7 de Agosto 1746
Henrinette
El desmayo de hace unas noches había sido producto de mi mala alimentación , llevaba semanas sin tener apetito. No podía dejar de pensar en mi amor y todo lo que había sufrido en batalla.
Mis sueños eran una tortura, y las marcas debajo de mis ojos podían dar fe de ello.
Deseaba morir de alguna manera, pero desde la visita del médico tenía vigilancia constante.- La modista arreglará uno de los vestidos para ti, no olvides que hoy recibiremos a los duques de Alenzón, al marqués de Fabry, su hijo y unos cuantos amigos de tu padre, anunció mi madre, durante el almuerzo.
Asentí, lo que menos quería era discutir con ella.
-Va a ser una gran cena cariño, trató de animarme buscando una respuesta de mi parte, pero no lo consiguió, ya era demasiado pesado para mí lidiar con la muerte de Malcom y ahora a ello debía sumarle el hecho de que me buscaran un esposo perteneciente a la corte del rey o que buscaba ser parte de ella.
***
-Mi lady, debe bajar, anunció Briana, mi doncella personal.
-Está bien, acepté, respire hondo y salí de mi habitación.
-¿Necesita algo más? se apresuró Bri hasta mí acomodando la basta de mi vestido .
-No te preocupes, todo en orden, traté de devolverle la sonrisa, era su primera vez aisistiendome y su nerviosismo era palpable.
- Gracias, tomé sus manos de manera amistosa.
Asintió y bajó la cabeza.
-Avisaré al mayordomo para que anuncie su llegada. Se adelantó a través del largo pasillo.
-Es momento de fingir felicidad, me dije a mi misma, acomodé mis guantes y adopté una postura de señorita inalcanzable con la espalda completamente recta para denotar seguridad.Si mis padres querían una niña aristócrata, mimada y superficial,eso era lo que les daría y esperaba realmente que estuvieran preparados para el mayor desfile de arrogancia.
-Van a rogarme que vuelva a ser yo, declaré en voz muy baja, antes de cruzar el umbral hacia el salón principal.Tenía claro que mientras más desagradable fuera con los futuros pretendientes, más rápido me quedaría sin opciones. Además, sumado a ello, era una viuda de guerra,lo que significaba ser una mujer maldita y sin pureza. Estaba convencida de que esa era una traba muy fuerte, y que restringía mucho las cosas. Casi con seguridad podía afirmar que los candidatos para mí eran viudos o hombres que doblaran mi edad o en el peor de los casos algún nuevo rico desesperado por subir de posición social al precio que fuera.
Lo que me aterraba en la misma medida, pues nuestra unión sería un siniestro acuerdo sin amor.
Y si fingir arrogancia era mi única arma para salir ilesa, haría hasta lo imposible por quedarme soltera por siempre.Sébastien
-¿Me recuerda que hacemos acá marqués de Fabry? Interrogué a mi padre.
-Le prometí a los condes de Évreux que estaría en esta cena.
- No sabía que fueras cercano a Lord Évreux, dije contrariado, era la primera vez que oía hablar a mi padre de una relación con dichos señores.
-Coincidimos hace poco en una audiencia en Versalles, me habló de negocios y pues acá nos tienes.
-¿Qué clase de negocios? Cuestioné. Conocía muy bien a mi padre y a él solo le importaba dos cosas en lo que le quedaba de vida: el honor y mantener su linaje en la corte real.
-Me ofreció desposar a su hija, fue conciso.
Mi expresión de asombro fue tan notable que antes de que pudiera pronunciar palabra se adelantó.
-Decliné esa oferta, así que cambia esa expresión, me pidió con dureza.
-No soy un viejo capaz de casarse con una niña que podría ser mi hija. Además sigo amando a tu madre a pesar de que no esté más con nosotros, dijo lo último en voz muy baja como si tuviera miedo de continuar por ese camino, pero tras aclarar su voz, su semblante se recompuso también.
-¿Entonces tu maravilloso plan es que yo la despose? Dije notablemente enfadado.
-Estoy seguro que no eres su única opción, pero si la menos horrenda. Entonces quiero apelar a tu buena voluntad, sonrió con cinismo.
-La situación es la siguiente, La señorita de Évreux es viuda, por ese motivo no puede ser ofrecida como muchas jóvenes de su edad. Y tu situación es por demás compleja también, al ser un capitán de la milicia ningún padre con mayor rango que el mio va a querer que te cases con su hija.Así que esta es nuestra oportunidad.
-Padre, yo no necesito una mujer, estoy bien así, no quiero compromisos,fuí tajante. Entendía la situación de la joven y de cierta manera me apenaba, pues yo había contribuido a que muchas otras mujeres estuvieran en una situación similar,pero ese no era motivo suficiente para atarme a un matrimonio.
-Sébastien piénsalo, entremos, disfrutemos de la velada y luego de esta noche puedes decidir qué es lo que vas a hacer, recuerda que esta mujer ya no es una niña del todo y probablemente tenga más fortaleza y temple que cualquier debutante si es lo que te preocupa.
Asentí entendiendo su punto, pero no acoté más, pues mis pensamientos no estaban dirigidos a mi temor de desposar a una muchacha pura, sino más bien de arrastrar a alguien hacia la infelicidad.
***
- Henrinette de Évreux, anunciaron y todos dirigimos la mirada hacia el umbral donde la joven aparecería.
Y con un paso lento pero lleno de elegancia, congeló el recinto por unos instantes pues su belleza realmente quitaba suspiros.
Mi primera impresión fue que era una mujer demasiado hermosa, que su porte denotaba seguridad pero su mirada no podía disimular su tristeza.
Era claro que todo esto no era de su agrado pero algo la impulsaba a seguir.
