Capítulo 8

102 14 0
                                    


Pasaron varias horas hasta que por fin llegaron de regreso a la casa, donde Ken ya los esperaba con ropa limpia y el material suficiente para sanar a los dos heridos; preparó todo luego de que HakYeon se contactara con él y le indicara que todo es...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Pasaron varias horas hasta que por fin llegaron de regreso a la casa, donde Ken ya los esperaba con ropa limpia y el material suficiente para sanar a los dos heridos; preparó todo luego de que HakYeon se contactara con él y le indicara que todo estaba bien y que ya iban de regreso.

Una vez que entraron al claro, HakYeon y Ravi tomaron su forma humana, mientras Ken se apresuraba a ellos, por instinto su primer acción fue ir a revisar y besar a su pareja, aunque en cuanto lo hizo se giró para ayudar a Hongbin.

Por su parte Ravi se giró y se arrodilló junto a Leo, quien aún se mantenía en su forma de lobo negro.

—Hemos vuelto a casa amor, ¿crees que puedas volver a tomar tu forma humana? —estaba tan preocupado que no se percató del apelativo cariñoso que había utilizado, aunque Leo sí que lo hizo y su pecho, aún en esa forma, se hinchó de felicidad.

Leo cerró los ojos e intentó concentrarse, Ravi pudo sentir cómo su mente se aferraba a la suya así que le sirvió de ancla, incluso rememoró lo que él sentía al transformarse, las sensaciones y los pensamientos, y se los transmitió a través de ese enlace.

El cambio fue mucho más lento en comparación al resto, pero Leo fue tomando su forma humana poco a poco, no volvió a abrir los ojos hasta que estuvo completamente en su forma humana, al hacerlo sonrió a Ravi con satisfacción.

—Bien hecho —alabó el peliblanco, tomando su rostro para besarlo.

Al separarse un poco se dio cuenta que le había dejado algunas manchas de su sangre en la cara. Leo también se dio cuenta, tomó sus muñecas para revisar con la mirada preocupada sus heridas, luego de lo cual se dio la vuelta sin soltarlo para llevarlo casi a rastras hasta la casa.

Más bien divertido, Ravi se dejó hacer de manera que Leo lo llevó hasta la sala de la casa, donde Ken ya estaba limpiando la pierna de Hongbin, este se quejaba a causa del dolor y sujetaba con fuerza la mano de su pareja.

—Siéntate Ravi, en un momento estaré contigo, —indicó Ken, concentrado en su labor.

Leo lo llevó hasta el sillón junto a Hongbin, lo sentó y luego se arrodilló frente a él, casi en la misma posición en la que estaba Ken.

—No te preocupes, ahorita lo limpio —dijo Ken al verlo.

Leo negó con la cabeza, tocó a Ken en el hombro hasta que el castaño volteó a verlo, entonces se señaló a sí mismo y luego a Ravi.

—¿Quieres sanarlo tú?

Leo asintió varias veces en respuesta, Ken sonrió entre enternecido y divertido, se giró para mojar otro algodón en la sustancia ambar antiséptica.

—Aquí, limpia las heridas de toda la sangre y la suciedad que tengan, solo sé cuidadoso pues puede arder un poco.

Durante todo el rato Ravi se había mantenido callado, enternecido por la manera en que su pareja se preocupaba por él, pero al escuchar la última frase de Ken lo dudó un poco.

—Ya les dije que estoy bien, simplemente me lavaré con algo de agua y ya, —intentó escapar.

Leo lo empujó de regreso al sillón y le dedicó una mala mirada para que se estuviera quito, luego tendió la mano para pedirle una de las suyas. Derrotado, Ravi hizo lo que le pedía y extendió la mano derecha con la palma hacia arriba, allí podían verse los cortes en su palma y algunos en su muñeca y antebrazo.

Con mucho cuidado Leo comenzó a hacer lo que le había indicado Ken, limpiando primero alrededor de las heridas y luego sobre estas, cada cierto tiempo volteaba a ver al castaño para corroborar que hacía lo mismo. Podía sentir el cuerpo tenso de Ravi, aunque este no se quejó ni intentó quitarse en ningún momento.

Una vez que terminó de limpiarlas, e imitando lo que había hecho Ken, puso algunos parches de gasa en los cortes más profundos o que aún sangraban un poco. Repitió toda la operación con la mano izquierda de su Ravi.

Cuando terminaron, Ken trajo café caliente para todos.

—Bueno, eso ha sido un gran susto, me alegra que todos volvieran con bien, —les dijo Ken, recargado un poco contra HakYeon.

—Hablando de eso, no vuelvo a encargarte cuidar de Leo ¿eh? —le dijo Ravi, aunque en realidad sonaba divertido más que molesto.

Leo, sentado junto a él, le dio un golpecito en la mano para reprenderlo por aquella frase.

—¡No es mi culpa! —se defendió el castaño—, apenas íbamos a llegar a la casa cuando él tomo su forma de lobo, y antes de que pudiera preguntarle qué ocurría se lanzó a seguirlos sin más. Yo no podía hacer lo mismo, además que de nada hubiera servido.

Ravi rió por la idea de Ken todo confundido, sin saber qué hacer para que Leo volviera o si debía seguirlo, pronto fue acompañado por el resto en su risa.

—Como sea, lo bueno es que todos estamos bien. Por cierto Yeonnie, necesitamos ir al pueblo por más provisiones tanto médicas como alimentos.

—Comprendo, bueno, por la tarde iremos Hyuk y yo a buscar las trampas, mañana temprano pueden ir Ravi y Leo al pueblo.

Era normal eso, usualmente era Ravi quien bajaba al pequeño pueblo ubicado a las faldas de la montaña para comprar cualquier cosa que la naturaleza no les otorgaba allá arriba y que hiciera sus vidas más sencillas.

Solo tenía que ocultar el color de su cabello bajo una gorra, cosa no muy difícil en las épocas de frío, y al ser un único alfa no llamaba la atención de otras manadas o de lobos errantes. Cosa que en realidad nunca se había encontrado pero era mejor mantener la precaución; de hecho, tenían una cabaña no muy lejos del pueblo, aunque su tránsito también era un poco complicado no era nada que un humano no pudiera sortear, más teniendo una camioneta como la que tenían ahí estacionada, de esa manera cualquier persona que siguiera o intentara encontrar a Ravi descubriría que vivía en aquella parte solitaria del bosque, algo extraño pero no por eso inquietante.

—¿Pue, blo? —preguntó Leo entonces.

—Sí, es un asentamiento de humanos, viven todos juntos, —notó que el pelinegro se ponía tenso, así que tomó su mano con suavidad—, tranquilo, estaré contigo. Además, ahora pareces uno de ellos así que no hay probabilidad de que te hagan nada.

Aun parecía algo inseguro.

—Es algo bueno Leo, así podrán comprar los ingredientes para que pueda preparar más sándwiches y muchas otras cosas ricas —intervino Ken.

Aquello fue suficiente para que los ojos de Leo brillaran y él asintiera, emocionado.

—¿Por qué siento que estás chantajeando a mi pareja con comida, Ken? —se quejó Ravi, juguetón.

De naturaleza Salvaje (WonTaek)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora