Salió de madrugada, con el sol apenas asomando. Decidió no despertar a Ébele, dejarla descansar pues la verdad no pretendía despedirse, no le gustaba y además iba a estar de vuelta en menos de dos días, bueno, o al menos eso pretendía.
Lo despidieron Yoko, el general y un pequeño grupo de soldados. Le dieron una pequeña mochila con comida y otras cosas, como una manta y una botella de agua.
Seguía el río, era la manera más fácil de llegar a su destino. Para cuando el sol le pegaba directamente sobre el rostro, hizo una parada para lavarse la cara. Se vio más pálido en su reflejo, y la marca negra de su cachete ya casi llegaba hasta su ojo. Lo ignoro y continuo caminando.
Con cada paso que daba, una pregunta nueva aparecía en su cabeza.
¿Qué le diría? ¿Qué se inventaría? ¿Cómo iba a comenzar la conversación?
Sabía que no era el más indicado para esta tarea, pero la acepto, no solo por la culpa, si no también porque era el único que al menos podría acercarse. Necesitaba llevarla al campo de batalla, sobre todo con la nueva amenaza que veía en el horizonte.
El viento soplaba fuerte, moviendo los árboles violentamente, a la sombra de estos, podía ver diferentes fantasmas todos cargaban con un cadena que lo ataba y hacían lo posible por frenarlo, de castigarlo. Él ya estaba acostumbrado, pero eso no quería decir que no estuviera teniendo problemas. Así llevaba todo el día, caminando sin parar, no hacía pausas para comer, para descansar. estaba intentando alargar el viaje, por eso decidió ir caminando y no corriendo o trotando. Estaba indeciso y realmente no sabía qué hacer para hablar con ella, no sabía si le había perdonado o si iba a dejar eso de lado y ayudarle. tal vez incluso intentaría acabar con él y eso sería un problema.
Cayó la noche y el sonido de las cataratas los sacó de sus pensamientos, estaba muy cerca ya.
¿Acaso había estado caminando más rápido de lo que creía?
Con el fin de perder un poco más de tiempo, busco una zona abierta y montó una pequeña fogata para calentarse un poco. El fuego era débil y con la fuerza de los vientos solo duraría lo necesario.
¿La podría mirar a los ojos? ¿se acobardaría? ¿ siquiera podría decir algo?
Se acarició la grieta de su cachete, había crecido bastante desde la última vez que la revisó. Ya no le dolía, al menos no físicamente, pues esta era un amargo recordatorio de que las cosas ya no podían continuar así. Y estaba viendo las primeras señales de ello.
Tras un par de minutos más, el fuego se apagó. Se puso de pie y esparció las cenizas, no quería ocasionar un incendio después de todo. Recogió su bastón, cubrió su rostro con su máscara y se colocó la capucha. Entonces, comenzó a correr, estaba un poco más decidido ahora, quería volver por la tarde, ya fuera solo o acompañado. Todas las preguntas habían desaparecido, pues no sabría la respuesta hasta llegar a ella.
Mantenerse al margen del principal problema había provocado la muerte de todas esas personas, no podían seguir haciéndolo. Se acababa el tiempo, una de las cadenas había sido rota, lo había sentido. Ahora que lo analizaba mejor, la dirección de aquel gigante se volvía más clara, no podía dejarlo avanzar más.
A gran velocidad cruzó la poca distancia que le quedaba, hasta llegar hasta el cauce del río. Allí, donde el sol se asomaba de nuevo, en el borde de la catarata, resistiendo la presión del agua como si de una brisa se tratará estaba ella. Con el mismo vestido blanco que la última vez, con la misma pose. Su piel morena resaltaba con su vestido y sus largos cabellos negros brillaban con la poca luz del sol.
Se quitó el calzado y saltó al río, acercándose lentamente a ella, sin decir nada.
Estando a pocos metros, ella movió ligeramente la cabeza, lo que lo hizo detenerse, había sentido su presencia. Escuchó una leve risa, entonces ella se volteó hacía él. Su sonrisa tierna, cálida, pero aterradora, sus ojos negros entrecerrados lo miraban fijamente sin pestañar. Ella estaba feliz de verlo...
— Dime — Dijo con una voz suave — ¿Qué te trae de vuelta Samael?
Fin capítulo 9... Tu que habitas al amparo del altísimo.
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Pandora
Science FictionBajo las sombras de un mundo en caos, aquel que nació al abrirse la caja, poco a poco se libera de sus cadenas. Un ángel caído busca la forma de detenerlo. Los demonios poco a poco invaden la superficie. El cielo ha caído. Al final de este guerra e...