Capítulo II

372 38 9
                                    

LISA

Arrastrándome por su cuerpo, me recuesto de costado y me acurruco a su lado, hundiendo mi cara en su cuello, respirando su esencia. Su cálido aroma llena mis pulmones, calmándome un poquito. Siempre me he preguntado a qué sabe y ahora tengo la oportunidad de descubrirlo. Lamiendo mis labios, toco tentativamente su cuello con mi lengua.

Su dulce sabor llena mi boca y comienzo a propinarle besos con la boca abierta por todo su cuello. Subiendo una pierna sobre las suyas para estar más cerca, me doy cuenta de que su verga está dura y siento un disparo de ira recorrerme. ¿Está dormida y tiene una erección? ¿Eso significa que está soñando con alguien más? En respuesta, muerdo duramente su cuello, haciendo que se mueva a mi lado.

—¡Mierda! —gruñe. La siento tirar de las esposas, pero no suelto mi agarre—. Nena, eso duele.

Sus palabras no hacen más que alimentar mi enojo.

¿“Nena”? ¿Quién diablos piensa que está en la habitación con ella?

Sentándome, enciendo la lámpara y la observo. Sus ojos color marrón abiertos ante la visión de mí, luego se mueven a mi cuerpo desnudo, haciéndome sonrojar. Nunca antes he estado desnuda delante de una persona, pero le pertenezco a Jennie, así que debería ser la única persona que me vea de esta manera. He esperado durante toda mi vida para entregarme a la mujer perfecta y la encontré hace seis meses. Supe desde nuestro primer encuentro que encajaríamos perfectamente. Ella es más de lo que he soñado. Es determinada, inteligente y completamente apuesta. Siempre viste trajes a la medida que se adaptan a su bajo y definido cuerpo. Su cabello oscuro y ojos brillantes le dan un filo, uno con el que podría cortarme a mí misma.

He preservado mi virginidad para ella. Jamás he permitido que otra mujer me toque, excepto por algún manoseo o rápido abrazo. Supe que algún día encontraría a la mujer indicada para mí, y nada me detendría de tenerla, incluso si yo tuviera que tomarlo por ella.

Pero no, Jennie no me estaba esperando a mí. He visto a las mujeres que se arrojan sobre ella y son afortunadas de aun estar respirando. Aquí está ella, soñando con otra mujer la noche que planeo hacerla mía.

—¿Quién es ella? —exijo, poniendo mis manos en mis caderas, frustrada por no haber conseguido más información sobre sus antiguas amantes, de forma que pudiera acercarme a quien le estaría haciendo una visita prontamente.

Cuando obtuve acceso a su computadora no encontré nada. Todas las mujeres de su vida parecían ser empleadas o parte de su familia. Incluso busqué sobre ella en internet. Jennie es bien conocida en Seúl así que pensé que encontraría imágenes de ella en la sección de chismes de las revistas o algo, pero siempre va a las fiestas y eventos con su amiga y colega Jisoo. Sé que no ha habido nadie desde que la conocí. Me he asegurado de eso.

—¿Quién es quién? —pregunta, aún observándome de arriba a abajo perezosamente, como si estuviera disfrutando del espectáculo.

—¡La mujer por la que tienes una erección! —grito, apuntándolo con un dedo. Su verga se sacude con mis palabras, endureciéndose—. ¿Ves? Te estas endureciendo porque la mencioné. —Esta vez las palabras no salen como un grito, son más como una triste súplica. Esta es mi noche, quizás la única que tendré con ella y su mente está en alguien más.

—Nena, tu eres la única aquí.

—Deja de llamarme así. —Amo que me llame “nena”, pero no sé cuál es su juego. Jamás es sido nada más que Señorita Lalisa y algunas veces juro que parece creer que mi apellido es Lalisa, como si ni siquiera pudiera molestarse en aprender mi nombre completo.

—¿Llamarte qué, nena? —Una media sonrisa tira de sus labios.

—¿Crees que es gracioso? ¡Pensabas que era otra mujer! Bien, ¿quieres jugar? Jugaremos, Jennie —digo, regresando a la cama. Me monto a horcajadas sobre sus piernas, tomando su verga con mis manos.

—Despacio allí, amor. La necesito.

