Se despertó en medio de la madrugada y allí se encontraba, junto a su cama, un ave de mirada penetrante, plumaje negro, pequeño, pero de postura imponente.
Aquella criatura enigmática, paradójica e indefinible, cargaba con el peso de ser el Cuervo. Quizás, guardián de sabiduría para algunos, quizás, el mal presagio para otros pero imposible ignorarlo. Su mirada se recargaba fija sobre la de ella y en un exitoso intento de indicarle a la joven que lo siga, abrió sus alas de par en par y prestó a volar. No obstante, su vuelo era bajo y lento para que Selene pudiera seguirlo y, así fue como aún en un camisón blanco y un descabellado peinado, comenzó a seguirlo fuera de aquella habitación.
— ¿A dónde quieres llevarme? – Preguntó la joven de largos cabellos negros.
Por un momento la racionalidad se apoderó de ella y frenó en seco. Acaso aparte de seguir a un ave en medio de la noche ¿Ahora también le estaba hablando? Su confusión era enorme. Debía admitir que la curiosidad lo era aún más; no obstante, una suave voz la sacó de sus pensamientos a lo que ella respondió con un brinco asustadizo.
— ¿Por qué ustedes, los humanos, piensan tanto todo? – Resopló el ave – El universo les ha otorgado el don de la racionalidad y el pensamiento pero ustedes eligen llevarlo al extremo y perder los momentos efímeros de felicidad.
— Pero... ¿Dónde me llevas? ¿Y quien eres tú? – Preguntó la joven nuevamente ignorando completamente el comentario de su acompañante.
— Cuando lleguemos, lo verás – Replicó el cuervo. Su tono tranquilo se fundía a la perfección con la noche estrellada y la brisa de verano que acompañaba. El ambiente era tan misterioso como cautivador.
Para la inocente joven, el mundo siempre fue en base a las reglas impuestas, a los estándares que se exigen y a las palabras ajenas que dictaban quien era. Para ella, encaminarse en ese camino loco, era retomar un poco el control de sí misma.
No hicieron falta palabras, el ave, astuta e inteligente, noto al instante que la decisión de seguirlo ya estaba tomada y fue así, que comenzó su vuelo adentrándose a un oscuro y denso bosque.
— ¿Siempre estuvo este bosque aquí, Cuervo? – Preguntó Selene mientras sus grandes orbes miraban con curiosidad y detenimiento cada estructura, cada pequeño sistema pero la joven no obtuvo respuesta y se limitó a seguir su andanza.
Las copas de los árboles eran realmente altas, la luna llena brillante de aquella noche iluminaba de maravillas la arboleda. Si escuchabas con detenimiento se podría apreciar a los grillos entonar su canción, a las lechuzas que custodian la noche y a toda clase de pequeñas vidas nocturnas en movimiento. Era realmente asombroso. Mágico.
El camino se iba haciendo cada vez más angosto y, a lo lejos, podía escucharse el ruido del agua cuando golpea las rocas, aunque era casi imperceptible.
— ¿Falta mucho, Cuervo? –Artículo la joven una vez más. Su fogosidad e impaciencia propias de la juventud, estaba molestando a la vieja ave.
— ¿ A dónde? - Contestó el de plumas negras.
— A dónde tú dijiste que me llevarías. ¿A dónde más, si no?
— ¿Dónde estás yendo? ¿Hacia dónde crees que te diriges?
— ¿A dónde estoy yendo? No lo sé. Te estoy siguiendo a tí, por ende, a donde tú te diriges.
— Hmm... – El cuervo hizo un leve silencio dudoso y luego agregó: Ahora tú me guiarás.
El ave negra, protector de la joven que suponía frágil, sabía que ella jamás había tomado las riendas de su vida. Su misión era guiarla y acompañarla, sí, pero también lo era enseñarle. Porque él era un maestro. Su maestro.
— ¿Cómo se supone que sepa donde ir? – Contestó la joven consternada.
— Confiando en tu intuición. En tí.
Dubitativa aceptó el reto y se dispuso a caminar sin voltear. ¿Su intuición? ¿Tenía ella tal cosa? Quizás, este era el momento para conocer quién era ella en verdad o al menos, aprender algunas cosas. Fusionarse con el bosque y sus múltiples organismos. Volverse una con las fases de la luna y danzar sobre las ramas ardiendo. Confiar en el cuervo y su sabiduría, hacer propia esa sabiduría que también le pertenecía, solo que estaba dormida.
