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𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟖: 𝐕í𝐜𝐭𝐨𝐫
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Delilah estaba enfurecida. La cálida conversación de anoche, en la que la mujer parecía interesada en la vida de la joven, había resultado ser una mentira. A Faela le daba igual lo que le pasase, sino no la habría abandonado. No sabía cómo actuar, ni siquiera a donde tenía que ir.
Miró que hacían el resto de familias, parecían estar esperando algo, así que eso hizo: esperó sentada en uno de los bancos, el más cercano a la entrada, mientras abrazaba su maletín y balanceaba ansiosamente sus piernas. Se sentía observada por todos, pues era la única que no iba acompañada por nadie.
La puerta principal comenzó a abrirse, como lo había hecho la de la frontera, sola. Del interior del castillo salieron una mujer y un hombre. Los dos eran jóvenes y tenían cierto poder en Pic L'Infern, pues todo el mundo empezó a acercarse a ellos.
Delilah se levantó al ver al resto de familias acercarse.
Ella era ligeramente mayor, en comparación a él. La mujer llevaba una gran pamela de color blanco perla, adornada con plumas del mismo tono. Su pelo era castaño claro y estaba recogido en un voluminoso moño, en la parte más alta de su cabeza, aunque este apenas era apreciable, pues era cubierto mayoritariamente por su sombrero. Su cara era ovalada y de esta resaltaban sobre todo sus pómulos. Mientras que su piel era blanca y contrastaba con su cabello y ojos marrones. En sus finos labios se podía percibir una ligera sonrisa.
El vestido de la mujer era de cuello alto y tenía decoraciones y encajes de forma vertical. Llevaba un largo y sencillo colgante de color verde esmeralda, que contrastaba con sus ropas blancas. Delilah nunca había visto una vestimenta de ese estilo, ni un sombrero tan llamativo como aquel.
Los gestos de la mujer la hacían ver como una persona aparentemente amable y optimista. Había causado una buena primera impresión en Delilah.
En cambio, el hombre que se encontraba a su derecha parecía ser un estúpido. Miraba a los alumnos con aires de superioridad, levantando exageradamente la cabeza y mostrando una expresión de asco. Tenía rasgos afilados como una mandíbula fina, una nariz puntiaguda o unos ojos felinos. Además, su postura era antinatural, sus gestos eran rígidos y actuados, intentando fingir elegancia y grandeza. Su pelo era rubio y lo tenía excesivamente repeinado hacia un lado, mientras que su piel era de un blanco amarillento.
—¡Buenas tardes!—la voz enérgica de la mujer sonó extrañamente alta, tanto que la joven estaba segura de que se la había escuchado hasta en lo más profundo del bosque— Me es un honor recibirlos y darles a los nuevos alumnos la bienvenida.
—Los alumnos que no sean de primer año, por favor, pasen ordenadamente al interior —gritó con voz aguda el hombre, pues a él no se le escuchaba tan alto como a ella. Ambos se hicieron a un lado para dejar entrar a los jóvenes. Delilah observó a los padres y acompañantes de estos abandonar los jardines.
—Bien —dijo con ánimo la mujer—. Para quienes no me conozcan, yo soy Viveca Mynge, la directora de la escuela Pic L' Infern y él —señaló al hombre— es Gydion Vilaboi, el vicedirector. Ahora, él os repartirá vuestra matricula.
Delilah entró en pánico. No tenía la más remota idea de lo que era una matrícula ni que debía hacer con una.
—Os llamaré por orden de lista —acto seguido Gydion hizo aparecer un pergamino y una cesta. Esta última era un lindo cesto de picnic con lazos a sus lados. La joven miró expectante que era lo que el hombre iba a hacer con ella— Clase Alpha—comenzó—. Primero, Aeris André.
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-𝐋𝐚𝐬 𝐁𝐫𝐮𝐣𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐏𝐢𝐜 𝐋'𝐈𝐧𝐟𝐞𝐫𝐧-
FantasyDelilah solo piensa en salir de ese pequeño pueblo en el que está atrapada desde hace 15 años. Tiene dos opciones: casarse con un extranjero o ser enviada a un convento. Ninguna le parece lo suficientemente buena, ninguna la va a hacer feliz. Sin em...