La palabra “amor” es como un bálsamo para mi enojo. Debería decirle que deje de llamarme así también, pero no puedo. Tengo que tomar lo que pueda, y esa es una migaja que estoy más que dispuesta a aceptar.

—No creo que vayas a necesitarla luego de esta noche, porque me marcharé luego de eso. Pero tienes razón. Esta noche la necesitamos. Esta verga está a punto de unirnos de por vida, quieras o no. —Finalmente, la expresión que pensé que me daría la primera vez que encendí las luces cruza su rostro. Sus fosas nasales se dilatan y la ira destella en sus ojos.

—¿Y qué mierda significa eso?

Inclinándome, aprieto un poco más su pene, dándole un par de bombeadas. Una gota de semen brota de la punta y no puedo detenerme de lamerla. La sal golpea mi lengua y quiero más. Intento meter más profundo la punta de mi lengua en el pequeño hoyo en la cabeza de su verga, buscando más, pero fui muy codiciosa y ya no hay. Sé que ese es el único bocado que probaré. Guardaré el resto para mi coño.

Ella gime ante mi acción y embiste con sus caderas, pero aún puede repetir sus palabras.

—Responde la puta pregunta, Lisa.

Liberado su verga, me siento aun a horcajadas de sus muslos. Sé que mi primera vez será dolorosa así que necesito prepararme. Uso dos dedos para separar los labios de mi coño y abrirlo, exponiendo mi clítoris. Luego lamo uno de mis dedos de la otra mano y lo presiono en mi clítoris, frotando pequeños círculos.

Los ojos de Jennie se traban en mi coño.

—Deja de evitar mi pregunta —gruñe, sus ojos nunca abandonan mi vagina. Su verga se agita en el aire, otra gota de semen brota de la punta, tentándome.

—¡Suficiente! —chasqueo—. Deja de desperdiciar tu semen. Ya hemos desperdiciado demasiado con esa gota que tomé. El resto debe ir dentro de mí —le suplico.

—¿Dentro de tu coño, Lili? ¿Es allí donde lo quieres? —Su voz es presumida, como si estuviera encontrando algo a su favor.

—Si —digo aun frotándome el clítoris.

—Dime que quieres decir y tal vez te lo daré.

—No tienes que dármelo. Tomaré tu semen todo por mi cuenta. Me darás cada gota, no hay nada que puedas hacer al respecto. Cada vez que acabes dentro de mí, me subiré sobre ti y chuparé tu verga hasta que esté dura y luego te montaré de nuevo. Lo haremos hasta que yo ya no pueda más. —Ante mis palabras, más semen brota de su pene, enfadándome ante el desperdicio.

—¿Crees que ese coño virgen tuyo pueda manejarlo? —pregunta, una sonrisa presumida cruza su perfecto rostro, mostrándome un hoyuelo.

—Puedo manejar cualquier cosa que quiera. Tenemos eso en común, ¿verdad Jennie? Hacemos cualquier cosa para tener lo que sea que queramos. Supe que seríamos perfectas la una para la otra, pero tu jamás me notaste y es por eso que llegué a este punto. Tú me obligaste. El momento ha llegado y ya no puedo esperar. Te necesito y puede que solo te tenga esta noche, pero me llevaré una parte de ti conmigo cuando me marche.

—Amor, puedes tomar todo el semen que quieras, pero no vayas a cortarme alguna parte o alguna mierda —bromea, pero puedo ver que mis palabras tocaron un nervio.

—¿Por qué? ¿Por qué ya no lucirás como tu perfecta normal nunca más? Quizás las mujeres dejaran de arrojarse sobre ti. ¿Es así? Podrías haberme tenido, pero supongo que no era tu tipo. La chica tímida no se compara con las mujeres con las que acostumbras a salir.

—Eso no es lo que quise decir, amor —dice en un tono suave.

Puedo notar que intenta calmarme pero tal vez está queriendo jugar conmigo. No, no cederé a su encanto. Tengo que ser cuidadosa. Ella podría fácilmente hacerme hacer cualquier cosa que quiera.

—No importa que es lo que quieres decir. Estoy ovulando y tú me darás un bebé esta noche.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 24, 2021 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Taking What's Hers. (Adaptación Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora