XV. Bienvenida

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¿Qué podríamos considerar hogar? Éste — para muchos — no es más que cuatro paredes de concreto en donde llegas a refugiarte después de un largo y ajetreado día; Sin embargo, podría ser más que eso. El hogar es dicha persona que te hace sentir bienvenido, querido y feliz, es ese abrazo que te llena de gozo cuando creías no poder volverte a sentir así nunca o, tal vez, son esos ojos que, al mirarlos, caes en un estado de ensoñación jamás experimentado.

Aquella calidez en la que se habían sumergido era intensa, pero agradable. Lentamente los brazos del castaño comenzaron a soltar la cintura del lobo y Chris liberó el cuello del menor, uno de sus brazos que sujetaba la cabeza del castaño lo soltó y al mirarse a los ojos, sonrieron con suavidad.

Se sentaron en el suelo, con el castaño dormitando en el hombro del lobo y esperaron a que todos los locales cerraran. Cuando al fin fue la hora para que pudiesen ir en su búsqueda, se pusieron de pie.

—Debemos ir a buscar la ropa —Comentó el pelinegro, a lo que el castaño asintió. Daggiah se subió a la cabeza de Christopher transformada en una ardilla y, acurrucándose para dormir, permitió que la llevaran al sitio a donde iban.

—Ven, vamos —Los jóvenes iniciaron su travesía rumbo al centro comercial, caminando por la calle desierta, casi no veían autos a la distancia. Era de noche, así que, lo más probable es que las personas estuviesen cenando o viendo algún programa de televisión famoso.

Un grupo de adolescentes se aproximaba por la esquina, Chris se preparó por si decían algo imprudente, pero pasaron de largo como si ellos no estuviesen ahí. Se quedó extrañado «¿Qué está pasando?».

—Oye, August ¿Por qué no nos dijeron algo? —Preguntó mientras miraba hacia atrás para cerciorarse de que realmente se hubiesen ido y que no fuese una broma o algo similar.

—Te dije que me haría cargo.

—Bien, entonces vamos a apresurarnos —Dicho esto, el brujo se subió a la espalda del híbrido, tomó a Giah y fue entonces que empezó a correr. Siguiendo las instrucciones que se le indicaba, Christopher llegó en poco tiempo a un pequeño centro comercial, no era muy grande en definitiva, así que, cuando August bajó de su espalda y esperó las instrucciones para saber que harían.

—Lo primero que debemos hacer es inhabilitar al guardia de seguridad —El castaño de ojos verdes se enfocó, cerrando los ojos mientras intentaba encontrar lo que buscaba. Ante sus ojos apareció lo que quería—. Somnus.

Aquel hechizo de sueño durmió a la seguridad del establecimiento, luego, levantó sus brazos y giró sus muñecas.

—¿Qué haces?

—Desactivo las cámaras de seguridad y alarmas para poder ingresar sin problemas —Chris se encogió de hombros, poco interesado en lo que significaba eso, la verdad. Cuando al fin terminó el brujo, comenzaron a caminar hacia una de las entradas al recinto.

El sonido de los zapatos de ambos era prácticamente lo único que se escuchaba en el lugar, al llegar a una puerta de servicio, Gust la abrió con magia e ingresaron al centro comercial. Caminaron dentro del lugar, mirando hacia todas partes en busca de una tienda donde pudieran encontrar todo lo que necesitaban.

Se acercaron a un establecimiento de ropa de toda clase y August liberó el candado que impedía el acceso al sitio, Chris abrió la puerta y ambos entraron al local.

—Busca ropa con la que puedas pelear libremente si hace falta y con la que te sientas cómodo si hace frío —Comunicó el brujo, a lo que el lobo lo miró.

—Buscaré ropa para pelear, yo no sufro con el frío y tampoco transpiro por lo que sé —El castaño rodó sus ojos mientras el pelinegro sonreía altanero, ganándose un ligero empujón.

August: Heredero © |Libro 1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora