DOMINIK [#1]

Capitulo 1

Ya han pasado 4 meses de la partida de mamá y ya me sentía más animada como para poder salir a la calle. Había pasado todo el mes encerrada, no tenía la pasión que necesitaba como para sobrellevar las miradas de lastima que me trasmite la gente

Su muerte me había afectado horriblemente, me había dejado un enorme vacío difícil de llenar.

Me negaba a ir a la escuela, y eso hizo que mis notas decayeran. Me presenté un mes antes para recuperar todo lo atrasado, pero me iba quedar Filosofia.

Al comenzar a ir a la escuela, todas las miradas se posaron sobre mi, todo el mundo me miraba con esas sonrisas melancólicas y esos apretones de manos que me daban con tanta lastima, me hacían sentir peor.

Los pasillos eran tan grises... me sentía tan fría sin su calor...

Me encuentro sentada frente a su lápida, donde venía a rememorar lindos recuerdos que tenía de ella, mi padre y mi hermano estaban junto a mi de pie.

Oigo los pájaros cantar y veo las ramas moverse a causa del viento, pero todo me parece vacío.

Cuando se fue, una parte de mi se fue con ella también.

Me paso el dorso de mi mano por la nariz, y respiré hondo para asi comenzar a hablar.

-Desde tu marcha... siento que me han arrancado un trozo de corazón y que no me lo devolverán jamás.-digo posando mi mano sobre mi pecho, notando mi corazón later cada vez más rápido, las lágrimas amenazan con salir pero trato de contenerlas y seguir hablando-No hay un solo día en el que no piense en ti, todavía puedo escuchar tu voz por los pasillos, tarareando una canción cualquiera,  quiero poder llamarte y escuchar tu voz una vez más, que me digas lo mucho que me quieres y poder sentir que estas al otro lado del teléfono.- mis ojos se hacen agua, haciendo que la primera lagrima en salir sea gorda-

Mi padre se posa detrás de mi acariciando mi pelo con delicadeza, cierro los ojos ante su presencia y su contacto, miro al ramo de flores con la pequeña dedicatoria que se encuentra colgando de unos pétalos, coloco el ramo sobre la hierba donde se sitúa su lápida y continuo hablando.

-Quisiera abrazarte lo más fuerte que pudiese y no soltarte jamas.-ahogo un sollozo, y aprieto mis puños a los costados, tratando de controlar mis lagrimas- Siempre que estaba a lado me sentía a salvo, segura, sabía que estaba en casa, pero tu ya no estás, y me has dejado un vacío por dentro, que me costará eternidades poder rellenarlo, mami- Sollozo sobre mi mano tratando de hacer el mínimo ruido posible- Siempre has sido mi pilar, siempre me has mantenido en pie y ahora me doy cuenta de todo lo que hiciste por mi... descansa en paz mami- poso un beso sobre mi mano y la coloco encima del nombre que pone en su lápida: Sierra Ortega Ross, 38 años  (7/03/1997)-(12/03/2015) seguida de una dedicatoria del cura- te amo.

Me levanto del suelo apoyándome sobre el suelo sacudiendo mis rodillas, mi hermano me rodea en un abrazo, secándome las lágrimas, sus ojos se encuentran con los míos, estaban rojos, llenos de dolor, se que se sentía igual que yo, acurruco mi cabeza sobre su pecho y suelta un pequeño sollozo que hace que mi corazón se parta más.

El nunca era de llorar libremente, le costaba abrirse a los demás, siempre era el mismo chico frío, pero la muerte de mamá lo había hecho añicos, lo notaba, lo sentía, es más, me lo transmitía.

-¿Por que?- me susurra al oído aun en el abrazo, sabía a lo que se refería, sabía que su muerte lo había hecho débil y delicado.
-No lo se Marco, no lo se.- noto mis ojos volver a humedecerse.
-No nos dio tiempo a despedirnos, no le dio tiempo a vernos terminar de crecer.-me susurra más bajo apretándome más, me separo de su abrazo y alzo la vista para responderle, pero mi padre interviene
-ella no pudo evitarlo hijo... se fue y no nos dimos cuenta, es el ciclo de la vida y hay que seguir a delante.-nos dice mirándonos, lo está pasando igual de mal que nosotros, sus ojos están aguados pero contiene las lágrimas dentro.