I

556 37 9
                                    

Bostece entrando a la cálida cocina

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Bostece entrando a la cálida cocina. Sosteniendo con cuidado una taza amarilla con un líquido negreo humeante en su interior.

– ¡Buen día, pequeño! –

Mi mejor amigo. Kirishima Eijiro. Demasiado alegre e inquieto para mi gusto.

Vivimos juntos en esta pequeña casa que nuestros padres compraron para nosotros. Manteniéndola gracias a nuestros sueldos de medio tiempo.

A veces se me cruza la idea, que me están tratando como un hijo más de su familia...

– ¡Café! – arrebatando de mis manos mi deliciosa cafeína, le dio un gran trago – ¡Mmm, Riquísimo! – me planto un beso en la mejilla contento por el robo exitoso, sentándose en ese pequeño desayunador.

Siempre es lo mismo, desde pequeños me viene quitando mis cosas, posesionándosela para el mismo. Cómo es posible que a la edad 19 años no me he cansado de esa actitud suya.

Suspire empezando a sacar otra taza sirviéndome nuevamente ese líquido negro de la cafetera.

– ¡Rayos! – exclamó. No me inmute siguiendo con lo mío, hasta que me jalo de mi brazo, apagando la cafetera.

– ¡Hey!... – sin poder seguir con mi reclamo, agarro sus cosas mezclándolas con las mías, me fue empujando ligeramente en dirección contraria.

– ¡Es tarde, vámonos! – quise voltear a ver el reloj de la pared. Tironeándome con fuerza, casi me resbalo. Sujetándome de la cintura, me fue empujando hacia la salida.

– Entra... – abriéndome la puerta del copiloto, se alejó trotando. Me aseguré de que la puerta de la casa estuviera cerrada y así dirigirme tranquilo a ese carro negro clásico.

Por un demonio, me encantaba su auto...

Me senté acomodándome en el asiento. Por fin me enfoque en la hora que era.

– ¡Es muy temprano! – le reclamé.

7:30 de la mañana. Si me hubiera dejado pensar en el momento que me tironeo, habría calculado bien la hora que me desperté. Él sabe cómo distraerme.

Mostró una sonrisa demasiado radiante que entrecerré los ojos molesto. Lo mataría con la mirada, tal vez no con mis manos, pero si con mi fiera mirada...

– Tranquilo, iremos a un lugar que te gustara –

¿Un lugar que podría gustarme? Imposible. Me crucé de brazos fanfarrón, mostrando una sonrisa sarcástica.

– Suerte con eso – puse música. Cerré los ojos queriendo descansar un rato.

 Cerré los ojos queriendo descansar un rato

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Mi corazón solo late por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora