ Última actualización: Mar 10, 2015 ⏰

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