-Eres hermosa, pero no quiero ser el causante de que tus ojos mieles sigan teniendo esa tristeza, decreté en mi mente. No iba a ser partícipe de ninguna ruina.
***
-Y bien, ¿Le gusta tocar el piano, preguntó lord Montespan?
Suponía que todos estos viejos decrépitos y falsos buscaban una oportunidad con la señorita de Évreux y ella no hacía más que ser desagradable, pero eso no hacía más que despertar el interés de los hombres presentes. Su belleza y juventud era lo que buscaban pues necesitaban un heredero y su tiempo se acortaba.
-Su táctica no está funcionando, me dije con pesar.La había observado toda la noche y solo podía pensar en que,a quién todos estábamos conociendo no era a la verdadera señorita de Évreux.
-Tanto como bordar, contestó la joven con arrogancia y desdén, pero su respuesta estaba tan estudiada y fue tan genérica que el hombre solo sonrió complacido sin ser consciente de la incomodidad de la joven.
La cena transcurrió entre más preguntas banales y respuestas cortantes.
Dicha condición tenía a los anfitriones bastante enojados y aquello hubiera pasado desapercibido para todos los presentes si yo no hubiera estado observándolos desde el inicio con demasiada determinación ya que disimulaban con una destreza increíble.Al término de la velada, mientras todos se despedían y esperaban la llegada de sus carruajes, divisé a la señorita de Évreux alejarse de la reunión de manera silenciosa.
Mi mirada inquieta siguió su camino y era claro que se dirigía hacia los jardines con tal premura que parecía no querer hacer esperar a la persona con la que allí se reuniría.
Y sin ser consciente del todo, me encontré yendo detrás de ella.
-¿Qué estoy haciendo? Me regañé a mi mismo al darme cuenta que me había ocultado tras unos arbustos para observarla.
Me estaba comportando como un acosador, pero poco o nada me importaba. Algo dentro mío me impulsaba a buscar respuestas a su comportamiento y a esa tristeza tras su mirada.
La sorpresa se instauró en mi cuando la vi sentarse completamente sola en la glorieta con una rosa que había cogido en su trayecto.
Respiró muchas veces de manera profunda hasta que no pudo más y sus sollozos se volvieron lamentos de desesperación.
Mi corazón sintió su tristeza y algunas lágrimas empezaron a brotar de mis ojos. Tal vez era nuestras almas heridas las que empatizaban de tal modo que quería correr y sostenerla en mis brazos para que no llorara sola y no hiriera más sus manos con la rosa que sostenía con fuerza.
Luego de unos minutos, recompuse mi semblante y decidí hacer ruido para anunciar mi llegada hacia ella.Se volteó de manera apresurada, limpió su rostro, cambió su mirada y me enfrentó.
-¿Qué está haciendo usted acá? Alzó su voz.
-Lo siento señorita, no quise asustarla, yo lamento que todo esto no sea de su agrado, hablé torpemente quedando como un imbécil ante tal declaración sin sentido.
-Permítame explicarme, repliqué ante su mirada inquisidora.
-La estuve observando, no de la forma en la que se está imaginando, me apresuré a aclarar, tosí incomodó y me aclaré la garganta para continuar.
-Se nota que no tiene intención de aceptar a ningún pretendiente, pero déjeme decirle que ninguno de los señores, incluidos sus gracias, han captado el mensaje.
-¿Pero si he sido lo más hostil que he podido? Habló más para ella que para mí.
- Aún así su belleza encandila y su dulzura sobrepasa cualquier comportamiento poco apropiado, hable con sinceridad.
- ¿Trata de sacar ventaja cortejandome a escondidas? Habló enojada.
-En lo absoluto, no es que no me parezca bella, pero yo no puedo comprometerme, fuí tajante.
-¿Por qué está aquí entonces? Relajó la expresión.
- Eso no importa, resté importancia a lo que mi padre me había propuesto. Aún así, veo que no tiene muchas opciones y su boda será inminente.
-Ayúdeme por favor, acortó la distancia entre ambos y cogió mis manos en un acto que nos llenó a ambos de sorpresa porque era atrevido hasta para una viuda. - Discúlpeme, pero estoy desesperada y dentro de todo ese desfile de señores y ancianos usted es el único que no me ha juzgado ni evaluado como una mercancía o una mujerzuela con un título por desposar. Habló con premura.
Al parecer no había sido el único analizando el comportamiento de cada persona en la reunión.
-¿Le asombra que una mujer hable de esa manera?, me cuestionó para luego afirmar. - Usted es capitán de la milicia y estoy segura que ha escuchado peores declaraciones que la que acabo de hacer.
Asentí e intenté sonreír de manera comprensiva.
No quería meterme en problemas, pero necesitaba ayudarla, se lo debía a la vida. Y sin pensarlo más, ni analizar lo que podría ocurrir, hablé.
-La ayudaré, se lo prometo pero volvamos, tenemos toda la noche para pensar y mañana volveré para solicitar una reunión con usted.
Asintió, me agradeció y corrió en dirección a lo que supuse era la entrada de servicio.
No sabía en qué lío me estaba envolviendo, pero sonreí complacido al notar algo de alivio en su voz.
***
Holaaaa, cómo están? volví por acá ✨espero les esté gustando 🤞🏼🙈 en esta línea acaban de conocerse, teorías?, me comentan que les va pareciendo 🙊 los quieroooo
ESTÁS LEYENDO
Amor sin límite de tiempo
Любовные романыLa vida es un constante bucle de situaciones, momentos y emociones. Muchas de las cuales no podemos explicar, porque los misterios son precisamente eso y su cualidad más inmediata es el ser indescifrables. ¿Qué pasaría si te dijeran que el alma de...