Aprender del Cuervo su inteligencia y su amplia capacidad de aceptar tanto su oscuridad como su luz y fundirse en la dualidad mágica de cualquier ser. Cerró los ojos, apoyó sus manos en la tierra e inhaló. Exhalo y conectó:
Aire, Tierra, Fuego, Agua, Éter. Conectó.
Las palabras sobraban, la joven se desvió del camino del cuervo, haciendo que este se viera obligado a cambiar el rumbo y seguirla. Fue así, como luego de unos largos minutos caminando, llegaron al lugar que tanto buscaban. ¿Cómo lo sabían? Bueno... Quizás porque todo era al revés.
El cielo estaba sobre los pies y el suelo en la cabeza; caminaba sobre nubes y la cubría la tierra. Los árboles, tan inmensos, eran solo de unos pocos centímetros, mientras que las pequeñas cosas, se habían vuelto de lo más enorme. Lo que más llamó la atención de Selene, fue la cascada que yacía a un lado de ese enorme y extraño lugar. Pero aquella cascada tenía una particularidad: Era lo único que no había cambiado de forma.
Había pasado quién sabe cuántos minutos hasta que el cuervo decidió hablar:
— Esta cascada representa tu naturaleza ¿Puedes verlo? Si miras dentro de ella, verás todos tus recuerdos, tristes y felices; de frustración u orgullo. La herida y la felicidad. En el fondo de esta cascada, se encuentra tu yo auténtico, eso que tú eres en realidad. Aquella naturaleza que nunca cambia de forma y nos hace ser quienes somos como seres individuales y especiales.
Te preguntarás porque no cambia de forma pese a ser el mundo del revés y eso es porque no se puede cambiar quienes somos en realidad.
La naturaleza, niña, no comprende las palabras, sino, actos, sensaciones y emociones. Eso es la naturaleza salvaje. Si le prestas atención, entenderás todo aquello que no entiendes de este mundo que es tu mundo. Encontrarás el camino y por ende, la paz y la tranquilidad; la felicidad y el bienestar, porque si suprimimos nuestra naturaleza, esta se esconde cada vez más en el fondo de nuestra psique más salvaje y aunque nunca desaparece. nuestra verdadera esencia se ve debilitada y por ende, nos sentimos vacíos e infelices. No puedes negarle a un tigre sus manchas. – El cuervo tenía un tono sereno y mientras explicaba, se reposaba sobre unas de las inmensas piedras de la cascada.
La joven se acercó lentamente a la cascada y a sus misterios, al mirar las aguas, se halló con tanto dolor en su superficie, tanto enojo y miedo que provocaron que lo más profundo de su alma lagrimeaba. Se negó a ser eso que veía, lo negó todo durante los segundos que su mirada yacia inmersa y devastada en aquellas aguas, pero nuevamente la suave y serena voz del cuervo, la trajo de vuelta en sí.
— Una vez que aceptes quién eres en realidad, esta cascada retomará su curso y toda esta podredumbre fluirá. – El ave negra presenciaba la sorpresa que en el rostro de Selene se encontraba.
— ¿Esa siempre fue la respuesta? - Musitó ella con asombro. Pero... – luego de una leve pausa se atrevió a preguntar.– Cuervo ¿Quien eres tú?
— Tú sabes quien soy, tu alma me escogió y me recuerda pero tu mente en esta vida no lo hace. Cuando sientas el frío de la soledad, allí estarán mis plumas para cobijarte, cuando te sientas con furia, allí estaré yo para darte calma. Cuando pierdas las pisadas del camino, allí estaré yo para ser tu guía. Cuando no sepas que hacen con la vida, ahí estaré yo para darte sabiduría.
Este es el lugar en el que tú y yo nos encontramos. Donde la magia sucede y lo imposible se hace verdad.
Cuando el cuervo decide atacar al sol, primero se ríe de sí mismo para así encontrar su centro y modo de batalla; después de la batalla exclama:
Aquí arriba, donde lo blanco es negro y lo negro es blanco, eh ganado.
Aphrodite 🖤
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El cuervo.
SpiritualEste es un breve cuento de mi autoría que está abarcado desde la mirada de una joven indecisa e insegura y un cuervo como animal de poder (mirada chamánica) Acompáñame en esta mágica historia a mostrarte diferentes rincones de vos misma y a replante...